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El milagro de Alan - por María M. Gras

EL MILAGRO DE ALAN

HOY, EN ESTA ISLA, HA OCURRIDO UN MILAGRO. DESDE ESTE MOMENTO JAMÁS DUDARÉ QUE LOS MILAGROS EXISTEN.

Jane entró en la cocina para preparar unos huevos revueltos a Paul y cuando salió vio esta nota. Alguien la había dejado doblada, con su nombre en la parte de fuera, en la bandeja donde guardaba los cubiertos limpios. No la leyó inmediatamente. Cogió un cuchillo y un tenedor y le sirvió el desayuno a Paul. Como cualquier mañana a esa hora, además de Paul apenas había clientes y sin mucho entusiasmo leyó la nota. “¿Qué es esto?”, pensó extrañada. “¡Bah! Por aquí pasan muchos marineros chiflados”. Y siguió limpiando la barra.

Era la única cafetería tradicional que había logrado sobrevivir en Douglas, tras la imparable invasión de franquicias americanas en toda la isla de Man. Desde que hacía diez años su marido y su hija habían muerto en un misterioso accidente, la cafetería era su medio de vida. Además allí se sentía menos sola y conversaba con los clientes habituales a los que conocía desde adolescente.

AUNQUE TÚ NUNCA HAYAS CONFIADO EN MÍ, DESDE HACE AÑOS NO HE DESISTIDO NI UN SOLO DÍA PARA LOGRAR AYUDARTE.

Al día siguiente Jane encontró la segunda nota en el mismo sitio. Por un lado seguía pensando que el autor podría ser cualquier marinero desequilibrado, sin embargo le extrañaba que las notas estuvieran escritas con una perfecta ortografía, muy poco habitual en las tripulaciones que allí desembarcaban.

Aunque sobrepasaba los sesenta años y había sufrido mucho, el dolor no había mermado el atractivo de Jane. Conservaba una figura esbelta, un brillo casi juvenil en sus grandes ojos azules y una sonrisa permanente hacia todos los clientes. No le faltaban pretendientes, aunque ella siempre los rechazaba. Especial esmero en conquistarla había puesto el jefe de la policía local, Alan, el mejor amigo de su marido, quien cada mañana desayunaba en su cafetería, conversaba con ella y le llevaba el periódico local. Más allá de leves incidentes había poco trabajo para la policía, por lo que Alan ocupaba su tiempo libre escribiendo diariamente en el periódico, rememorando hechos históricos de la isla.

SOY CONSCIENTE QUE NO TENGO LA EXPERIENCIA DE SCOTLAND YARD Y QUE QUIZÁS ME EQUIVOQUÉ EN LA INVESTIGACIÓN. HA LLEGADO EL MOMENTO DE ENMENDAR MI ERROR Y ESPERANDO NO SEA TARDE, DEMOSTRARTE CUÁNTO ME PREOCUPO POR TI.

Llegó el viernes y una nueva nota. Esta vez la encontró en el suelo justo al abrir la cafetería. Tras leerla se quedó paralizada unos segundos, ya sabía quién era el autor: Alan. “¿Y qué le ocurre ahora a éste? ¿A qué viene volver a la investigación a estas alturas?”, pensó tan cabreada como intrigada.

Alan fue el responsable de investigar la misteriosa muerte de su marido y su hija. Dados los pocos medios con los que contaba la policía en aquel momento, la investigación fue demasiado acelerada y se asumió que su marido iba borracho causando él el accidente. Jane nunca lo aceptó, su marido jamás bebía. Además, no era el único accidente en extrañas circunstancias que había ocurrido en la isla. Perdonó a Alan, pero no olvidó. Su relación con él era desde entonces cordial, pero fría.

Esperó a cerrar la cafetería, e inquieta se acercó a la comisaria. Le informaron que Alan había salido de viaje y que se reincorporaría el lunes. Pasó ese fin de semana muy nerviosa, pensando, elucubrando, y el lunes a primera hora volvió a la comisaria.

-Buenos días Jane- Alan la esperaba. Espero no haberte molestado con mis notas, pero no podía contártelo todo hasta hoy. Aunque te cueste creerme nunca pensé que tu marido condujera borracho, pero no tenía la capacidad para demostrar lo contrario. Jamás olvidé lo ocurrido y hace tres años contacté con Scotland Yard explicándole el accidente. ¡Deseaba tanto ayudarte! No podía decirte nada hasta que no obtuviera respuesta. Ya te había decepcionado una vez.

-Alan….-Jane emocionada apenas podía hablar.

-Hace un año me contestaron. Dado que la descripción del accidente coincidía con extraños sucesos ocurridos en varias ciudades, aceptaron reabrir tu caso. No quería perder la esperanza, aunque el desánimo me inundase muchos días. Pero Jane, he aquí el milagro: esta mañana han encerrado al verdadero culpable en la cárcel de la isla. Fue el día que te escribí la primera nota, cuando supe que lo habían capturado.

-Alan…no sé cómo voy a agradecerte esto…

Nadie podría devolverle a su familia, pero desde aquel día Alan se convirtió en parte de ella.

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1 comentario

  1. 1. Ángel Gabriel dice:

    El relato es interesante, tiene nudo, intriga, suspenso, conflicto, crea expectativas, por saber quién escribe las notas, y porque razón, tiene presentación y nudo, lo que no me quedo claro es el desenlace, como que queda abierto, porque al final no se sabe quien o cual cosa es la culpable de la muerte del esposo y la hija, la úlima frase crea confusión porque dice:”esta mañana han encerrado al verdadero culpable en la carcel de la isla, fue el día que te escribí la primera nota, pero antes apunta que había hablado con Scotlan Yard, y que había ido para saber detalles de la investigación, y la frase final dice: Cuando supe que lo habían capturado. Pero más arriba dice que él es policía o entendí yo que él es el jefe de la polícia local; entonces siendo él el jefe no se entero de la captura, que se realizo en la isla donde casí no pasa nada nuevo o interesante.
    El relato esta bien, pero si tienes que unir mejor los eslabones de tu historia para que se entienda mejor, y el lector no se sienta confundido o estafado con el final. ¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!!!
    Lee el mio es el 106 LOS BALSEROS.

    Escrito el 7 enero 2015 a las 01:14

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