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El ático. - por Andrés Sulbaran

Web: http://historiasominosas.blogspot.com/

Los dos niños se encontraban en el ático del orfanato Clarividencia, se encontraban frente a la polémica ventana de la cual se decía una joven monja claustrofóbica se había suicidado cuando unos niños le habían encerrado en esa pequeña estancia y, debido a la desesperación, se tiró por la ventana. Desde entonces, se contaba que todo niño que subiera al ático a medianoche se encontraría con el fantasma de la desdichada joven.

—¿Vendrá esta noche?
—No lo sé… Según dicen, hay ocasiones en las que no llega.
—¿Cómo pueden saber eso si supuestamente ella se lleva a cada uno que le espere?
—Los rumores viajan de la misma forma mágica en la cual son creados. Sé que estar 4 días escapándonos de nuestras habitaciones para venir hasta acá, arriesgándonos a que nos atrapen y no conseguir nada a cambio puede llegar a ser un poco fastidioso.
—¿Un poco? Estoy asqueado ya, es todo una mentira Daniel, mira, ya tenemos más de media hora esperando a que aparezca, supuestamente aparece exactamente a las 12:00 am y son las 12:34 y aún no ha sucedido nada.
—Intenta tranquilizarte Andrés, si fuera todo una mentira, ¿Cómo explicas las desapariciones de María, Carlos, Richard, Luis, y los demás niños que vinieron hasta acá para comprobar la historia?
—Pues no lo sé, quizá no desaparecieron, quizá simplemente encontraron una forma de escapar de este maldito orfanato y estaban tan ansiosos de ser libres que ni se dignaron de decirnos cómo hacerlo. Además, supongamos que todo es verdad, que ella viene y se los lleva… ¿Qué coño haremos si aparece?
—Bueno… La verdad es que no había pensado en eso.
—Por eso es que tiene dos años sin que te soliciten a una visita parental… Eres todo un idiota, vamos a dormir, estoy harto de perder horas de sueño por esta estúpida leyenda.

Los dos niños se levantaron y se limpiaron el trasero lleno de polvo, el pequeño ático se encontraba lleno de muebles que estaban tapados con sábanas blancas, era, inconscientemente, una mala jugada para la situación en la que se encontraban. Andrés comenzó a caminar de espaldas mirando a su amigo mientras le hablaba.

—Ahora rezar de que la hermana Rosa no esté dando sus caminatas nocturnas porque si lo está haci…—Advirtió que Daniel dejó de caminar y se quedó paralizado mirando al vacío que se encontraba detrás de él— ¿Qué coño te sucede? ¿Qué coño miras?

Al voltearse, con más miedo que curiosidad debido a que su mente había estructurado el cliché de historias de terror, observó que por la puerta en la que él y su amigo habían entrado al ático se hallaba, cubriéndola toda, algo tapado con una sabana blanca al igual que los muebles del lugar. Andrés se sorprendió pero se obligó a pensar que se trataba de algún mueble más, ¿Cómo llegó hasta allí sin que se dieran cuenta? intentó no pensar en esa pregunta.

—Venga, que no es nada —Miró sonriendo a Daniel que seguía paralizado y se acercó a aquello que les impedía escapar—, es sólo un mueble.

La tomó con las pequeñas manos pero al hacerlo dicha sabana cayó al suelo como si cualquier cosa que hubiera habido bajo de ella hubiera sido tragado por su inmensidad blancuzca. Andrés se estremeció pero más fue el alivio de saber que no había nada allí que el miedo que le había provocado.

—Jaja, joder… Eso sí que me asustó… ¿Y a ti Daniel?

Pero al voltearse para observar a su amigo descubrió que se encontraba más lejos de donde antes había estado. Se hallaba pegado a la ventana y, detrás de él, se encontraba la silueta de una mujer joven… Andrés notó que su amigo respiraba de forma profunda.

—¡DANIEL!— Gritó Andrés e intentó correr hacia su amigo para socorrerle pero en ese momento aquella entidad femenina proliferó un grito desgarrador que se extendió por toda la estancia e hizo que al niño se le paralizaran las piernas.

El temor y la desesperación le embargaron cuando observó cómo dicha entidad se llevaba a su amigo por la ventana, como si hubiera sido arrastrada por una fuerza mayor y, al no poder aferrarse a algo más, se aferraba al pequeño cuerpo de Daniel y los dos cayeron al abismo…

La calma engulló el ático y Andrés, desesperado y una vez que pudo tener el control de su cuerpo, se abalanzó hacia la ventana, deseando encontrar a Daniel, pero no encontró nada… Sólo vacío.

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1 comentario

  1. 1. juanjohigadillo dice:

    Bueno, sólo me gustaría apuntar que el lenguaje de los diálogos no parece el que usarían dos niños. Por lo demás no tengo nada más que objetar.
    Saludos.

    Escrito el 3 diciembre 2014 a las 10:45

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