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La venganza - por ricar

Sus amigos esperaban impacientes a Carter en el bar para ponerse al día con sus vidas. Habían salido con los peques, Peter, Paul e Isabella para que jugaran en los columpios. Sus vidas dieron un cambio a mejor hace diez años después de estar veinte en prisión por un crimen atroz. Mataron a Larry Niall con diez balazos por la espalda, pero ahora eran padres de familia, se ganaban el sueldo trabajando duro para traer la comida a casa. Desde entonces las cosas no fueron demasiado bien en el instituto Gordon Smith. La muerte inesperada de uno de las personas más influyentes en todo el Estado dejó alegrado a todo el mundo pues quería acabar con el instituto para levantar pisos lujosos. Pero el alma de Larry, el racista, pululaba por los pasillos haciendo estremecer a los adolescentes, por ende, lo cerraron para siempre.
Carter iba caminando cuando de repente en la esquina se chocó con una mujer preciosa haciendo que su bolso se caiga. Iba vestida de manera provocadora, falda corta, camisa, y chaqueta negra además de unos elevados tacones.
—Espera, te ayudo. —no pudo evitar ver sus pechos voluptuosos.
—Gracias. Me llamo Eva Hillman, mucho gusto. —le dio dos besos muy cerca de las comisuras. Él empezó a sentir una excitación indómita al rozar sus pechos con su brazo.
—Encantado, yo me llamo. —titubeó—Carter.
—¿Vives por aquí?.
—Dos manzanas más atrás. He quedado con unos colegas, ¿Te apuntas?. —se lamentó rápido de haberla invitado. En ese momento comprendió que necesitaba mucho el placer de una mujer, algo que no le daba su esposa. Había cambiado mucho desde la luna de miel. Borró inmediatamente sus imágenes con ella haciéndolo en el aseo del bar.
—De acuerdo.
Caminaron a paso lento charlando sobre muchas asuntos diferentes de sus vidas. No solo era guapa sino también con sentido del humor.
Sus amigos estaban sentados en la terraza. Pronto la recibieron con la misma impresión que Carter.
La tarde no podía ser más perfecta. El sol reinaba en el cielo tintando de un azul impoluto. Se respiraba un ambiente ameno y a la vista los niños jugaban sirviéndose de la imaginación con una felicidad que solo se podía contemplar en sus rostros. Pero de repente surgió un descuido; Peter que dirigía un avión de juguete se iba alejando cada vez más mirando al cielo. Este un poco después iba precipitándose poco a poco hasta aterrizar en uno de los lugares más lúgubres en toda la redonda, el asolado instituto Gordon Smith. El peque decidió entrar cargándose de valentía. Vio de solsayo pasar un pastor alemán negro por detrás. Estaba escondido entre los árboles. Tragó saliva, cogió el avión y rápido corrió hacia la puerta pero el perro empezó a perseguirle llevándolo como si de una oveja se tratase adentro. Lo encontraron en el interior de una taquilla, atemorizado, después de buscarlo por toda la manzana guiados por sus gritos. No volvieron a salir nunca más.
Eva, ya se había hecho muy amiga de ellos pero se quedó en la puerta principal con el perro acostado de forma imponente.
—Así me gusta, Diablo. Toma, te lo mereces. —le dio unas cuantas galletas y lo acarició en la cabeza.
De súbito se cerraron las puertas de golpe. Eva había entrado, fingía perplejidad. Más después intentaron buscar una salida pero todo estaba oscuro y cerrado. Una risa estremecedora se oyó por los pasillos. Fueron a mirar. Brian se quedó atrás mirando con asombro el famoso fantasma del instituto, Larry, que estaba acercándose parsimoniosamente a él. Segundos después Eva le había rajado el cuello.
Las horas fueron pasando cada vez más lentas. A esas alturas todos estaban aterrorizados. En la planta 3 había una puerta que estaba abierta así que entraron pero de pronto recibieron unos golpetazos en la cabeza. Al despertarse se encontraron amarrados en unas sillas. Un enano calvo los miraba como un lunático. Dos minutos después entró en la clase Eva.
—Putos negratas. —rió. —esta tarde pagaréis vuestros balazos.
—¿Quién eres?
—¿No te acuerdas de mí, Barry?. Soy la hija de Larry. —hasta después de muerto hablaban de él con desprecio.
—Loca, suéltanos de una vez. —dijo Brian.
—Ya pagamos por nuestro pecado. Eso queda en el pasado. —habló Steven.
—Pero mi sufrimiento todavía está presente y no se quitará nunca. —lloró. —os mataré al anochecer y ahora visitaré a vuestras mujeres.
—No, por favor. —exclamó Carter que veía como lloraban los niños.
—Enano, ahorca a los lloricas e incendia esta porquería.

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1 comentario

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal Ricar?

    Debo decirte que no me encanto. Lo siento fraseado. Con muchos puntos y seguidos. Que no me daba fluidez.

    Por este motivo se vuelve confuso, creo que si le das continuidad con comas y punto y coma en vez de cortar tanta frase, se entendera mejor.

    Los dialogos no me funcionaban y de repente es como muy subito en cuanto a la identidad de la mujer.

    Creo que si le das una pulida mejorara mucho porque lograras que fluya y sea mas entendible.

    Espero mis palabras no te molesten, van de corazon.

    Saludos

    Escrito el 3 diciembre 2014 a las 18:22

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