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El garaje - por Sonairam

Cuando elegí la plaza de aparcamiento, en el garaje subterraneo de mi edificio, decidí que tenía que estar muy cerca de la puerta de salida. Reconozco que siempre he sido un poco aprensivo con los sitios cerrados, pero me obsesione tanto que lo primero que hice cuando aparque mi coche el primer día, fue contar los pasos que habían hasta la puerta de salida. Sin embargo aquel día, todo fallo. Cuando aparque y salí de mi coche, el dispositivo que contrala el garaje no funciono y la luz se apago. Todo quedo a oscuras, al parecer no había nadie más dentro del garaje y ni siquiera la luz de emergencia que señala la salida quedo encendida. Mi desorientación fue total

Sabía que la puerta de salida estaba a unos veinte pasos aproximadamente de mi aparcamiento. Titubeante, con las llaves en la mano, extendí los brazos y comencé a andar hacia donde suponía que estaba la puerta de salida. Fue entonces cuando percibí un ligero movimiento a mí alrededor, sin que por supuesto supiera de qué podría tratarse. Un segundo paso, otro más, mi respiración era cada vez más agitada y un sudor frío comenzó a recorrer mi espalda. Algo parecido a un gruñido, sonó muy cerca.

Si antes había quedado desorientado por la falta de luz, ahora estaba paralizado por el miedo, era como si mis piernas estuvieran ancladas al suelo, no respondían a mis ordenes de avanzar. Lo que fuera, se estaba moviendo hacia mí, oía como se arrastraba hacia mí, percibía su olor nauseabundo. El sudor empapaba mi ropa, mientras mi respiración entrecortada, competía con los latidos desbocados de mi corazón, que bombeaba adrenalina a su máxima potencia. Aquello estaba cerca, cada vez más cerca y en mi nuca percibí un fétido bufido, hasta que se situó frente a mí. Sus ojos rojos como el fuego me tenían hipnotizado, no podía, no sabía reaccionar, me costaba respirar, era como si una losa me oprimiera fuertemente el pecho. Notaba como exhalaba su respiración profunda y espesa sobre mi rostro.

Y en ese justo momento se encendieron de nuevo las luces del garaje, alguien había entrado y el dispositivo de control volvió a funcionar correctamente. No me podía creer lo que me había ocurrido, estaba junto a la puerta, con las llaves en la mano, casi embutidas en la cerradura y no había nadie junto a mí, ni frente a mí.

Desde aquel día no he vuelto a entrar, ni aparcar en el garaje, prefiero el aire libre, aunque suponga perder unos minutos en buscar aparcamiento.

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1 comentario

  1. 1. @alfca30 dice:

    Hola Sonairam.

    Este mes me tocó comentar tu texto en el taller.

    En general, me pareció un buen texto, que como otros muchos, con algún retoque, a mi juicio al final, podía haber ganado mas tensión.

    Intenté en todo momento buscar algo constructivo que te ayudase a mejorar el texto.

    Disculpa si no lo conseguí.

    Saludos.

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 19:54

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