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¿Y por qué no? - por Michelle Blink

¿Y por qué no?- por Michelle Blink

El sonido de las gotas de agua en el cristal retumba como un eco en su mente. Se despierta de forma abrupta, súbita. Ha tenido una pesadilla, de esas que hielan el estómago. Cuando recupera totalmente la conciencia, observa que reina la oscuridad: ha dormido todo el día. Se prepara un café y unas tostadas aunque son las siete de la tarde – desayuno-merienda- dice en voz alta, para sí misma. Parece que ha dejado de llover y dado que le encanta el olor a tierra mojada, decide salir a correr por la urbanización. Se cambia rápidamente pues nota que le falta el oxígeno y salir al exterior es lo único que podría calmarla. Se calza sus deportivas, introduce el iphone en el estuche que coloca en su brazo izquierdo, coge las llaves y por fin, sale a la calle. La música es fundamental en este ritual, por lo que escoge canciones de Greenday para empezar el entrenamiento. No suele hacer estiramientos, pese a que sabe que es contraproducente para sus rodillas. Comienza con un trote muy ligero, no quiere perder el resuello nada más comenzar. El descanso excesivo le ha sentado bien, porque se nota ligera. Va centrada en su respiración, en su ritmo. Está llegando a la zona que menos le gusta del recorrido, una explanada extensa entre dos grupos de viviendas, mientras su iphone reproduce “Nice guys finish last..”

De pronto, nota una presencia tras de sí, alguien le sigue. Piensa que puede ser un corredor que como ella, se apunta a la moda del running. Gira la cabeza levemente y ve algo similar a un pit-bull de color oscuro aproximándose hacia ella. No es extraño ver perros sueltos en esa zona donde los dueños aprovechan el espacio sin edificar para llevar a sus mascotas. Sin embargo, no le ha parecido ver a ninguna persona esperando pacientemente. De hecho, no se ha cruzado con nadie en absoluto. Comienza a inquietarse por lo que aligera la marcha. De forma instintiva, se quita los cascos e interrumpe la música porque necesita todos sus sentidos en ese momento. Escucha el ladrido salvaje del animal y el pánico empieza a adueñarse de ella por completo. Las gotas de sudor le caen por las sienes, está empapada. Se gira una vez más, el tiempo suficiente para percatarse de que el perro no tiene una apariencia normal. Tiene los ojos inyectados en sangre y de sus fauces emana una baba espumosa. Por un segundo se cruza por su mente la idea de que va a morir. Aprieta aún más su carrera, todo lo que sus piernas le permiten. Está llegando a la casa más próxima. Desesperadamente, coge impulso y trepa por el muro que circunda la propiedad. Se araña las manos pero logra saltar al otro lado y esquivar a la fiera, que sigue ladrando a unos pocos metros de distancia, sólo separados por un puñado de hormigón. A penas lleva unos segundos tumbada en el césped del jardín de su improvisado refugio, cuando suena una alarma infernal. Asustada, mientras recupera el aliento, espera a que alguien salga por la puerta principal increpándola, pero nadie aparece. Se dirige a la puerta principal observando que está entreabierta. Duda unos segundos y traspasa el umbral. Recorre con sigilo el largo pasillo que desemboca en una amplia cocina. Allí, tumbado en el suelo, yace alguien inmóvil. Corre hacia el cuerpo, convencida de que está viviendo una pesadilla. Se trata de un hombre joven que parece estar muerto, a juzgar por la baba espumosa que le cae por la barbilla. Está intentando tomarle el pulso, cuando escucha pasos aproximándose por el pasillo. Corre a refugiarse tras la puerta con la esperanza de que sea alguien que acuda en su auxilio. La alarma ha dejado de sonar. A través del cristal de la puerta alcanza a adivinar una silueta gris que camina hacia su escondite. No había experimentado una sensación de terror semejante en toda su vida. La puerta se está moviendo, le han descubierto. Se tapa la cara con las manos en un intento infantil de no ver la realidad pero finalmente las retira, topándose con una silueta sin cara, como una sombra:

-Hemos venido a por vosotros-Le dice una voz profunda, grave, estremecedora.
-¿Qué queréis?-alcanza a preguntar, horrorizada.
-Exterminaros-
-¿Por qué?-pregunta ella de nuevo
-¿Y por qué no?

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1 comentario

  1. 1. Ángel Gabriel dice:

    La trama esta múy bien lograda, es una escena cotidana que va tomando forma y adentrandonos poco a poco en el panico, por ser un monólogo carece de dialogos, lo que hace lenta la lectura. Tiene estructura, porque hay presentación, nudo, conflicto, desenlace, causa intriga, da expectativas sobre que pasara, aunque el final, no es un cierre concreto, lo deja abierto, no especifica quien o quienes le responden, pero si crea todo el relato el suspense necesario para mantener entretenido al lector hasta el final. ¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!

    Escrito el 20 diciembre 2014 a las 03:38

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