Basta de discutir - por Ismael Tomas Perez

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¡Basta de discutir!

Ricardo y Laura seguían discutiendo, llevaban prácticamente todo el día enzarzados en una patética y aburrida discusión. El había perdido su empleo, debido a los recortes del gobierno en el ámbito de la Sanidad por lo que no le habían renovado su contrato, que aunque era bastante precario , era un contrato de trabajo que les permitía poder disponer de una posición económica mas holgada, distinta totalmente a la que tenían en este momento.
Habían ido juntos a recoger a sus dos hijos, Naomí y Lucas, al colegio, cerca de casa en la zona de Manoteras de Madrid.
Llevaba todo el día y parte de la noche anterior lloviendo, como suele decirse, a cantaros y el patio del colegio parecía un lago, por lo que no había ningún niño en él esperando a los padres. Estaban todos refugiados bajo los soportales que formaban los pasillos de entrada a las aulas.
¿Dónde están los niños? Le preguntó Laura a su esposo en un momento de calma de la discusión. Este, ofuscado, tampoco había caído en la cuenta de que sus hijos ni ningún otro niño estaban ya allí.
Ricardo volvió la a Laura, como interrogándola, sintiendo en ese momento como le flojeaban las piernas.
Ya se habían salido todos los niños y junto con el resto de padres habían desaparecido todos, quedando solo ellos dos a la espera en la salida del colegio.
La mayoría había salido corriendo para guarecerse de la lluvia y en ese instante un horrible presentimiento les rondó por la cabeza.
Días atrás todas las cadenas de televisión y toda la prensa habían hecho eco de la noticia de un pederasta que tenía atemorizado varios barrios de Madrid, y aunque tenían bastante controlada la situación la Policía, todavía no había sido detenido.
Toda clase de temores y premoniciones pasaban por la mente de los dos. No sabían que hacer, empezaron a dar vueltas por el patio del colegio quedando al momento empapados debido al aguacero que estaba cayendo en ese instante.
De pronto, de una puerta de un aula asomó una de las profesoras del centro y dirigiéndose a ellos les preguntó: ¿Buscan a los niños? Están en mi aula, vinieron corriendo, asustados, llorando debido a la discusión que ustedes tenían y se refugiaron conmigo.
Deberían tener mas cuidado delante de ellos, les increpó, evitando discutir y darles ese mal ejemplo.
El susto había sido enorme, pero afortunadamente no había pasado nada. Por indicación de la profesora prácticamente dejaron de discutir, y por supuesto, evitando siempre hacerlo en presencia de ello. Naomi en ese momento tenía ocho años y Lucas siete, y en esas edades los problemas de los padres, que para ellos son el icono de familia y el ejemplo a seguir, les cala profundamente en sus pequeños corazones.
Afortunadamente todo fue un susto, eso si, tuvieron que soportar al día siguiente la regañina que les dieron en el colegio a cargo de la tutora y psicóloga del centro, pues los niños varias veces se habían quejado de que los padres discutían muy a menudo.