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Gris - por Diana Hunt

Era una mañana azul brillante de junio. El campo estaba lleno de flores que parecían bailar empujadas por el viento hacia el norte. El sol estaba radiante al alcanzar el cenit. El inexperto David sintió una punzada por dentro ante esos signos de mal augurio, mientras recorría los últimos metros de la carretera con el resto del retén local. No hizo falta adentrarse en el bosque para ver al enemigo al que llevaban rato oliendo.
Desde el borde del valle, circundado por árboles de todos los verdes, pudieron contemplar al asesino naranja. Devoraba la hierba y los arbustos en dirección a los bomberos. David miró hacia la retaguardia del fuego para contemplar un campo gris salpicado de troncos que él sabía se hundirían bajo sus dedos si los tocara.
Su retén se armó y empezó a bajar la pequeña pendiente. David dio un suspiro al comprobar que los muchachos del cuerpo provincial ya tenían controlado el infierno tras las trincheras precisas que habían formado.
El joven se volvió para recoger el resto del equipo del pequeño camión, cuando oyó gritos ahogados. Se dio la vuelta a tiempo de verlo con sus propios ojos: una nube naranja, separada del cuerpo del fuego, venía por el aire en su dirección. Su instinto, y no su cabeza, le hizo apuntar con el extintor que no sabía que llevaba ya en la mano. La llamarada se desvaneció sobre sus ojos mientras le quemaba las pestañas. Intentó focalizar el valle entre la película temblorosa que estorbaba su visión. Los compañeros no estaban ya, ni el cortafuegos. Sintió venir el sonido de un motor por encima de su cabeza, en el momento que se puso en movimiento para formar él mismo una nueva trinchera que aprovechara la pendiente. Necesitaba una pala y estaba en el camión. Corrió los escasos veinte metros de ida sin pensar y los de vuelta aterrorizado, porque, en el fondo, sabía lo que se iba a encontrar cuando regresara al borde del valle. Las llamas sobrepasaban la pendiente en todo el perímetro. A través de un pino que se desmaterializaba ante él, vio a la minúscula avioneta derramando su contenido sobre el mar de fuego.
Solo quedaba huir.
Saltó al camión y pisó todo lo que pudo en dirección norte. Aun no era gran velocidad, pues continuaba la pendiente un trecho más, pero era lo suficiente para ver al fuego empequeñecerse… según el retrovisor. Cuando la carretera se hizo recta, sintió un alivio por dentro que le hizo saltar las lágrimas. Aceleró. A momentos, ya podía vislumbrar el pueblo en el margen izquierdo de su horizonte.
David se extrañó ante su propia necesidad de comprobar las flores del campo a ambos lados del camino, pero un ligero bamboleo del camión le empujó a ello. Las margaritas silvestres mantuvieron sus cabezas en suspensión unos instantes. A David se le puso el vello de punta. Agarró con fuerza el volante, intentando agazaparse tras él, al tiempo que mantenía la mirada fija en el frente. Sin embargo, era imposible no notar el movimiento periférico. Las margaritas y los matorrales bailaban ahora hacia el noreste. Minutos más tarde, tras una curva, empezó la leve cuesta abajo. Vio unas guirnaldas chispeantes atravesar el camino, seguidas de un humo oscuro.
David ya no pensó más que en la carretera, hasta que esta dejó de existir. Primero, ante una pared naranja y, después, tras una gris.

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3 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal Diana.

    Me gusto la forma, aunque no mucho el contenido. Se me hizo vago pero como ejercicio en la desesperacion y frustracion del inexperto David, salio un relato muy ameno.

    Te felicito

    Saludos

    Escrito el 5 diciembre 2014 a las 01:30
  2. 2. Marcelo Kisi dice:

    Hola Diana!
    A mí me gustó el tema del incendio, pero confieso que me perdí en las explicaciones técnicas. Tenía que leer varias veces para ver qué pasaba que justificara en David sus suspiros, sus alivios o su desesperación. No logré entender por qué el bamboleo de un camión empuja a alguien a mirar flores, o lo de la nube de fuego que viaja por el aire, que no se sabe si es fantasía, metáfora o la dinámica de un incendio verdadero en un bosque. Y cosas así. Se diría que entiendes de incendios y de la técnica para combatirlos, y uno no. Pero como la mayoría de los lectores somos poco entendidos en esas lides, mi sugerencia es que simplifiques las imágenes y las descripciones para que el lector común se pueda acercar sin tanto esfuerzo a lo que tus ojos saben ver. Espero que te sirva, nos leemos!

    Escrito el 5 diciembre 2014 a las 17:57
  3. 3. Ángel Gabriel dice:

    A mi llamo la atención el parrafo sobre el camión porque no comprendí si era el protagonista quien lo manejaba, u otra persona, tampoco comprendi donde se situaba el protagonista en el camión si afuera o adentro de él.Tu relato para mi un poco confuso, pero la trama es interesante, el tema es singular. ¡¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!

    Escrito el 17 diciembre 2014 a las 04:10

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