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Ellos. - por Claudia E. M.

Web: http://crystalperfusaque.blogspot.com

Todos recordamos con alegría nuestros años de infancia, las veces que nos deslizábamos en las resbaladillas, el gran reto que implicaba pasar el pasamanos, la sensación de estar en el punto más alto de los columpios y sentir que volabas, todos ellos pintados de hermosos colores vibrantes, las sensaciones de adrenalina que en un niño despiertan de la mano de su imaginación, y todas esas aventuras de película que imaginábamos estando en ellos.
Pero ahora no es así, ahora estoy junto con un grupo de personas, ¿nuestro objetivo? Destruir todos los juegos infantiles, y ahora, estamos frente a los últimos juegos infantiles de todo el mundo, ahora lucen más siniestros, y todo mundo les recuerda con un sabor amargo. La pintura tan desgastada que puede arrancársele con los dedos sin esfuerzo alguno, están cubiertos de tierra y manchas de sangre seca.
Al puente movedizo le faltan escalones, algunos bailan al ritmo de los vientos fuertes mientras cuelgan aferrándose a ser parte aún del puente, los columpios están irreconocibles, ahora solo son un montón de cadenas sujetadas, la resbaladilla tiene perforaciones y deformaciones por los impactos que ha recibido.
—Es el último, después todo esto acabará, manos a la obra
Tomamos una serie de equipamiento anti-radiación, los trajes de protección son muy incómodos pero a estas alturas, nos hemos acostumbrado a llevarlos junto con las máscaras de gas como si fuera ropa ordinaria, comenzamos a terminar de destruir los juegos con mucha cautela, con la paranoia acomodándose sobre nuestros hombros para sentarse, para esperar pacientemente a que el caos se desate.
Empezamos tumbando y aislando en cámaras especiales cada metal, todo va bien, todo está tranquilo, todo está en silencio, eso nunca es bueno, mientras seguimos rompiendo y desmantelando los últimos juegos de la última escuela infantil en pie, podemos notar las manos de los demás temblar, las miradas de soslayo o descaradas buscándolos, es demasiado raro, ellos nunca lo dejan tan fácil.
Hace tres años se desató un virus, por alguna razón sólo afecta a niños, jamás se explicó si fue un arma biológica, jamás el gobierno nos dio explicaciones, lo único dicho fue: destruyan los juegos infantiles de cada escuela de niños. Se evacuo a toda la población mas no sin antes someter a estudios clínicos secretos a cada niño, algunos jamás fueron devueltos a sus padres. Nosotros hemos trabajado destruyendo juegos y escuelas de la zona aislada, y cada escombro debe ser aislado ¿A qué suena sencillo no? No lo es, pensábamos lo mismo, pero siempre, en cada escuela, cuando tiramos los juegos del patio o estamos en ello, salen esos horribles seres; mis compañeros y yo hemos llegado a la conclusión de que eran niños, aunque ya no lo parezcan, sus ojos son completamente negros o blancos, las caras deformadas juntos con el resto del cuerpo y esos horribles y afilados colmillos, la fuerza brutal… No, esos no deberían ser niños.
Nosotros éramos un equipo de dos mil personas en toda la zona, ahora solo somos este grupo de veinte personas, esos diabólicos seres han devorado al resto, o los han partido como si fueran hojas de papel, solo logramos capturar a uno de esos seres vivo, no sabemos nada de esa cosa aún.
—Ya esta, sólo falta demoler la escuela.
Comenzamos a caminar a la salida, nos detenemos en la puerta, hay que pasar por dentro de la escuela, las miradas nerviosas hacen acto de presencia.
—Seguro se han ido
Debe ser así, hubieran atacado antes, caminamos a un paso nervios que convierte nuestro andar en rápido, la puerta que da al patio se cierra de golpe sola, un eco de muchas puertas más cerrándose a lo largo de los pasillos le sigue. No vemos nada, pero se escuchan pasos bajando la escalera, corremos inmediatamente a la puerta de salida pero está cerrada, algo la bloquea por fuera.
— ¿Dónde están los niños? ¿Por dónde vienen?
La histeria nos ha aprisionado, tratamos de romper las ventanas mas pronto caemos en cuenta, son demasiado chicas para poder salir y están demasiado lejos de la cerradura de la puerta; todos comenzamos a patear desesperadamente la puerta para tumbarla, como respuesta se escucha un rugido por fuera.
Los niños ya no están, se han convertido en algo horrible y nunca sabremos la razón, algo baja del techo como si fuera una araña, es uno de esos monstruos, sus ojos son rojos como inyectados de sangre, es diferente al resto. Alguien toma su radio, se despide pidiendo perdón.

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1 comentario

  1. 1. Nhoa dice:

    Macabro (y eso me gusta). Creo que si mejoraras un poco la forma en que redactas, mejoraría considerablemente.

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 19:48

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