Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Julio - por FMM

A Julio le quedaba una semana para la jubilación. Dejaba atrás casi cuarenta años de docencia en la escuela primaria. «Me dedicaré a leer y a escribir —pensó mientras atravesaba el patio del colegio—. Quizás también pueda viajar por Europa.» Cuando se disponía a cruzar la puerta principal en dirección a su casa, se topó con un grupo de unas treinta personas. «Qué raro que todavía haya padres esperando a la salida. Hace ya dos horas que salieron los niños.»
—Buenos días profesor —gritaron al unísono.
La cara de sorpresa que puso el maestro provocó una carcajada.
—No puede ser —dijo Julio a la vez que pasaba una mano temblorosa sobre su pelo blanco—. Sois los alumnos de mi primera clase en este colegio.
—Hace exactamente veinte y ocho años —respondió una mujer que estaba embarazada de por lo menos seis meses —. Yo soy…
—Sandra —interrumpió el maestro—. Me acuerdo que eras una lince en matemáticas. He visto a pocos niños de ocho años resolver las multiplicaciones con tanta rapidez —recordó que al principio se atascaba con las operaciones más básicas, y como pudo reconocer y potenciar su capacidad de cálculo. Sandra se sonrojó con el alago.
Otra mujer de pequeña estatura rompió el silencio.
—Mi hijo Daniel está en el primer curso. Y hace una semana me enteré en la Asociación de Padres que te ibas a jubilar —era María, una niña tímida a la que aterraba hablar en público, y que superó su miedo apuntándose a las clases de teatro del colegio aconsejada por Julio —. Nos llamamos unos a otros para hacerte una visita. Y aquí estamos.
—Vamos —el profesor señaló a unos bancos de piedra colocados en forma de semicírculo al final del patio—. Tenéis muchas cosas que contarme.
— ¿Nos vas a dar una de tus clases? —preguntó Ángel que vestía un traje gris con corbata negra —. Las clases en el patio eran mis favoritas. Me agachaba entre los bancos y jugaba a las canicas con Manolo — todos rieron el comentario.
Ángel había sido siempre el que peor notas sacaba de la clase. Cuando terminó los estudios obligatorios ayudó a su padre en la zapatería que acababa de inaugurar. El negocio fue rentable y abrieron más locales. En la actualidad habían conseguido crear una cadena de zapaterías en la ciudad.
El profesor se sentó en el banco del centro y observó a sus antiguos alumnos.
—¿Dónde están los niños? ¿Qué ha pasado con aquellos críos de ocho años a los que tanto les costaba guardar silencio durante las clases?
Nadie respondió al instante. Cada uno recordaba aquellos años de forma distinta. Pero todos coincidían en el asombro que habían experimentado por la llegada de aquel joven profesor, que iba ser su tutor durante los tres cursos siguientes. Además venía acompañado de su hijo, el nuevo alumno de la clase, al que nunca trató de forma diferente respecto a los demás. Ese primer día los alumnos le recibieron de pie, como era la costumbre, pero el maestro les ordenó que no lo hicieran nunca más. Y que también le tutearan. Dijo que disponían de poco tiempo en el curso como para perderlo con tonterías. Que el respeto se ganaba con la constancia en el aprendizaje. Para la mayoría había sido el mejor profesor que tuvieron nunca. Les cambió la visión del estudio como algo obligatorio, a otra basada en el afán por aprender. Que incluso a veces podía ser hasta divertido.
La tarde se pasó rápida con los relatos de las vivencias que cada uno había tenido tras la escuela. Unos habían cumplido sus metas, y otros en su defecto gozaban de una buena profesión. El profesor se alegró. Había contribuido en algunos casos con su pequeño grano de arena.
Aquel día faltaron tres antiguos alumnos. Marcos, que no había podido ir por asuntos laborales, era el comercial en una empresa informática. Mónica, que vivía en Berlín con un alemán que había conocido en unas vacaciones en Mallorca. Y Héctor, su hijo.
Las lágrimas aparecieron en sus ojos al recordar la noche en la que llamaron a su teléfono de madrugada. Era su exmujer. Le dijo que Héctor había muerto por una sobredosis. Su hijo nunca superó el divorcio. Cuando empezó el instituto buscó en las drogas el refugio que no tuvo en casa. Julio llegó a la misma conclusión de siempre. «He sido como un padre para mis alumnos, pero para mi hijo solo he sido un profesor.»

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. 1. Nymeria dice:

    Me ha encantado tu relato, es uno de los que me tocó comentar y mi favorito sin duda, precioso y emotivo, muchísimas felicidades.

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 14:11
  2. 2. FMM dice:

    Muchas gracias Nymeria. Acabó de leer tu relato. Y me ha gustado bastante. Un saludo.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 08:02
  3. 3. FMM dice:

    Acabo es sin tilde. Es lo que tiene escribir deprisa cuando viene el jefe 🙂

    Por cierto en el relato también se me coló otra falta de ortografía: alagar sin h (Llenar de lagos o de charcos). Quería decir halagar.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 14:23
  4. 4. isabel pérez dice:

    Hola FMM!
    En primer lugar felicitarte por tu relato,bien narrado y mejor construido.¿Te halago? Ja Ja.

    Por cierto,me has dejado pelín hecha polvo…ya sé que la literatura es éso,y que si duele es por que es veraz,pero es que el profe de tu historia me ha tocado la fibra especialmente.

    Un saludo!

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 01:28
  5. 5. FMM dice:

    ¡Gracias Isabel!
    Desde el inicio del relato he intentado expresar, dentro de mis posibilidades como narrador pipiolo que soy, un sentimiento agridulce en la reunión de los antiguos alumnos con su viejo profesor. Y un final melancólico, con una sensación de culpabilidad que nunca va a abandonar a Julio.

    Escrito el 3 noviembre 2014 a las 14:44

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.