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Solipsismo - por RigoRabia

Solipsismo – por RigoRabia

-¡Te he dicho que no me molestes!- dijo esto abriendo tanto los párpados que parecía que los globos oculares se iban a salir de su cráneo. Apretaba los dientes esperando una réplica.
-Odio las noches de lluvia, ¡Y tú lo sabes!- gritó mientras golpeaba con el puño el mueble donde se encontraba apoyado el espejo.
Unas lágrimas salieron y viajaron hasta el suelo manchado por el lodo de sus botas. Bajó la cabeza y caminó lentamente hacia la sala, todo el lugar estaba en completa oscuridad, solo la brillante luz de la luna que entraba por las ventanas y daba forma a todo lo que estaba alrededor. Se sentó sobre un viejo sillón y alzó las manos hasta sus ojos, la azul luz iluminó los miles de surcos en la piel penetrados por sangre. La lluvia empezaba a cesar.
-¿Por qué hacemos esto? – dijo una extraña voz. Al voltear a mirar se dio cuenta que provenía de un pequeño bulto oculto entre las sombras. Se acercó un poco para intentar distinguir lo que era. Entonces escuchó un gemido, parecía que venía de muy lejos, de otro mundo. Lentamente se fue aclarando más. Venía de arriba. Se levantó precipitadamente y como si estuviera bajo trance camino hacia las escaleras.
El sonido de sus botas al pisar los escalones de madera se escuchaba rítmicamente mientras subía, parecía el segundero de un reloj bajo el agua. Una vez hubo alcanzado la planta alta observó el pasillo que se presentaba, reinaba la oscuridad, en él había cuatro puertas, tres de ellas completamente abiertas, de cada una de ella salía una luz tenue. Había dejado de caminar pero el ruido de un segundero permanecía en el ambiente, seguía rebotando alrededor. No lo soportaba. Se llevó las manos a las orejas y comenzó a caminar, lentamente. Adentrándose en el oscuro pasillo.
Al ir acercándose a la probservar con más detalle se dio cuenta que no era eso, sino un cirio. Asomó la cabeza dentro y vio una imagen que hizo que todos los ruidos se callaran. Dentro había una anciana hincada, estaba totalmente encorvada y tenía una prominente joroba, su cabeza rozaba con su estómago. Pronunciaba palabras que apenas se alcanzaban a escuchar. Sobre la pared había un hombre crucificado, su cabello llegaba hasta el suelo.
Retrocedió bruscamente y avanzó, al hacerlo, los ojos de aquel extraño en la pared siguieron su trayecto. Su ritmo cardiaco aumentaba. Siguió caminando por el pasillo. En la siguiente habitación observó que la luz provenía de un televisor encendido donde se veía a una persona que se lanzaba del borde de una estructura, caía destruido, se levantaba y volvía a hacerlo de nuevo interminablemente. Un extraño observaba la pantalla sin voltear. Decidió no quedarse viendo por más tiempo esta escena y siguió con su andar. La última habitación que estaba abierta se encontraba iluminada por una lámpara antigua que emanaba una luz temblorosa. Dentro había un librero y un par de sillones. Había un hombre parado justo en medio, vestía un traje desgastado. Tenía una barba abundante y sostenía un libro en sus manos. La luz se apagó junto con todas. Todo era penumbra.
Rápidamente se dirigió a la última puerta, estaba cerrada. Tomó la perilla y la empujó con su hombro. Se abrió de golpe. Dentro alguien gemía. La habitación era muy amplia y había una gran ventana cubierta por unas grandes cortinas antiguas, se dirigió a esta para permitir que la luz de la luna entrara. Todo era desorden alrededor, parecía que había ocurrido una pelea dentro, todo estaba destrozado. En una esquina yacía un cuerpo en al suelo, gemía y se movía espasmódicamente. Se dirigió hacia él, en su camino pasó entre un espejo fragmentando en varios pedazos. La luz que entraba por la ventana lo iluminaba directamente. Se detuvo ante él y se miró, era muy bella. ¿En qué momento su vida se había quebrado?

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