La invitada especial - por Gladys Ruibal

LA INVITADA ESPECIAL
Como buena anfitriona que era, Karen tenía todo listo para la llegada de los invitados a su fiesta de cumpleaños. Se miró al espejo y le gusto lo que vio. Cumplía cuarenta pero parecía de treinta, era una profesional destacada y además mantenía una buena figura. Como se dice en la jerga, era un buen partido.
Fueron llegando los invitados y entre abrazos, regalos y buenos augurios, comenzó la fiesta que se extendió pasada la medianoche y como suele suceder, muchos de ellos se retiraron y en la madrugada solo quedaban sus amigos más allegados.
Sentados en el living se miraban uno al otro como si el cansancio fuera a vencerlos, cosa que no querían aceptar. Fue cuando a uno de ellos se le ocurrió que podían hacer el juego de la copa y todos aceptaron de buen grado, pues alguna que otra vez habían participado de juegos similares. Ella no quiso ser parte del juego, pues lo consideraba una tontería. No era supersticiosa, no creía en lo sobrenatural, ni siquiera en la existencia de Dios, pero no se opuso a que ellos lo hicieran.
Les pregunto si apetecían comer unos dulces y tomar café, a lo que todos asintieron. Se fue a la cocina y empezó a preparar las bandejas con especial dedicación mientras ellos se divertían. Oía sus risas y exclamaciones hasta que de pronto todo quedo en silencio, ella les hablaba y no respondían, hasta que se asomó desde la cocina y comenzaron a reír a carcajadas. Se hizo la enojada siguiéndoles la corriente y fue donde ellos llevando lo que había preparado. Todos la halagaban por ser tan buena cocinera, además de una gran amiga y el clima de la reunión volvió a la normalidad.
-¿Cómo va el juego les pregunto?
-Un fracaso, no responde las preguntas.
-Quizás es que no le han hecho la pregunta adecuada.
Al terminar la frase la copa comenzó a moverse y marco las letras de su nombre:
“KAREN TIENE RAZON”
Todos hicieron silencio y ella les dijo que la broma empezaba a molestarle. Los presentes se miraron asegurándole que no habían hecho nada. Una de las jóvenes hizo otra pregunta, pero no obtuvo respuesta. Otro, intento con otra pregunta y tampoco obtuvo respuesta. Karen se levantó y sorpresivamente le pregunto quién era y para sorpresa de todos la copa fue marcando letra por letra la palabra:
“SOY LA MUERTE”.
Nadie se movió del lugar y ella acercándose a la mesa agarro la copa y la arrojo contra la pared, al tiempo que les decía que no estaba dispuesta a soportar esas bromas pesadas. La temperatura de la habitación bajo bruscamente y un olor extraño inundo el lugar. El miedo se adueñó de los que antes reían, pero ella no estaba dispuesta a aguantar tonterías como esas. Uno de ellos puso música para bajar la tensión y todos se tranquilizaron, el olor desapareció al tiempo que la temperatura volvía a la normalidad.
Finalmente sus amigos se fueron y ella se puso a limpiar el lugar porque no le gustaba encontrarse por la mañana con el desorden. De repente volvió a sentir el mismo olor nauseabundo, la temperatura descendía cada vez más. Tenía que hacer revisar la calefacción y las cañerías. Lo apunto en el anotador de la heladera y fue a recoger los vidrios. Para sorpresa de ella ya no estaban en el piso y la copa se encontraba intacta sobre la mesa. Se quedó mirando fijamente y esta comenzó a moverse sobre la hoja marcando letra por letra y formando las siguientes palabras: -“por fin se fueron, estaba un poco cansada de sus tonterías. Pero valió la pena esperar ¿no te parece?”
-¿Quién eres? le pregunto.
-¿QUIEN SOY? , YA TE LO HE DICHO. MI NOMBRE ES MUERTE Y POR FIN ESTAMOS JUNTOS.
Por primera vez tuvo miedo, intentó gritar pero no lograba emitir sonido, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Iba perdiendo la conciencia poco a poco dejando paso a la rigidez de la muerte.
Pasados varios días los vecinos se quejaban del mal olor que al parecer provenía del departamento de Karen .Llamaron a la policía y cuando lograron entrar se encontraron con un escalofriante cuadro, el cadáver de Karen yacía en un estado avanzado de putrefacción. En las paredes escritas con sangre se leía la frase “por fin estamos juntos”. Los forenses determinaron muerte por suicidio, pues se había cortado las venas, al parecer con un trozo de vidrio de una copa rota.