Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El caserón - por uvevic

Jaume es un niño de unos 7 años de edad y es el protagonista de nuestra historia. Antiguamente los niños jugaban sin problema en las calles de du barrio, todos los vecinos sin importar su edad o sexo.

Todo comenzó aquella mañana de agosto. Jaume estaba con otros niños y niñas jugando al escondite. ¿Os acordáis de ese juego?

La ligaba Natalia, o como todos la llaman Nata.

No valía esconderse ni en los portales ni en las casas, y por supuesto aquel caserón abandonado estaba prohibido.

Nata comenzó su cuenta atrás, cincuenta, cuarenta y nueve, cuarenta y ocho… todos corrieron a esconderse, pero Jaume, esta vez, llegaba tarde a todos los escondites buenos.

No importaría si se escondía detrás de la valla del caserón, total, allí no se escondería nadie no estaba dentro de él, así que era válido.

No es que fuese miedoso, pero esa casa siempre le producía un escalofrió. Nunca había entrado, ni intenciones de ello tenía.
Así fue como se sentó tras las valla de madera. Acurrucado, apoyándose sobre éste y mirando la enorme estructura que tenía delante. La verdad es que un poco de miedo sí que daba.
Observó la puerta de la entrada, las ventas «solo es una casa abandonada y hecha cachos» «no es más que eso» se repetía una y otra vez. Sin embargo sentía su corazón acelerarse una y otra vez.

«Sé fuerte en la vida» le había dicho su padre, y ahora suplicaba porque ese recuerdo no le abandonase y dejar de temer esa casa. Enorme.

Se quiso hacer el valiente y acercarse a la entrada. Ya tenía siete años y tenía que ser o al menos aparentar ser, un hombre. Sus primeros pasos fueron muy decididos, los siguientes, inestables. Llegó a la puerta del caserón, « ¿Ves? No ha pasado nada Jaume». Se sintió incitado por la curiosidad y por aquella valentía, fingida, que él mismo se había impuesto, y entró dentro.

Nada más entrar había unas escaleras, las miró con recelo de querer subir, pero ya había puesto los pies en ellas, cuando escuchó un ruido. Jaume dio un respingo que lo dejo clavado en el escalón, no se atrevía ni a seguir ni a retroceder. De pronto escuchó a una niña, su sonido de voz era dulce.
No convencido del todo empezó a subir los peldaños, uno a uno, y con pesadumbre.
Una vez en el piso de arriba, solo había una puerta entreabierta, se acercó y quedándose clavado bajo el umbral de la puerta la empujó lentamente. Y allí estaba, una niña de espaldas a él, con un vestido blanco, y dos trenzas rubias, que con aquella luz que entraba por la ventana derruida le parecía oro. Sin girarse la niña dijo:

— ¿Quieres jugar conmigo Jaume?

— ¿Cómo sabes que me llamo Jaume?

— Porque yo se muchas cosas

— ¿Cómo te llamas?

— Martina, pero ¿quieres jugar conmigo a corazón verdadero?

— ¿Cómo se juega?

— Yo te iré haciendo preguntas, y tú me tendrás que contestar, así averiguaremos si tu corazón es verdadero o no. ¿Jugamos?

— Vale

El juego de preguntas comenzó. Martina tenía un ritmo demasiado acelerado para Jaume, quien se había perdido en más de una ocasión, pero de repente se le ocurrió una pregunta:

— Martina, ¿Qué pasa si mi corazón no es verdadero?

— Que te lo quedarías para hacerlo verdadero, hasta que volvieses aquí un día.

— ¿Y si lo es? — Jaume empezó a sentir miedo.

— Si lo es, me lo tendrías que regalar.

— ¿Para siempre?

— Para siempre.

Después de muchas preguntas, Martina ya había comprobado si corazón era o no verdadero, y sentía, incluso olía, el miedo que Jaume tenía.

— Jaume, ahora tienes que tumbarte en esa cama, es la última prueba para saber si tu corazón o no es verdadero. Tendrás que beberte el líquido de esta botella, y tus ojos se pondrán verdes si es verdadero, o azules si no lo es.

Jaume se bebió aquel líquido, tenía un sabor dulce. Eso hizo que su corazón se tranquilizase. Se tumbó sin miedo, esperando que Martina le dijera de qué color eran sus ojos ahora, siempre habían sido marrones. Sin embargo, Martina sacó un cuchillo, Jaume aterrado no se podía mover, no sabía que le ocurría, no podía gritar, era como si su cuerpo no reaccionase. Martina, ante los ojos de Jaume, arrancó su corazón, mientras lo veía tornarse de un color azul metalizado.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal?

    Me gusta como estructuras tu relato, se lee facilito y muy fluido. Un poco de indecision al principio que pronto salvas:

    “Jaume es un niño de unos 7 años de edad y es el protagonista de nuestra historia. Antiguamente los niños jugaban sin problema en las calles de du barrio, todos los vecinos sin importar su edad o sexo.”

    Es el inicio y creo que requiere trabajo, a mi me parece confusa y como si le faltara algo.

    Fuera de eso muy solido, el final se ve que te gano la restriccion de las 750 palabras, porque se siente raron, pero poco importa.

    Te felicito, disfrute mucho leyendo.

    Saludos.

    Escrito el 3 diciembre 2014 a las 23:35

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.