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A LA SOMBRA DEL ANGEL - por Osvaldo Mario Vela Saenz

A LA SOMBRA DEL ÁNGEL
Un Libro ocupaba sus manos: “Bajo la Sombra del Ángel” de Kathryn S. Blair. Su lectura distraída. En ese momento pensaba en lo provechoso que le resultó el nuevo horario escolar de su hijo. El tiempo se le acomodaba de tal forma que le otorgaba horas para gozar de la biblioteca de la escuela. Se metía en ella desde media mañana hasta el final de la jornada, a las dos de la tarde. Heberto su hijo tenía que cubrir solo medio tiempo de faena diaria para ponerse al corriente con las horas necesarias para cumplir su cuarto año de primaria. Llegaba con él al colegio, durante el primer recreo matutino a las diez y media de la mañana. El niño se mezclaba con sus compañeritos. Elisa, mientras esperaba la hora de salida, se refugiaba en la biblioteca por un par de horas para luego compartir con su hijo el segundo recreo al mediodía. Llevaba en el bolso, un bocadillo ya preparado. A su paso, recogía de la maquina en el corredor una gaseosa para compartirla con él. Se regresaba luego a la biblioteca para continuar la lectura del libro en turno. El camino de regreso a casa demasiado lejos. Tenía que cruzar el pueblo de lado a lado. La estancia en la biblioteca le evitaba el duplicar el largo y complicado viaje.
Concentró su atención de nuevo en la lectura de aquella historia sobre la Revolución Mexicana. Distinguida familia involucrada en los acontecimientos de la justa revolucionaria. Casta rodeada de poder, por ser el patriarca, arquitecto diseñador del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México. La escritora, nieta del personaje femenino principal. El párrafo de apertura la capturó. La protagonista se suicidó en la catedral de Notre-Dame a tan solo un día de una visita del Papa Pío XI.
En su entrega total al libro, el tiempo pasó sin que se diera cuenta. El cubículo que escogiera en la esquina noreste de la biblioteca totalmente en silencio. En un escape no deseado de aquella lectura, miró a su encendido celular. La pantalla marcaba quince minutos pasados de las doce: Se asustó. El segundo descanso debía estar por terminarse. Salió de prisa de la biblioteca y le llamó la atención lo callado del corredor, todo era silencio. Se asomó al patio de juegos solo para forjarse una pregunta ¿Dónde están los niños? Desesperada se dirigió al salón de clases de Heberto. En el trayecto fue interceptada por un militar, quien con un ademan, le ordenó permanecer callada. El militar la tomó del brazo y la llevó rumbo a la salida de emergencia del colegio. La condujo hasta un camión de rescate. Vehículo cubierto en lona verde. Allí, se encontraba su hijo. La ayudó a subir. Se oían sirenas de patrullas y ambulancias por todos lados. El asiento junto a su hijo la recibió. Un estrecho abrazo los unió. El camión les dio albergue por media hora. Un oficial de alto rango concluyó aquella aventura pidiéndoles bajar de los vehículos, les dijo que todo estaba bien. Alumnos y Maestros terminaron en el salón de actos. Un grupo de militares y policías les hicieron saber los pormenores del operativo. Investigaciones sobre abundantes secuestros llevados a cabo en la ciudad dieron como pista común, que la mayoría, eran de padres o de estudiantes del Colegio. Interfirieron los teléfonos de todas las casas cercanas. El resultado: la casa justo frente a la entrada principal del colegio era guarida de secuestradores. Lugar que les servía para seleccionar a futuras víctimas. El desalojo del colegio con todo sigilo los mantuvo fuera de riesgos.
Los niños regresaron a sus salones de clase para terminar la jornada diaria. Elisa de nuevo a la biblioteca. El libro abierto sobre la mesa del cubículo. Tomó de nuevo su asiento. Imposible concentrarse en la lectura. Su mente, repasaba la tortura moral de familias enteras, debido a los innumerables secuestros. Daba gracias a Dios que la totalidad de la banda había sido capturada: informe dado por los Oficiales de Seguridad Publica. La tragedia contenida en aquel libro que la cautivara, era testimonio, de que los dramas siguen siendo parte de nuestra humanidad: Sin importar la época o la geografía. Se puso de pie. La campana del Colegio la liberaba de nuevo a su entorno. Al salir al patio de juegos sintió la mano de su hijo entre la suya. Estrechez de seguridad emanaba de aquel apretón.

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3 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal Osvaldo?

    Muy pulcro y sobrio tu relato. El crimen organizado en nuestro pais es triste y mundialmente conocida. Sin embargo tu relato lo logra plasmar desde una optica totalmente objetiva, sin histerias ni exageraciones.

    Felicidades y te espero por mi intento de hacer ciencia ficcion jaja

    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-19/1910

    Saludos

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 22:51
  2. 2. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Gracias Jose. Entre el tallereo que recibí, uno me hacia saber que en el relato le faltaba angustia a la madre. Con este comentario vino a mi mente que hasta nosotros, los escritores, vemos la violencia como un acto natural. Por eso lo narramos sin sentimiento. No hay que olvidar plasmar con mayor vehemencia el sentir de los personajes.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 23:51
  3. 3. Wolfdux dice:

    No veo que le falte angustia a la madre, sino que, como todo el relato se divide en dos grandes bloques, hace que la lectura sea más pesada y continua, como si no dieras tiempo a respirar. (visualmente hablando)Lo que hace que la historia pierda fuerza, de igual modo, el ritmo frase tras frase lo veo muy forzado. (seguramente es la limitación de palabras)

    Pero dejando de lado todo esto, la historia tiene sentimiento, y es lo importante.

    Un saludo Oslvado.

    Escrito el 17 noviembre 2014 a las 17:19

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