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La máquina de la felicidad - por Iracunda Smith

Web: http://iracundasmith.wordpress.com/

Violeta permaneció unos minutos apoyada con la cabeza entre los barrotes de la gran verja de hierro oxidado contemplando el ruinoso edificio. Recordaba que hacía no mucho había sido un hospicio y, unos cuantos años atrás, la residencia de un aristócrata venido a menos.
Sacó del bolsillo de su abrigo el panfleto y contempló a la mujer que le sonreía: “Diga adiós a sus preocupaciones” rezaba el eslogan. Si hubiese enseñado ese papel a cualquiera enseguida le habrían advertido de una muy probable estafa. Pero no lo había hecho, al igual que no había contado a nadie que meses atrás había visitado a una santera y que se había dejado la mitad de sus ahorros en un amuleto, una botellita llena de sangre y uñas, que nunca funcionó.
Nadie entendería que haría lo que fuese por olvidar. Aunque en esos momentos hasta ella misma dudaba de su decisión. Aún estaba a tiempo de irse a casa pero sabía que volver a la rutina no era la solución y que era eso lo que la estaba matando.
Empujó la verja y pasó como pudo por la estrecha rendija que consiguió abrir.En el jardín había árboles y plantas muertas por todas partes. A lo lejos percibió la figura de un hombre excavando la tierra. Supuso que era el jardinero intentando devolverle la vida al lugar pero no pudo evitar estremecerse, ¿qué pretendía plantar en semejante agujero?
Dio tres golpes con la aldaba y esperó. Nadie apareció en un buen rato. Se sorprendió al sentirse aliviada. Estaba girando sobre sus talones cuando la puerta se abrió. Una mujer obesa que vestía un traje de enfermera que le quedaba pequeño le abrió la puerta.
– La esperábamos –dijo, y con un gesto que pretendía ser una floritura la invitó a entrar.
El recibidor estaba lleno de muebles cubiertos con sábanas. La enfermera se bamboleaba delante de ella esquivándolos sin ninguna gracia. Cuando habían cruzado un par de habitaciones le llegó el olor a desinfectante. Estaban en una antesala llena de suciedad en la que había una única silla metálica. Al sentarse comprobó que cojeaba e intentó no moverse mucho para no oír aquel siniestro chirrido.
– Enseguida será atendida… ¿Ha comprendido la política de privacidad? –preguntó la enfermera antes de marcharse.
Violeta asintió. Se refería a la letra pequeña del anuncio. Los interesados (en ningún momento se les llamaba pacientes) se comprometían a no hablar a nadie del experimento que se llevaría a cabo.
Se consideraba una persona cabal e inteligente y esa advertencia valdría para hacer saltar todas las alarmas, pero entonces los olores y los sonidos volvían a su mente. Él debía desaparecer. Sacudió la cabeza y se dijo que era lo correcto. La única salida. La penúltima opción.
Cuando llevaba diez minutos esperando el silencio comenzó a ser insoportable. Al principio anhelaba oír alguna muestra de vida en aquella casa que la calmase pero luego creyó oír gritos de auxilio así que comenzó a balancearse en la silla para hacerlos callar.
Un hombre lleno de tierra irrumpió en la salita cojeando y buscando a alguien con los ojos exorbitados.
– ¿Dónde está? –escupió.
Antes de que pudiese contestarle la puerta se abrió.
– ¿Qué hace aquí, Geeves?
Una anciana en una bata blanca impoluta salió a recibirle.
– He tenido un problema en el jardín. Necesitaré más cal –dijo sin dejar de mirar a Violeta de arriba abajo.
– Soluciónalo. No te está permitido entrar en la casa.
– Acordamos que no más de sesenta kilos… -dijo frotándose la espalda.
La mujer le atraveró con la mirada y el jardinero se fue renqueando cabizbajo.
– Adelante querida, tenemos mucho trabajo que hacer.
Violeta entró en una sala con paredes de azulejos blancos. Había una silla reclinable en el centro y un mueble tapado con una sábana verde. Todo estaba impecablemente limpio. Tomó asiento y cerró los ojos. Una música demasiado familiar empezó a sonar a sus espadas y dio un respingo.
– Tranquila–dijo la anciana-. He leído atentamente tu carta y he dispuesto todo para ayudarte a recordarle antes de ayudarte a olvidarle, es el procedimiento. Abre bien los ojos.
La mujer, que no dejaba de sonreir, le aplicó unas gotas que nublaron su visión por un instante. Inmediatamente unas imágenes se proyectaron en la pared. Violeta intentó levantarse pero en algún momento había sido atada a la silla.
– Abre bien los ojos –dijo la anciana mientras descubría la máquina de la felicidad.

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17 comentarios

  1. 1. Bego dice:

    Hola! Yo fui una de las comentaristas de tu texto, me encantó. Fue el que más me gustó de los tres. Espero que te plantees continuarlo, Felicidades!
    Un saludo!

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 13:29
  2. 2. Cesar A. Martin dice:

    Parece que tus comentaristas, te felicitamos públicamente, yo soy el admirador de Geeves, espero que continúes así. Enhorabuena

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 14:58
  3. 3. M. H. Heels dice:

    Uf, no esperaba yo que una “maquina de la felicidad” me diera tanto repelús… El relato deja un regusto a cuento tradicional, al mas puro estilo Grimm, que me gusta mucho.
    Y si, yo tambien me declaro fan de Geeves, puede dar mucho juego!
    Nos leemos.

