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El señor de la cortina - por Mayomi

“EL SEÑOR DE LA CORTINA”

Eran las ocho de la noche, hasta eso no era tan tarde. Debía bañar a mis nietas antes de ir a la cama, su mamá había tenido que quedarse trabajando en la oficina hasta tarde. Kamila, mi nieta mayor, tenía sólo tres años de edad y Ximena apenas 7 meses de nacida, así que en ocasiones como ésta se quedaban a mi cuidado.
Entre juegos y pláticas les dije que debía bañarlas una por una para evitar accidentes, bañé primero a Xime, un pedacito de ser dulce y tierno, la secaba con cuidado mientras Kamy, de hermosa piel blanca sonrosada, estaba recargada en sus pequeños bracitos sobre el colchón de mi cama, esperando que terminara de acicalar a su hermanita.
¡De repente! Kamy se fue acercando a mí, se volvió a recargar en la cama, alzó sus ojos hacia la esquina de la recámara y preguntó -Ma ¿quién es el señor de ahí?-, giré mis ojos a la pared y le contesté –es el cuadro de Jesús Maestro mi amor-, la pequeña seguía con los ojos fijos en la misma dirección, mientras yo le colocaba a Xime el pañal y le ponía el mameluco, después de breves instantes Kamy dijo –no ma, ¿quién es el señor de la cortina?-, para entonces me tenía la pierna izquierda rodeada con sus minúsculos bracitos.
Alcé los ojos, no había nadie, mi corazón se aceleró, acaricié la cabeza de Kamy y con suavidad nos sentamos sobre la cama, abracé a mis dos nietas y le dije tratando de no alterarlas –mi amor ¿a quién ves?, no veo a nadie-, la pequeña movió la cabeza y me señaló con su dedito diciendo –mira ma ahí está, es un señor con una cabeza grande, ¿ya lo viste?-, me quedé perpleja a nadie lograba ver.
Xime se movía en mis brazos, Kamy no soltaba mi pierna y seguía atónita viendo; espantada, sin saber qué hacer o decir, les pedí que mejor fuéramos a preparar las leches, apenas nos estábamos terminando de poner en pie cuando, ¡oh no se fue la luz! Caímos al piso quedando sentadas, afortunadamente nadie se lastimó, se sintió un aire frío, de pronto -¡ma!, mira esos ojos-, giré mi cabeza hacia atrás, asombrada, temerosa vi unos ojos brillantes en la cortina, el rostro completo iba apareciendo poco a poco, sin poder decir nada ni moverme, sólo acerqué a Kamy a mi regazo, Xime seguía inquieta; todas sin hacer ruido, nos quedamos en silencio.
De pronto una voz siniestra dijo – ¡esas niñas son para mí!- Kamy y yo volteamos hacia la cortina, ahora no sólo se veían los ojos, brillantes y diabólicos, sino que se veía una boca espantosa de donde salían esas palabras estruendosas, el silencio seguía haciéndonos su presa, el sudor, las palpitaciones y el miedo se apoderaban también de nosotras.
Por mi mente no pasaban pensamientos menos aún la intención de decir algo, la boca estaba seca, completamente presa del pánico abracé a mis nietas con fuerza, esa voz seguía con su frase – ¡esas niñas son para mí!-, comencé a intentar orar, sólo salía a mi mente –Padre Nuestro…-, de ahí nada más llegaba a mi mente, Kamy y Xime se apretaban contra mi regazo, la voz espeluznante ahora decía – ¡dámelas!-, quería decir – ¡no!-, pero ningún sonido salía de mi boca, esa palabra se fue haciendo más y más fuerte, los ojos de la cortina se tornaban más rabiosos, la voz iba incrementando su volumen como si se fuera acercando a nosotras que ahora temblábamos de pies a cabeza sin control, las lágrimas comenzaron a brotar de nuestros ojos sin medida.
De repente todo quedó en silencio, la voz se fue apagando y llegó la luz. Miré a mis nietas, las acaricié y besé, en silencio nos levantamos y sentamos en la cama, Kamy me preguntó – ¿qué fue eso ma?-, -no sé nena- fue todo lo que pude decir.
Recostadas sobre la cama, abrazadas, nos fuimos quedando dormidas. Más tarde llegó mi hija, sentí cómo me movía, abrí los ojos y el llanto se apoderó de mí, Euny preguntó qué había acontecido, le conté lo sucedido y sólo me dijo –no sé qué es lo que nos sucede, pero mis hijas y yo vemos y oímos lo que no se ve o toca-, le contesté –pero ahora también escuché, esa voz quería llevarse a las niñas-, mi hija quedó sin color en el rostro, la tomé de la mano y sólo dijo –de alguna manera tendremos que arreglar esto-.

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1 comentario

  1. 1. José Torma dice:

    Hola Mayomi, por que lo abrupto del final? me dejaste con cara de what?

    Muy entretenido tu relato, el miedo de que algo le pueda pasar a niños ajenos es muy brutal.

    Felicidades.

    Escrito el 8 diciembre 2014 a las 20:28

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