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Condena de muerte - por Gibran J. Pawling

Web: http://gibyjalil3.wix.com/blog

El sol se apagaba para la corta vida de ella ante el aire helado que hacia a los árboles ovacionar. Las uñas que hasta un par de días antes lucían cuidadas y blancas, ahora se mostraban mordidas en las manos de Nadine Huffman, manchadas, y no se podía saber si de la sangre de ella o la de él.

El recuerdo de aquel día saltaba a su mente desgarrando lo que quedaba de la mujer. Los ojos perdidos viendo el reflejo de su mirada perdida parecían reflejar el miedo que no quería sentir. El miedo que no debía sentir. Porque habían acabado con su existencia en ese edificio.

La muerte había penetrado como frío hierro viejo, rojo de óxido, primero por su alma, después por su espíritu, y finalmente por su cuerpo. Le ofreció más por todo, y cuando ella se lo dio, lo único que recibió por pago fue morir. Sus garras ocuparon el lugar de unas suaves manos, y una lengua astuta fue cortada por colmillos frontales. El monstruo le arrancó piel del brazo izquierdo antes de que ella pudiera salir corriendo. Grandes zancadas hicieron imposible que avanzara sin que otra herida profunda fuera hecha en su vientre. Fue entonces cuando se dio cuenta del veneno que quemaba poco a poco, pero gravemente, exponiendo su carne de modo que las tinieblas podían herirla de muerte.

En esa oscuridad se había refugiado a sufrir su vergüenza. Creyó que había huido de la bestia que la dejó así. Sólo podía esperar a que la sangre dejara el corazón que se negaba a latir. Entonces vio surgir de nuevo los ojos inyectados de sangre, quemándola.

—Cortada eres. Tu sangre será sobre ti. Tu pecado llevarás. Muerta serás.

Entonces creyó que si usaba todo lo que tenía, podía salir de ahí. Pero se horrorizó al darse cuenta de que no lograba nada al usar las pocas fuerzas que tenía contra los golpes que le asestaban. Piel de serpiente se azotó contra ella y se enredó finalmente sobre su cuello, apretando cada vez más. Un peor miedo le hizo pensar que su única compañía era esta aberración que la asfixiaba. Pero no estaba sola. Nunca lo estuvo. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al escuchar pasos aproximándose. El miedo a ser descubierta le hizo darse cuenta del momento en que murió.

Aunque ahora nadie en el hospital le creyera. Decían que estaba viva. Pero ella se vio morir. Todos aseguraban lo contrario. Pero a ella no le importaba. Sólo podía pensar en aquel hombre desarmado, que llegó inesperadamente, y con sus propios dedos, le arrancó a su asesino del cuello, sin parecer importarle las heridas que con su aguijón y las espinas de su exoesqueleto hacían en su espalda. Pensaba en aquel hombre vencedor, desangrado en sus manos.

O tal vez ella estaba en las de él. No perdió la vida para siempre. No recibió la muerte. Su victoria le costó todo, incluyendo un momento en el que se puso frente a ella. Viéndola a los ojos. Lo único que los separaba era su respiración. Y lo único que distinguía al hijo de hombre entre ambos seres quedándose sin aliento, era lo que escondía en sus ojos verdes, era la luz que salía a través de ellos. Ahí estaba él. Cerrando la boca para no quejarse del dolor que voluntariamente recibía en el costado. Para no culparla de la sangre que derramaba. Y cuando él daba su último suspiro, la potestad tras él cayó muerta.

Nadine sabía que estaba condenada a morir, y el hombre tomó en sus manos la condena.

Ojalá en ese momento no hubiera pasado por un extraño. Ojalá lo hubiera conocido más. Ojalá de boca de ella hubiera podido salir un "gracias" o un "te amo" que respondiera al de él. Pero entre tanta confusión, en un momento inesperado de su corta vida, no había reconocido el rostro de su amado.

Ojalá ella siguiera viva. Y ojalá él también. Él le devolvería la vida si fuera esa persona que estaba de pie, en ese momento, en la puerta, diciéndole "te amo".

Lo miró a los ojos, verdes, y respiró. Conscientemente

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2 comentarios

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Hola, Gibran.
    Un texto con un vocabulario muy rico, aunque me da la sensación de que en algunas frases complica demasiado la lectura. No me malinterpretes, yo también soy amiga de lo farragoso y las construcciones, digamos, imaginativas. Pero a veces no favorecen al discurso.
    En cualquier caso te doy la enhorabuena por un relato que estremece con una historia de sacrificio desinteresado y que, en más de un párrafo, ha conseguido ponerme los pelos de punta.

    Escrito el 10 diciembre 2014 a las 10:01
  2. 2. beba dice:

    Hola, Gibran:
    Comparto la apreciación de Aurora sobre el tono del relato.
    Pero la historia me pareció originalísima y bella. Adelante.

    Escrito el 17 diciembre 2014 a las 02:38

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