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Los Guardianes de Pascua - por DreamxAlchemist

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. De esos que si te contara, preferirías verlo para creerlo. Los maltratados dedos de Nuriel elaboraron con cuidado el anzuelo que usaría para su caña de pescar. Un taparrabos viejo y algunas alhajas adornaban su piel morena. A punto estaba de terminar los preparativos del día cuando abrió la puerta de su pequeña choza, y entonces sus ojos se expandieron como queriendo salir de su órbita.

-¿Qué es esto?

Sus pasos frenaron súbitamente ante el paisaje, todo cuanto podía divisar se hallaba cubierto por un manto negro. Es el dios del fuego – dijo su padre, sentado a las afueras de la choza junto a los niños de la aldea –, al parecer ha despertado y está enfurecido. Las huellas de Nuriel comenzaron a imprimirse con temor sobre la oscura ceniza. Tenía miedo de mantener su mirada puesta en la montaña. “El dios del fuego” era el nombre con que se referían al volcán de la isla, se suponía que estaba inactivo desde hacía décadas. Pero hoy, entre la monotonía de la rutina diaria una catástrofe se abría paso por las laderas del volcán a pasos agigantados, la lava era escupida furiosamente, y ésta cual bestia tras su presa consumía todo lo que iba encontrando. La angustia en el rostro de Nuriel contrastaba totalmente con la apacible actitud de su padre, sentado sobre una roca observando como si de un espectáculo se tratase. No te preocupes por esto –Dijo su padre – no es la primera vez que sucede, ya verás como todo se arregla. Pero esas palabras parecían no encajar en la realidad de Nuriel y la desesperación le abrazaba cada vez con más fuerza. Tardó varios segundos en percatarse de que no había nadie más en las afueras de la aldea a excepción de su padre y los niños.

-¿Dónde están todos?
-Están haciendo el ritual de invocación para los guardianes
– ¿Ritual de invocación?
– Lo entenderás cuando lo veas

Una estampida de dudas cruzó por la mente de Nuriel, y antes de que pudiera decir algo más un fuerte sismo comenzó a sacudir la isla. Pero había algo extraño con este sismo, a pesar de ser bastante fuerte no se percibía como una amenaza sino más bien como el arrullo que da una madre a su hijo recién nacido. Suban a los árboles, verán mejor desde ahí –dijo el padre de Nuriel a los niños –. El mismo Nuriel decidió seguir la orden de su padre y correr con todas sus fuerzas hacia los árboles cubiertos de ceniza. Con la destreza característica de alguien que ha subido esos árboles miles de veces en su vida, los brazos y piernas de Nuriel trepaban ágilmente hasta llegar a la copa del árbol que escogió. Y estando en la cima sus uñas se enterraron fuertemente en la corteza cubierta de ceniza, fruto de los nervios.

Su mandíbula se dejó llevar por la gravedad, y su sangre dejó de circular por unos instantes. A su vista estaba la causa del sismo que le había arrullado minutos antes. Los moais, estatuas hechas de piedras volcánicas talladas todas al unísono se levantaban de su letargo dejando al descubierto algo más que sólo su rostro, y se ponían en marcha hacia el volcán. Ni lentos ni perezosos, iban en busca de la lava que brotaba del volcán como si estuvieran sedientos de ella. Los gigantes formaron una barrera abrazándose unos a otros, impidiendo el paso de la lava hacia la aldea. No alcanzaban a impedir la invasión de lava en toda la isla, pero al menos lograban proteger por completo a los habitantes de la misma.

Pasaron horas antes de que el volcán cesara su erupción; los guardianes resistían con valentía sin inmutarse, siendo inundados por la lava hasta el cuello. Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro – Pensó Nuriel –. Los guardianes habían despertado para protegerla de una de las fuerzas más abominables que existen: la naturaleza. Y tan rápido como despertaron volvieron a dormir sumergidos entre la lava solidificada. Nuriel bajó del árbol que sirvió como butaca para el espectáculo, dirigió una sonrisa tranquila hacia su padre y recordó, que el suelo que pisaba alguna vez fue lava incandescente. El dios del fuego había creado esta isla, pero no sería él quién la destruiría… no mientras existieran los guardianes de pascua.

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2 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    Sin duda es toda una escena digna de ver. Quizás al relato le falta algo en cuanto a historia, un pequeño trasfondo que haga de él algo más que la descripción de la escena.
    En cuanto a la forma, lo más revisable es el uso del guión cuando insertas una intervención dentro del párrafo, es mejor el uso de commillas: “Suban a los árboles, verán mejor desde ahí”, dijo el padre de Nuriel a los niños.
    Buen trabajo

    Escrito el 17 enero 2015 a las 14:30
  2. 2. DreamxAlchemist dice:

    ¡Hola David! Gracias por tus comentarios 🙂 tienes razón, aún me cuesta un poco saber discernir en el uso de los guiones. Tendré mucho cuidado con eso, ¡Nos leemos!

    Escrito el 2 febrero 2015 a las 16:30

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