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Un patio de recuerdos - por Kathleen

El día había amanecido soleado en la ciudad de Santiago. Los niños se divertían en el patio. Unos jugaban al fútbol y soñaban con convertirse en delanteros profesionales. Otros preferían la tranquilidad de las canicas o disfrutaban intercambiando los cromos de sus ídolos.

El pequeño Nicolás estaba jugando a las canicas con Paula y Jorgito, sus mejores y únicos amigos. Nicolás era un niño bastante tímido, pero de gran corazón. Las pecas en sus mejillas le daban un aire bondadoso y tenía unos grandes ojos castaños.

De pronto, el timbre de la entrada comenzó a sonar. Los niños resoplaron por tener que volver a las aulas. Nicolás en compañía de sus amigos, volvió a entrar en el edificio.

El patio se quedó desierto, y solo se escuchaba el canto de los pájaros, que día tras día volvían a sobrevolar el cielo de Santiago. El frío invierno dejaba paso a una primavera, que parecía traer consigo más de una sorpresa.

Un hombre caminaba cabizbajo, clavando sus ojos marrones en las losas de piedra. Oculto bajo un abrigo marrón y una bufanda verde, caminaba lentamente, como si pensase en todos los movimientos que tenía que hacer su pierna para llegar al suelo.

Al escuchar la voz de una niña pequeña, y notar un olor de comida, que le devolvió a la infancia, alzó la vista. Vio las verjas marrones que terminaban en forma de flecha, el gran patio, dónde jugaban unos niños, y dónde él había pasado los años de su infancia. Vio el edificio de dos plantas de piedra clara, con sus ventanas blancas, dónde los más pequeños pegaban sus dibujos. Distinguió la pequeña campana marrón, junto a la entrada, con sus grandes puertas blancas. ¡Cuántas veces había deseado alejarse de aquel colegio y cuánto lo añoraba ahora!

Volvió a escuchar a la niña de antes. Debía de tener unos cuatro o cinco años, tenía unas trenzas rubias y unos grandes ojos marrones, que no dejaban de curiosear en cualquier cosa que encontraban. Corría con un pequeño conejo de peluche rosa, el cual apretujaba contra su chaqueta azul de lana. Tras ella, apareció otro pequeño que comenzó a perseguirla fuera del recinto escolar. Tenía unos grandes ojos azules y sus rizos castaños se balanceaban con él.

La primera intención de aquel hombre fue cruzar la acera. No le gustaban los niños, más bien, no soportaba sus risas, sus juegos y que fuesen tan impredecibles. Él era un hombre tranquilo, que aborrecía las prisas, las sorpresas. Disfrutaba de un día rutinario. Levantarse y golpear con fuerza el despertador mientras maldecía, sufrir el atasco de la mañana en su coche biplaza, llegar a la oficina y comenzar con el papeleo del día.

– Jorge, ¿dónde están los niños? – una voz femenina conocida lo devolvió a la realidad. ¿A quién pertenecía? – se preguntó llegando hasta el portón, dónde corrían los pequeños.

Tras esta, salió una mujer rubia, algo alta y vestida con una bata blanca, en la cual tenía bordado su nombre. Ella al ver a los pequeños correteando, suspiró aliviada.

– Entrad ahora mismo – les ordenó firmemente pero con una mirada de llena de cariño.

– Disculpa, ¿te están molestando?

Otra vez aquella dulce voz. Él levantó la mirada y al ver unos ojos verdes, aquella nariz respingona y esos labios finos, la reconoció al instante.

– ¡Nicolás! – exclamó lanzándose a sus brazos.

Él no se lo podía creer, era ella, Paula. Su amiga del colegio, la niña que le había robado el corazón desde el primer día que la conoció. Toda la tristeza que había sentido desde aquella mañana se desvaneció inmediatamente.

– Así que, ¿trabajas aquí? – preguntó él, mientras caminaban de nuevo, por aquel patio lleno de recuerdos.

– Llevo solo dos meses, pero estoy encantada rodeada de niños – le mostró su dulce sonrisa -. ¿Y tú?¿A qué te dedicas?

– Bah, no quiero aburrirte. Soy contable.

La campana volvió a sonar y él dio un pequeño respingo, asustado. Ella no pudo evitar reírse.

– Tengo que volver – dijo ella, como la última vez que se habían visto.

Él iba a despedirse, cuando de pronto sintió algo en su interior. No podía dejarla marchar de nuevo.

– Paula – se volvió -. ¿Quieres tomar un café, cuando salgas?

Ella asintió con una gran sonrisa. Él se sintió más ligero. Siempre se había pregunto dónde se encontraba el pequeño Nicolás, y al parecer, todavía lo llevaba dentro, solamente necesitaba a esa persona especial.

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9 comentarios

  1. 1. mariana escobar dice:

    precioso¡¡¡ vover a encontrarse con el amor de infancia, muy tierno
    felicidades¡¡
    mariana

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 21:54
  2. 2. Kathleen dice:

    Muchas gracias, Mariana!!Me alegro que te haya gustado.Leere encantada tu historia.
    Un abrazo 😉