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 17:04
  4. Hola iracunda. Me pasé por tu blog a dejarte mi comentario. Por cierto, fabuloso.

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 13:50
  5. ¡¡Muchas gracias Bego y Cesar por tomaros el tiempo de comentar mi texto y muchas gracias a M.H. Heels y a Luis por pasaros por aquí a leerlo!!
    Estoy de acuerdo con vosotros en que Geeves puede dar para más, es un relato que me apetece continuar.
    Un abrazo, ¡nos leemos!

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 15:42
  6. 6. Diego Manresa Bilbao dice:

    Hola Iracunda!!!!
    Gran relato, una mezcla de algo de Poe con La Naranja Mecanica… tambien tiene un aire a la pelicula “Olvidate de Mi”, si no la has visto te la recomiendo…
    Deseando que lo continues, aunque me gustan las historias con final abierto..
    Nos leemos!!!

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 20:18
  7. 7. Diego Manresa Bilbao dice:

    P.D: El blog esta en proceso, aunque todavia me da un poco de reparo hacerlos tan publicos, solo los leeis vosotros y algun amig@ escogid@ jejejeje… Cuando lo haga lo pondre aqui… De todas formas, aqui he hecho los ultimos 4 talleres por si te interesa
    Un abrazo!

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 20:21
  8. 8. lunaclara dice:

    Iracunda, que final mas raro. Es un giro inesperado. Me ha gustado mucho! Creía q iba a matarla y me encuentro con esa maquina, jejeje
    Felicidades!!!

    Escrito el 30 noviembre 2014 a las 01:03
  9. 9. Peter Walley dice:

    Hola Iracunda,

    La verdad es que según avanzaba la historia me iba esperando lo peor, y el final me ha dejado totalmente descolocado. Continúala por favor 🙂

    Escrito el 30 noviembre 2014 a las 15:10
  10. 10. Iracunda Smith dice:

    ¡Muchas gracias por pasaros Diego, lunaclara y Peter!
    Vale, intenté que fuese un final desconcertante (cosa que he conseguido por que no lo ha entendido nadie jajaja) y que la propia duda de qué demonios es la máquina de la felicidad crease más misterio y miedo (cosa que no he conseguido 🙁 )
    ¡A ver el próximo mes que tal!
    ¡nos leemos chicos!

    Escrito el 30 noviembre 2014 a las 19:08
  11. 11. Aurora Losa dice:

    Brutal, Iracunda. Estoy pegada a la silla.
    Me gusta cómo nos presentas lo que Violeta va a hacer como “La penúltima opción.” y luego el viejo entra hablando de “cal” y “sesenta kilos”
    A mi me ha dado pavor.
    Solo te apuntaría que, a mi ver, si los primeros párrafos se definieran con puntos y aparte, puede que añadieran más dramatismo al escenario y más profundidad a la motivación de la protagonista.
    En cualquier caso, enhorabuena.

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 11:10
  12. 12. Iracunda Smith dice:

    ¡Qué ilusión me hace que te guste, Aurora!
    La verdad es que siempre dudo sobre dónde cortar un párrafo y puede que tengas razón en lo del dramatismo.
    Muchas gracias por pasarte por aquí, ¡nos leemos!

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 15:27
  13. 13. Roger/NHICAP dice:

    Hola Iracunda,
    Estupenda historia. Vas llevando al lector con suavidad a través de la trama ya de vez en cuando subes un grado su nivel de inquietud e intriga sobre que le sucederá a Violeta.
    Narración sencilla, muy bien desarrollada y con un final abierto a la especulación. Yo confío que funcione la máquina, je,je
    Felicidades y nos seguimos leyendo.
    Un abrazo.

    Escrito el 2 diciembre 2014 a las 12:24
  14. 14. David Rubio dice:

    Me recordó un programa que se llama La caja, el relato está muy bien llevado, pero creo que tienes una segunda parte que puede ser bestial. Ella atada en esa silla, con las imágenes de su pasado atormentándola, y ella gritando, exorcizando sus demonios… Bueno, paro que me animo y ese relato será tuyo.
    Un abrazo fuerte

    Escrito el 3 diciembre 2014 a las 00:04
  15. 15. Maureen dice:

    Me encanta, qué intriga dejas con la máquina de la felicidad (por cierto, con ese nombre resulta de lo más inquietante). Yo quiero una continuación 🙂

    Escrito el 4 diciembre 2014 a las 14:26
  16. 16. José Torma dice:

    Y ahora como me saco la imagen de la cabeza? que demonios es una maquina de la felicidad? jaja

    muy bueno, disculpa por la tardanza pero pues asi paso. Un excelente relato.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 9 diciembre 2014 a las 00:57
  17. 17. Aldo Brov dice:

    Muy buen relato. Generas una intriga que atrapa al lector. Bien ambientado y con esos detalles especiales que tiene que tener un relato para darle mas color. Esta muy bien escrito y con un estilo sencillo. Voy a seguir buscando tus relatos anteriores. Saludos

    Escrito el 13 febrero 2015 a las 03:01

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