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PAJARRACOS - por conchi

Me decía a mí mismo que eran como estatuas sin vida, ningún daño podrían hacerme, resultaba inútil mi razonamiento. Apretaba fuertemente los ojos, y metía la cabeza bajo la almohada cubriéndome la ropa, me faltaba respiración, me encogía tanto, que me dolía todo el cuerpo, deseaba dormirme, no podía dejar de ver todos aquellos ojos brillantes que me miraban de continuo, con caras de muñecos pepones, iban y venían con las chispas del fuego que les rodeaba, presentía que me atrapaban. Y todas aquellas volitas negra y blanca que posaban en la cabecera de mi cama, cuando mi tío me daba el beso de despedida, con saludo de buenas noches y apagaba la luz, se convertían en manadas de pajarracos, que amenazantes se posaban en mi cabeza como su especial manjar. Me levantaba cansado y tullido, el sol de madrugada, es un gigante guerrero, que con descaro, al colarse por la ventana, todos ocupaban de nuevo sus sitios, quedando inmóviles, no obstante no podía perder los de vista, ni darles la espalda, salía despacio, apoyándome en los talones, al llegar a la puerta, rápidamente daba la vuelta, allí esperaba otro, tan alto como mi tío, que se abalanzaba sobre mí, saliendo chispas de fuego de él.
Mi tío, que a la vez era mi tutor, deseaba hacerme placentera mi instancia, y me mostraba su agrado mostrándome sus tesoros, abría cajón tras cajón, sacando cajita tras cajita, reliquias valiosas, decía él, mostrando en cada una de ellas, unos huesecitos de todos esos monstruos que posaban quietos con ojos brillantes. Mis ojos se abrían sin pestañear, deseaba correr muy lejos, mis piernas se pegaban al suelo, tan débiles y temblorosas que eran incapaces de dar un paso, a la vez que sentía la humedad chorreando por ellas.
Cuando mi tío, acabo sus estudios, ya tenía asegurado un puesto de profesor, hasta que empezara el curso, tenía planeado varios viajes, y yo tenía que acompañarle, me mostró fotografías de un palacio con monstruos, como los que llenaban mi habitación, y habitaban en toda la casa, vestían muy parecido a los pajarracos gordos que se posaban en mi cabeza, negros, solo uno vestía de blanco. Otras fotografías en que esos pajarracos aparecían rojos y morados, yo no quería ir, pero no me quedaba otra opción, él era toda mi familia, y quería educarme para que el día de mañana fuera como él.
–– ¡Con cinco años hice yo mi primer viaje, tú ya tienes catorce! ––me decía.
Tenía que ir a inspeccionar en Kocho y Qiniyeh para después informar al pajarraco blanco, me mostraba un libro antiguo donde había fotografías que secaban la boca, me negué a seguir viendo ese libro, cubriendo mis ojos, él agarro mis manos y las apartó de mi cara, a la vez que con dureza me decía.
––Esto, ya ha empezado, ocurrió en zonas aisladas, pronto se extenderá, nos tocará a nosotros, no es hora de esconderse.
No entendía, aquellas fotos, sus palabras, el tono firme y autoritario de su voz, creaban interrogantes preocupantes, impidiendo el sonido en mi garganta, donde las palabras se disolvían absorbiendo saliva, y agrietando mí lengua.
––Tenemos que estar preparados ––me dijo.
Mis ojos se abrieron tanto, que sin pronunciar palabra, pudo percibir la pregunta que la mirada interrogante le estaba haciendo.
––No lo sé,tenemos que viajar a Roma, y allí nos lo dirán.
Se marchó, y sin saber que hacer, me atreví a ojear los libros que posaban en la estantería, tomé uno de ellos, y lo abrí por una de sus muchas páginas, sus dibujos me provocaron escalofríos, entonces comprendí lo que mi tío quería decirme, deseaba escapar de todo eso, los ojos que me miraban impedían moverme, fijé mi mirada en un montón de libros apilados en el suelo, llamo mi atención uno pequeño de pastas verdes, lo tomé y abrí por una página que decía: “Y oí otra voz procedente del cielo decir: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia. Por eso, en un solo día vendrán sus plagas: muerte y lamento y hambre, y será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la juzgó”.
Tome la carpeta con los papeles de mi tutoría y unas monedas y salí sin rumbo, supe que no volvería.

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2 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Buen relato Conchi, creo que da para mas, ojala lo desarrolles.

    Felicidades

    Escrito el 9 diciembre 2014 a las 00:35
  2. 2. Aurora Losa dice:

    Yo solo te voy a hacer un apunte. En el primer párrafo, prueba a cambiar algunas comas por punto y seguido. Lo harán más comprensible y fluído.

    Escrito el 12 diciembre 2014 a las 11:00

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