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 15:31
  3. Hola, Kathleen.
    He leído tu cuento. Y me asaltan algunas dudas. Por un lado quiero felicitarte por el salto adelante con el timbre del patio como eslabón de la cadena. El pequeño se vuelve hombre en el intervalo de una campaña de patio. Está muy bien. Sin embrago, ¿por qué está allí ese hombre? ¿Por qué es tan infeliz? Ser contable parece aburrido (o no, parece que hay una contabilidad creativa fabulosa por ahí) pero no sé yo si justifica ahorcarse en la vía pública que no te cuadre un balance. ¿Qué hace en el colegio a esas horas? ¿Por qué su tristeza? ¿No tiene novia? ¿No ha tenido ninguna novia? ¿No tiene hijos? ¿No tiene amigos? ¿Y ella? ¿No tiene novio? ¿No tiene hijos? ¿Es feliz en su vida? ¿El Jorge al que llama es el mismo Jorge con el que jugaba a las canicas? ¿Son marido y mujer? ¿Son amantes? ¿Siguen siendo amigos mil años después? ¿En qué momento se descolgó Nicolás de ese trío? Como ves hay muchísimas preguntas de esa relación que se quedan en el tintero. Le resta algo de verosimilitud. Parece que estuvieran predestinados.
    Por otra parte, esta frase del principio: “Otros preferían la tranquilidad de las canicas o disfrutaban intercambiando los cromos de sus ídolos. El pequeño Nicolás estaba jugando a las canicas con Paula y Jorgito…” se podía haber construído evitando la reiteración de “las canicas” Por ejemplo (se me ocurre)”Otros disfrutaban intercambiando los cromos de sus ídolos o preferían la tranquilidad de las canicas. Entre estos últimos estaban el pequeño Nicolás, Paula y Jorgito…”
    En fin, que creo que la historia se podría haber trabajado un poco más. Pero es hermosa igualmente. Y el recurso del salto temporal es sorprendente e ingenioso.
    Un saludo

    Escrito el 31 octubre 2014 a las 14:48
  4. 4. Kathleen dice:

    Hola, Fernando
    Gracias por haberte tomado tu tiempo, leer mi relato y haber reflexionado sobre él.Todavía estoy empezando y estoy aprendiendo mucho con los comentarios que estoy leyendo.
    Coincido contigo en lo que dices. Tal vez, debería haber reducido la parte en la que describo a los niños pequeños, no haberme centrado tanto en ellos y centrarme más en el protagonista.
    Creo que lo que sí que queda claro de la historia es que el protagonista no tiene hijos, porque los aborrece. Pero entiendo que hay varias incógnitas que podría haber respondido y yo lo habría hecho si hubieran sido unas cuantas palabras más. Por ejemplo, en cuanto a Jorgito sí que era el hombre al que Paula le preguntaba por los niños. Y no, ellos no están juntos, pero sí que siguen siendo amigos. Aunque sé que como no lo especifico, el lector puede pensar que sí lo son.
    Como te he dicho, todavía estoy empezando, es la primera historia que envío y para mí lo más difícil es cumplir con el número de palabras.
    También estoy de acuerdo contigo en que en la primeras lineas repito la palabra “canicas” y sé que debería haberla cambiado, pero no se me ocurría ninguna forma para solucionarlo.
    Muchas gracias por comentar, porque ahora me he dado cuenta de ciertas erratas que he cometido, y solo así se aprende.
    Un saludo

    Escrito el 31 octubre 2014 a las 21:20
  5. Hola, Kathleen, gracias igualmente por tu comentario. Todos estamos aprendiendo. Un saludo y te leeré el mes que viene.
    Avanzamos.

    Escrito el 31 octubre 2014 a las 21:31
  6. 6. Angel Gabriel. dice:

    A mime gusto el relato pero me pareció un poco lento, sin mucha acción, aunque los personajes centrales estan bien logrados son redondos, el final es el esperado no hay giro en la historia, aunque eso de encontrarte con esa persona especial de tu infancia claro que sucede, en el género quizas estoy un poco perdido porque lo califico dentro del género romantico, pero no se si sea el correcto,en cuanto al tema central que es el colegio y la pregunta dónde estan los niños, considero que dedicas muy poco a despejar esa interrogante, tu historia es buena pero para mi un tanto alejada del tema central, que es dónde estan los niños. Si tiene sintesis y desenlace, hay una presentación, un nudo y un final claro, lo que da estructura al relato. no veo el conflicto en la historia o en el personaje.
    Pero como en esto todos estamos aprendiendo lo mió tampoco es la gran cosa, si tienes tiempo espero que lo leas y lo comentes es el relato 16 el COLEGIO Y LAS MUÑECAS.

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 04:07
  7. 7. Diego Manresa Bilbao dice:

    Hola Kathleen,
    Me ha gustado mucho tu relato la verdad, si que es cierto que tiene algun cabo suelto, pero no me parece lo importante aqui, lo que quieres contar es la nostalgia que siente Nicolas y el reencuentro que le puede cambiar la vida…
    Muy bien el transito de recuerdo a la eopca actual, enhorabuena!
    Nos leemos

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 18:26
  8. 8. Kathleen dice:

    Hola, Angel
    Gracias por haber leído mi historia, cuando tenga un poco de tiempo libre y no esté tan liada, me pondré a leer tu historia.
    Estoy de acuerdo contigo en que debería haberme extendido un poco más con la frase que se pedía. Podía haber hecho que Jorge respondiera a la pregunta de Paula y así también explicaba que él era el amigo de la infancia de Nicolás.
    En opinión el que tenga un toque romántico no creo que le venga mal a la historia. Está ambientada en un colegio, aparecen niños jugando y también aparece el patio.
    Un saludo

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 23:20
  9. 9. Kathleen dice:

    Hola, Diego
    Muchas gracias por el comentario, me alegro que te haya gustado. Sé que tiene varios errores y cada vez que leo los comentarios me doy cuenta de ellos.
    Me pasaré a leer tu historia. Un saludo

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 23:22

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