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Quédate Conmigo - por Eduardo Bravo

El autor/a de este texto es menor de edad

Igor caminaba por la calle. Recordando todas las anécdotas que le ocurrieron en esos pisos y parques. La mudanza lo llevaría al barrio contiguo, y todos sus amigos y recuerdo quedarían atrapados en el pasado.
Nunca había sentido miedo de esos edificios grises y lúgubres. La poca iluminación de la calle (causada por las continuas peleas que hacían que las piedras y balas impactasen en las farolas) hacía que el lugar fuera un sitio donde las sombras extrañas diesen algo de pavor. Llegó a su edificio, el número 3, y buscó su piso en el panel de los timbres.
Entró en su casa y respiró ese olor tan típico de su hogar, aquel que ahora debía abandonar.
-Igor, ¿has recogido la ropa y la has puesto en la maleta?
-Sí, mamá-dijo por enésima vez. Su madre estaba muy entusiasmada con la compra del piso y no dejaba de contar las horas que faltarían para que llegase su marido e ir a su nuevo hogar.
El chico, fue arrastrando los pies hasta su cuarto, recogió la poca ropa que quedaba encima de su cama y la introdujo en su vieja maleta de cuero.
Todavía faltaban varias horas para que su padre volviese, así que Igor se puso los auriculares i escogió su canción favorita. Mientras tarareaba la letra, escuchó un lamento de mujer, como un suspiro lejano; después, una sensación de relajación invadió su cuerpo.
-¿Qué cojones ha sido eso? -dijo mientras se arrancaba los cascos de un manotazo, haciéndose daño en las orejas.
-Igor, controla tu boca.
-Lo siento mamá, ¿Por qué has suspirado?- preguntó nervioso para saber quién era la autora del lamento.
-No he suspirado, anda déjate de tonterías y ayúdame con el vestido.
Confuso, Igor abrochó la cremallera del vestido de su madre. Habría jurado que aquello era un lamento de mujer. Decidió no hacerle caso, esos auriculares ya eran antiguos y, más de una vez, se había sentado sobre ellos.
Las horas pasaron, y su padre estaría al caer. Madre e hijo, se sentaron en los sofás a esperar. Ambos, sentían algo de tristeza y cuando hablaban, un nudo en la garganta hacía que sólo emitiesen monosílabos. El ambiente era muy pesado, triste, casi solitario. El móvil de Igor vibró, era su padre.
-Mamá, papá dice que vayamos bajando.
-De acuerdo, ve tú delante que yo tengo sed.
El muchacho bajó el pomo de su puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a intentarlo pero fue en vano: estaba bloqueada. Cogió aceite de la caja de herramientas y engrasó la puerta. Nada, no se podía abrir.
Un grito salió de la cocina, Igor fue corriendo al rescate de su madre. Al llegar a la puerta, se quedó paralizado: una mujer, rubia y de ojos verdes, no muy alta y con las muñecas goteando sangre, sangre que manchaba su cuerpo desnudo. Su madre, estaba empuñando un cuchillo que no dudaría en usar.
-¿Qui…quién e…eres?-preguntó Igor aterrorizado desde la puerta, no se atrevía a acercarse.
-No os vayáis. Quedaos conmigo. Quedaos aquí.
Los objetos empezaron a volar, el estruendo de cristales rotos, cucharas y otros cubiertos estrellándose con las paredes y platos impactando muy cerca de los dos, era ensordecedor. Estaban acurrucados, tras la puerta de la despensa.
La mujer se acercó, parecía no importarle que los objetos la hiriesen. Igor corrió hacia el baño y se encerró. Un terrible grito, agudo y proveniente de su madre, le hizo llorar. Todos los grifos del cuarto se empezaron a abrir escupiendo enormes chorros de sangre. Quiso salir del baño pero, al igual que antes, estaba bloqueada.
La mujer se apareció en la bañera, ahora muerta y sonriente. Igor, ya afónico de pedir ayuda, con el agua ensangrentada ya por la cadera; empezó a pegar puñetazos y patadas a la puerta. Sus nudillos doloridos y descarnados, se empezaron a adormecer fruto del cansancio que le provocaba tener que sumergirse para alcanzar la salida. El agua llegó al techo. Igor empezó a sentirse adormecido, los pulmones le ardían. Antes de sentirse desvanecer, escuchó:
-Quédate conmigo.

******************

-¿Causa de la muerte?- preguntó el inspector Alfonso, sorbiendo su café.
-Muerte por descarga eléctrica, proveniente de los auriculares.

-Pobre chico, tan solo tenía catorce años- murmuró viendo el cuerpo, ahora sin vida de Igor.

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1 comentario

  1. 1. Ángel Gabriel dice:

    Me sorprendió gratamente tu relato, es genial, es excelente, me sorprende la puntuación que para mi es muy buena, el lexico que usas es muy florido, tiene trama, intriga, conflito, crea expectativa por saber que pasará al final, tiene presentación, nudo y desenlace, aunque el final para mi confuso, porque ya no se explica que sucedió con la madre, si ella también fue muerta por el espectro o no, otra cosa que queda en el ambiente es el padre de Igor, quien entiendo que ya había llegado, y no hizo nada, ya no se sabe nada de él, o sea quedan unos cabos sueltos, pero en términos generales es excelente, la ortografía, es buena, en fin has hecho un ¡¡¡¡¡TRABAJO GENIAL, FELICITACIONES!!!!!!!!!

    Escrito el 24 diciembre 2014 a las 02:16

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