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Ese último año de colegio… - por Bego

Web: http://www.asomadaalalocurarelatosyreflexiones.com

Recuerdo el patio de mi colegio como si ayer mismo hubiera paseado por él. La zona de los más pequeños rodeada por una valla con sus toboganes de diferentes alturas y colores, las pistas de fútbol y baloncesto donde los más deportistas entrenaban sus deportes favoritos, la enorme explanada de arena con sus enormes eucaliptos frente al porche de la entrada…
Si me preguntas por mi lugar preferido no me cabe ninguna duda: la puerta del gimnasio, ¿te acuerdas? Como olvidar esos recreos sentados en las escaleras de la entrada, resguardados de la lluvia, del frío y del resto del mundo…
Corría la rebeldía de los 90 por nuestros todavía pequeños cuerpos, apoyados tú en la pared yo en tu hombro para que pudiera llegarme bien el auricular conectado a tu walkman y esa cinta, el “Nevermind” de Nirvana, sirviéndonos de banda sonora de aquel, el mejor año de nuestras vidas…
Yo siempre pegada a mi cuaderno de dibujo, tú por aquel entonces te las dabas de fumar y ni siquiera eras capaz de tragarte el humo, ¡vaya par de niñatos estábamos hechos!
¿Te acuerdas el día que nos escapamos por el agujero de la valla? Te empeñaste en ir a comprar una bolsa de gusanitos con ketchup, mis favoritos, y un par de cigarrillos sueltos, a la vuelta escuchamos las voces de la maestra preguntando por nosotros al resto “¿dónde están los niños?” y es que ciertamente éramos unos niños, niños creyéndose mayores pero niños al fin y al cabo…
¡Maldita la prisa que teníamos por crecer! “Cuando me saque el graduado me pongo a trabajar” decías mirando al infinito “con mi primer sueldo me compraré una moto y cuando ahorre lo suficiente vendré a buscarte”, “¿y donde iremos?” te pregunté levantando la vista de los corazones que dibujaba en mi cuaderno, tu seguías mirando al frente, como trazando el plan perfecto y me contestaste “lejos…”
¿Cuántas veces nos castigaron ese año? ¿Cientos, miles? Sonaba el timbre para volver a clase y se nos olvidaba levantarnos, cartita a nuestros padres por faltar y castigados una semana sin salir, y ¿qué más daba si cada día nos veíamos en clase?
Y ¿cómo olvidar el primer beso? La primavera se adelantó aquel mes de marzo y nos invitó a tumbarnos bajo la sombra de unos de los muchos eucaliptos que rodeaban nuestro patio, y digo nuestro porque algo sí que lo era, aunque fuera solo un poco… recuerdo que deberíamos haber estado en clase de religión y sin embargo allí estábamos tumbados, tú con la cabeza apoyada en tu brazo, yo con la mía sobre tu pecho, “Something on the way” sonaba de fondo, nuestras bocas inexpertas se buscaron hasta encontrarse y nuestros labios se abrazaron sin ninguna gana de soltarse…
Y cometimos el error de enamorarnos muy pronto, éramos tan jóvenes, veíamos el futuro como un inmenso océano y que solo era cuestión de tiempo tener un barco para navegarlo pero no contamos con el oleaje y al final nos arrasó la marea…
Y es que el curso acabó, como todo acaba en esta vida, y con el verano llegaron las ausencias y las promesas incumplidas. En septiembre instituto nuevo, vida nueva, pero aun así me era imposible no saltar de la silla a mirar por la ventana al escuchar una moto fuera…
Nunca viniste a buscarme y aunque lo hicieras, quizás lejos esté, al fin y al cabo, demasiado lejos, ¿no te parece?

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3 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    Hola Bego,
    Has plasmado muy bien, el amor adolescente, y el desengaño. En el relato se respira ese ambiente de instituto de manera muy verosimil y bien descrita.
    Quizás faltaría una revisión del inicio. Como está escrito, casi diría que lo hiciste del tirón, con una idea inicial que, con el transcurrir del relato, fuiste perfilando. Lo tiraste por la segunda persona, pero creo que el principio no era esa la idea y tendrías que “homogeneizarlo”.

    Me refiero a:”Recuerdo el patio de mi colegio como si ayer mismo hubiera paseado por él. La zona de los más pequeños rodeada por una valla con sus toboganes de diferentes alturas y colores, las pistas de fútbol y baloncesto donde los más deportistas entrenaban sus deportes favoritos, la enorme explanada de arena con sus enormes eucaliptos frente al porche de la entrada…
    Si me preguntas por mi lugar preferido no me cabe ninguna duda: la puerta del gimnasio, ¿te acuerdas? Como olvidar esos recreos sentados en las escaleras de la entrada, resguardados de la lluvia, del frío y del resto del mundo…Corría la rebeldía de los 90 por nuestros todavía pequeños cuerpos,….”

    Al ser un relato dirigido a ese amor podrías adecuar todo eso con el resto del relato. Como ejemplo de lo que te quiero decir, te apunto este posible inicio:
    “¿Recuerdas? En la puerta del gimnasio; entre el estruendo de la hora del recreo; solos, tú y yo.”
    O algo así que a estas horas empiezo a estar espeso.
    Un gusto volver a leer la fuerza y garra de tus textos.
    Un abrazo

    Escrito el 30 octubre 2014 a las 00:41
  2. 2. Sergio Mesa dice:

    buenas Bego, soy uno de los comentaristas anónimos (ya no) de tu relato. el que mencionó a Ismael Serrano. como te dije, el tuyo fue el cuento que más me gustó de los que me llegaron este mes. espero haberte ayudado con mi comentarios y seguir leyéndote por aquí 😉
    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 30 octubre 2014 a las 18:12
  3. Hola Bego. Volvemos a leernos y espero tener el tiempo para proseguir con algunos asuntos pendientes. Tú ya me entiendes…

    Tu relato me ha encantado de principio a fin, aunque estoy de acuerdo con David, no creo que sea tan grave. Tú pon al principio “Recuerdo nuestro patio…” y todo desfase queda subsanado.

    Deberías escribir una novela romántica con ese narrador tuyo tan emotivo. Una de esas tristes, que hablan de diarios mojados por la lluvia. Normalmente no me gustan, pero con tu narración me la leería del tirón.

    Te felicito, y espero que nos leamos pronto.

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 02:31

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