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El agujero del colegio Celestín Freinet - por Mayomi

EL AGUJERO DEL COLEGIO CELESTÍN FREINET

Los infantes del colegio “Celestín Freinet” se encuentran en la hora del almuerzo, la mayor parte de la población estudiantil, están sentados alrededor de la explanada principal, degustando su refrigerio, otros caminando por los pasillos que conectan las aulas. Todos realizan sus actividades de costumbre sin temor a lo que está por venir.
Llega la hora de reiniciar clases, dan el toque de entrada y algunos chicos comienzan a dirigirse a su aula de labores, sólo Pepe, Luis, Gabriel, Kamila y Ximena, de quinto grado siguen jugando a las escondidas sin percatarse del toque de entrada; juegan sin parar, aunque se van acercando al patio principal del colegio, siguen escondiéndose uno de otro entre las estatuas y piedras que rodean el patio. Se asoman, corren y vuelven a esconderse, ¡de pronto! Se oye un grito lastimero, los demás chicos corren buscando de dónde proviene el grito, conforme se acercan al lugar siniestro, van cayendo, uno a uno, en el mismo hoyo, gritan al sentir el enorme vacío, desvaneciéndose éste de manera lúgubre hasta que se apaga por completo el sonido.
Rafael, uno de los prefectos escolares, fue avisado por el profesor de quinto grado, respecto a la inasistencia de estos cinco chicos. Comienza a buscarlos por las diferentes áreas de descanso, les grita por su nombre -¡Pepe!, ¡Luis!, ¡Gabriel!…, sin recibir respuesta. Media hora después Rafael se dirige a la dirección del colegio, pide hablar con la señora Bruner, directora académica del mismo, afligido le reporta la desaparición de los cinco chicos, la directora habla por el altavoz al profesor de quinto grado, solicita la presencia de conserjes, prefectos y maestros de deportes. En un abrir y cerrar de ojos, agrupados en parejas, los adultos retoman la búsqueda de los niños, pasadas casi dos horas, regresan sin respuestas favorables con la señora Bruner. Todos, acongojados por tan malas noticias, acuerdan llamar a los padres de los chicos y dar aviso a la secretaría de seguridad social de la localidad.
Los padres de los niños perdidos llegan justamente cuando los estudiantes de primero a tercer grado van saliendo del colegio, por lo que tardan en llegar a la dirección académica, después de varios minutos la secretaria los recibe y los dirige a la sala de juntas, unos instantes más se presentan la señora Bruner y el maestro de quinto grado, dan a conocer los terribles acontecimientos, los padres, se llenan de ansiedad, en sus rostros aparecen rictus de dolor y angustia, preguntan lo que sus hijos estaban haciendo, a qué hora sucedió, dónde buscaron, ¿dónde están los niños?. La cascada de interrogantes no tienen respuestas alentadoras, muy al contrario, todo es –no sabemos qué haya acontecido-, -hemos buscado por las últimas horas, a ningún niño hemos encontrados, sólo esperamos que lleguen de la secretaría de seguridad social, para que ellos hagan la búsqueda a fondo, tendremos que esperar- dijo Bruner. Llegó la hora de salida de los demás grupos, sólo quedan en el colegio la directora académica, los padres de los niños perdidos y las personas que participaron en la búsqueda, esperando a que lleguen los de la secretaría.
Después de casi hora y media, llega un grupo de rescate, el comandante Víctor Grayeb, inicia, nuevamente, interrogantes sobre los niños perdidos. Con base a lo expuesto por el personal del colegio y las solicitudes de los padres, el comandante organiza a su pelotón y estructuran diferentes estrategias de búsqueda, pidiendo que, mientras ellos hacen la exploración, los civiles se queden en la sala de juntas para no obstaculizar las tácticas de rescate.
Casi a las cinco de la tarde, aparece el comandante, todos, al unísono, preguntan -¿Dónde están los niños?-, Grayeb mueve la cabeza sin alzar la mirada, responde -¡ninguno ha aparecido!-, la angustia invadió la sala de juntas, -¡esperen!-, dice el comandante, -hemos encontrado un agujero en el patio principal, sólo que cayeran en él, pero debo decirles, se está llenando de agua, maestra Bruner, muéstreme los planos del colegio-, la maestra saca los planos, los entrega a Grayeb, éste los analiza y grita -¡no los vamos a encontrar aquí!, si cayeron en ese agujero alrededor de las once de la mañana, con suerte los encontraremos en las orillas del río que rodea esta colonia, no se muevan de aquí-.
Los niños fueron encontrados sanos y salvos, estaban sentados, tomados de la mano, en la orilla del río, los llevaron a la escuela, los entregaron a sus padres y todo volvió a la calma.

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2 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Hola Mayomi.

    Creo que el relato esta bien, generas el suficiente suspenso aun que es un poco flojo en el desarrollo. No se si la limitante de las palabras te obligo a recortar tela, pero creo que tu relato merece mas extension. El final, por feliz me gusto, pero no me resulta creible.

    En fin, tecnicamente me parece bien contado.

    Felicidades.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 19:24
  2. 2. Chiripa dice:

    Mayomi, en tu relato demuestras un buen manejo del vocabulario y en el tema incluyes alegría, solidaridad, miedo, responsabilidad, solidaridad, desesperanza y optimismo.
    En fin nos ofreces de todo un poco y un final feliz.
    Buenos símiles

    Te invito a reducir el tamaño de los párrafos para hacer más ágil la lectura del relato. otro recurso para agilizar la lectura es el aumento del número de diálogos.

    Incluyo unos detallitos que debes corregir:
    * “…la mayor parte de la población estudiantil, están sentados…” Aquí debes mantener la igualdad de género y número: la mayor parte de la población (femenino y singular). Así que debe continuar así: …está sentada

    * ¡de pronto! No necesita los signos de admiración

    Te invito a pasar por mi relato El Grito (# 111) @
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-19/1969

    ¡Sigue adelante, Mayomi! Espero leerte el mes entrante

    Escrito el 30 octubre 2014 a las 04:10

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