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Mi niña - por el cuñado de Miguel

MI NIÑA

Recuerdo que fui padre y eso me cambió la vida. Me vienen imágenes deslavazadas de mañanas luminosas en la terraza del ático, brochazos de verano, tumbado en la hamaca leyendo el periódico y mi niña en pañales sentada en la toalla de Pluto agitando el sonajero. Tendría meses. Mi muñeca. Con esos mofletes sonrosados, la piel recién puesta, esponjosa, con ese olor a nuevo que tanto atrae. Se me proyectan instantáneas de su mirada pícara y su expresión risueña en la cocina mientras le daba la papilla ( el porro convenientemente apartado en el cenicero rojo sobre la encimera), su manera de esquivar sutilmente la cuchara cuando ya no quería mas, sus sonoros eructos, a veces concatenados tal que parecían revelar mensajes cifrados de ultratumba. Es una sucesión como de espejismos en lo que ingiero mi leche matutina, ni siquiera podría asegurar que una vez formaron parte de mi vida: viendo el partido de la selección con los colegas, las litronas y los canutos circulando en sentidos opuestos a través del semicírculo ritual frente al televisor, en el momento en que veo fugazmente con el rabillo del ojo a mi renacuajo gatear a tumba abierta por el pasillo a no menos de treinta kilómetros por hora, y el escalofrío, y el firme propósito de dejar las drogas ( sobretodo por miedo a que la madre no me la dejara mas en casa cuando se iba a trabajar). Mira por donde ahora soy yo el que eructo, y después me sobreviene un irrefrenable impulso de descuartizar. No por ello me abandonan las contundentes descargas visuales, en este caso con banda sonora incluida, es una canción que conozco porque descubro que me se la letra: Love me tender, love me sweet, se la canto a modo de nana mientras la mezo suavemente en mis brazos, love me tender, love me true, all my dreams fullfilled, ella me observa con perforadora curiosidad y esa media sonrisa del que espera que terminen de contarle un chiste que ha oído mil veces, ámame por mucho tiempo, llévame a tu corazón, porque ahí es donde pertenezco; y sus ojos proyectan chispazos encarnados en la penumbra de la habitación. Mi nenita. Sangre de mi sangre. Tan tierna, inocente e indefensa. Yo la protejo, la acerco a mi pecho para que escuche mis latidos y le susurro el cuento del papá conejito, la mamá conejito y el conejito pequeño una y otra vez hasta que me canso y me callo. Parece dormida. No consigo verle la cara. Puedo revivir con total nitidez el silencio opaco que nos envolvía, como si de repente hubiéramos entrado en una cámara de vacío, un silencio de esos que se producen antes de un maremoto, a decir verdad el mismo que noto ahora mientras acerco mi cabecita al cuello de mi madre ( digo yo que este apetitoso manjar será mi madre), solo que ahora no me recorren el cuerpo poderosos calambres de pánico indefinido, y en el recuerdo si: un par de segundos de sacudidas desde la coronilla a los pies, una calma chicha gélida en mis órganos internos, justo antes de que mi dulce criatura girara levemente su rostro para mostrarme una sonrisa forzada hasta lo inverosímil, las comisuras de los labios casi a la altura de unas repentinas bolsas violetas bajo los ojos, a juego con una cejas en uve cual tejados de pizarra bestialmente inclinados sobre sus iris del color de la sangre coagulada. Los dientes los destapó sin querer en el instante previo a arrancarme de cuajo el corazón: una ristra de colmillos de dóberman apelmazados a lo largo del perímetro bucal, muy parecidos a los que estoy utilizando para descuartizar la yugular de mi mamá. Quien sabe si ella tambien tendrá recuerdos humanos antes de comerse uno. Esto de ser padre no es fácil de olvidar

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1 comentario

  1. 1. José Torma dice:

    Wow, no se ni que decirte.

    Creo que el texto atropeyado, el exceso de puntos y seguido y algunas otras cosillas hacen este relato muy claustrofobico.

    A modo de sugerencia, podrias separar el texto en parrafos, utilizar comas o punto y coma para acentuar, creo sinceramente que se beneficiaria mucho.

    Al final me perdi en esa sensacion de que eran vampiros o ya no supe…

    Saludos y te felicito por presentarnos tu trabajo.

    Escrito el 3 diciembre 2014 a las 00:03

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