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CicloxDream, de laboratorios 4Pharma. - por Borja González Otero

Web: http://leondecomodo.blogspot.com.es

La barrera franji-roja se levantó para David Albedro cuando en el reloj del salpicadero brillaban de forma inadvertida tres cuatros, separados el primero de los otros dos por un par de puntos verticales.
A esa hora todavía no había llegado nadie y el alumbrado seguía en modo nocturno, con la consecuente inacción de los detectores de movimiento que activaban las luces al paso. Sólo los potentes focos del Lexus ponían algo de claridad en el parking, arrastrando a su paso sombras de columnas y de coches de la compañía sobre el brillante asfalto de cemento.
¡Qué asco! –pensó con hastío, mientras enfilaba hacia la rampa de acceso al nivel -2 entre bostezos.
El habitual rechinar de neumáticos volvió a producirse al tomar la pronunciada curva de estilo sacacorchos, elevándose por encima del volumen de la radio. David tuvo que apretar un poco los dientes para resistir la desagradable sensación de dentera que le producía el ruido. Algo instintivo que nunca le había abandonado desde niño.
Salió de la rampa con alivio y a velocidad de ralentí se dirigió a su plaza, la 24E. Una plaza que todavía estaba demasiado lejos de donde aparcaban los directivos.
Por un momento le pareció percibir algo moviéndose más allá del alcance de los focos. Extrañado puso las largas. Pero todo estaba igual como lo había dejado cinco horas atrás.
Supuso que el cansancio comenzaba a hacer mella en él y se frotó los ojos. El CicloxDream era bueno, pero no hacía milagros.
De repente una sensación de derrumbe físico y mental le invadió. Era consciente de que necesitaba haber dormido una, o dos horas más. No solo ese día, también el anterior, y el anterior, y el ant… Pero adoraba su coche, su casa, su nivel de vida…
Lo único que podía hacer para costearlo era ser el primero en llegar y el último en salir. Empujar muy fuerte para conseguir los objetivos.
Aunque la sensación de decrepitud que experimentaba a sus cuarenta y cuatro años empezaba a hacerle dudar que mereciera la pena.
A fin de cuentas, tampoco tenía a nadie con quien compartir sus éxitos. Solo se relacionaba con sus compañeros.
Y cuando necesitaba algo más, con profesionales…

Asqueado de su propia vida, giró en la columna del final, dispuesto a enfrentar los últimos cincuenta metros que le restaban para aparcar, cuando los focos iluminaron de lleno un reloj de arena plantado a medio camino de su plaza. Boquiabierto, frenó en seco y pestañeó un par de veces.
Tardó un instante en decirse, pero acabó bajando del coche para ver aquel extraño objeto más de cerca. Con el ruido del motor apenas se llegaba a distinguir la melodía que reproducía, pero era innegable que estaba allí. Como algo que le inundaba de desconsuelo.
Se agachó y pudo comprobar el lento pero constante caer de la arena sobre el montón grande.
En ese momento, las luces y el motor de su coche se apagaron por sorpresa, dejándolo en la más absoluta oscuridad con la lúgubre melodía de fondo.
Asustado, se puso en pie de un brinco cuando la luz del final del pasillo se encendió casi con una explosión. Y al instante, la siguiente.
Y la siguiente…
Solo faltaban dos para que se encendieran todas…
Se encendió la penúltima, la que estaba sobre el coche, y David profirió un grito.
Un esqueleto, vestido con un elegante traje negro con bombín se erigía junto él.
–¡Qué demonios! –musitó dando unos pasos hacia atrás.
–Hola, David –le saludó la figura articulando la mandíbula.
David metió la mano en el bolsillo para sacar su teléfono móvil. Con un rápido movimiento le lanzó el aparato a la cabeza e intentó salir corriendo.
Pero fue en vano.
La última luz se encendió y mostró a tres figuras idénticas a la anterior cortándole el paso.
–No te resistas, David. No vale la pena –le dijo el primer ser con un tono que sonaba a resignación–. Los dos sabemos que tu vida no merece ser vivida.
Como un pelele, se dejó arrastrar hasta la viga que había sobre su plaza. De allí colgaba una gruesa soga con un lazo, que se dejó introducir por el cuello, tras subir los peldaños de una pequeña escalera.

Nota de prensa:
La OMS ha ordenado la retirada cautelar del medicamento CicloxDream, de los laboratorios 4Pharma, hasta aclarar su incidencia sobre la oleada de suicidios y ataques de paranoia que está golpeando al primer mundo. Numerosos investigadores denuncian que las alteraciones en los ciclos del sueño pueden provocar…

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3 comentarios

  1. 1. Diego Manresa Bilbao dice:

    Buen relato Borja!!!
    Me ha gustado la desesperacion del protagonista principal, la imagen que das de que en este mundo la presion del exito nos puede llevar a hacer muchas tonterias..
    Nos leemos!!!

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 15:14
  2. 2. Sergio Mesa dice:

    wenas Borja!
    me ha gustado mucho el relato. la imagen del reloj en medio del aparcamiento a oscuras es muy potente. pero creo que podrías simplificar algunas frases, sobretodo al principio, que tuve que leer un par de veces para entender bien la situación (también puede ser que yo sea cortito, es cierto 😉 )
    y alguna palabra (como “eregía” o “profirió”) resultan demasiado rebuscadas, la sencillez de lenguaje siempre es un punto a favor ^^
    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 19:19
  3. 3. beba dice:

    Me re-gustó. ¡Qué buena historia! Inesperados personajes y detalles de ambiente. Bien elaborado. Buen manejo del suspenso lenguaje.Felicitaciones.

    Escrito el 17 diciembre 2014 a las 02:47

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