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YA SE LO EXPLICARÉ - por SARALOLA

Nunca me ha gustado quedarme sola en casa con la niña, pero a pesar de ello, mi marido solía viajar. El 31 de Octubre de 2014, viernes, no lo olvidaré nunca. Era el primer día solas en casa después de las vacaciones de verano, y nos acostamos tarde, después de que pasaran todos los niños del vecindario a pedir caramelos.
La niña se acostó por fin sobre la 01:00 de la madrugada, y yo me quedé un rato más, terminando de recoger el salón de restos de palomitas, pañuelos arrugados y piezas de lego.
Acostarme sola tiene su parte de ritual, porque, pese a no ser demasiado asustadiza, me genera inseguridad estar sola en casa. Así, que, además de acostarme tarde –total, sin mi marido no puedo dormir de todos modos-, cierro la puerta de entrada con el cerrojo faq, reviso el cierre de todas las ventanas, y los de los fuegos.
Me lavo los dientes antes de acostarme, me pongo el pijama bonito, por si hubiera que salir de noche a la calle por un incendio, y dejo el móvil cargando al lado de la cama, por si hubiera una llamada urgente en la noche.
Cuando me metí en la cama, y cerré los ojos, el reloj despertador de mi mesilla debía marcar, aproximadamente las 3 de la madrugada.
Suelo tener un sueño bastante ligero, pero se me había hecho tarde, y estaba cansada, así que dormí como una piedra, pero a las 4 me despertó la niña hablando en sueños. Me levanté a toda prisa, muy agitada, pero estaba dormida en su cama. No sé por qué miré dos veces para comprobar que estuviera sola. Eché las cortinas, y me volví a la cama.
Sobre las 5 volví a escucharla hablar. De nuevo, fui a su habitación. Había cambiado de posición con respecto a hacía un rato, y estaba con los pies apoyados en la almohada, y la cabeza en donde hace un momento los pies. Totalmente destapada, pero con las zapatillas de casa puestas.
No hacía aún frío, era Octubre, pero aún no había llegado el otoño, y seguíamos disfrutando del dulce tardoverano, con noches frescas al raso, pero agradables en casa, con las ventanas cerradas. Así que no la cambié de posición, ni la tapé. Simplemente le quité las zapatillas, y el pelo de la cara, para darle un beso. Me pareció había algo raro, pero no supe detectar que era. Ahora, me parece que tenía los ojos cerrados en falsete, y los labios apretados conteniendo una sonrisa.
No sabía por qué, pero no me sentía tranquila. Volví a la cocina, revisé los fuegos, pase un trapo a los fuegos de vitrocerámica y fregué, de nuevo, el suelo de la cocina.
Al volver a meterme en la cama, con un runrún en la cabeza, no podía dormir. Eran las 5:25 y algo no me dejaba abandonarme al sueño.
Con mucho cuidado, me quité las sábanas de encima, y fui dando pequeños pasos silenciosos hasta la habitación de la niña. Tres pasos antes de llegar a la puerta, escuchaba cuchicheos sordos y risas apagadas. Me asomé lentamente y en silencio a su habitación, y vi a mi hija, mi hija, mi amor, mi niña, agachada en el suelo de la habitación cuchicheando.
Frente a ella no había nada, no había nadie. Nada, pero en la oscuridad de la noche de su habitación, con la leve iluminación de las farolas de la calle, quizás, podría ser, parecía haber algo, una sombra, no una sombra no, una luz borrosa, una figura también agachada pegada cara con cara, o lo que sea que tuviera esa cosa, con mi niña
Con pánico inyectado en el corazón, encendí a la mayor velocidad que puedo concebir la luz de su habitación, y a la misma velocidad o más, desapareció la sombra, las risas y un frío que no había sido consciente de tener hasta ese momento. Mi hija levantó la mirada con sorpresa, e incluso con un cierto matiz de decepción. Sin decir nada, sin explicación, sin oposición, se volvió a la cama, sin una mirada, sin una palabra, se tapó la cara con el edredón.
A las 5:30 de la mañana me desperté. No sabía lo que había pasado en esta habitación , y no me importaba. Sólo pensaba en sacar las maletas del trastero, y en meter, ordenadamente pero sin pausa, toda nuestra ropa en ella. Ya se lo explicaría a mi marido cuando llegara de viaje.

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1 comentario

  1. 1. Diego Manresa Bilbao dice:

    Hola Sara!
    Me ha parecido un relato interesante, la idea es muy buena, esa mujer que se queda en casa con la familia mientras su marido viaja (mi padre viajaba mucho y mi madre siempre estaba intranquila cuando eramos crios) pero no se si esta bien resuelta, la narracion te queda un poco fria…
    De todas formas, sigue asi, aprendiendo y mejorando!!!
    Nos leemos!!!

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 23:52

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