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LA FUERZA DE LAS PALABRAS - por Fernando Arranz Platón

Web: http:///farranz2.blogspot.com

"Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro"
Este fue el pensamiento que ocupó la mente de John, cuando éste advirtió que un bergantín se dirigía directamente hacia la playa.
Hacía cerca de un año que el galeón en el que viajaba, había naufragado cerca de la isla donde ahora se encontraba refugiado. La tormenta fue tan fuerte, que sólo alcanzaron la costa, unos pocos objetos de la nave. A éstos les empujaría hacia ella el fuerte viento.
Tan pronto él tocó tierra, se dijo que debía luchar por conservar la calma. Duro era, pero no le quedaba otra, así que tomó el cuchillo largo que llevaba y comenzó a cortar ramas. Con ellas trenzaría un techo donde guarnecerse.
Al amanecer acudió a la orilla del mar, para pescar. Los primeros días, la pesca fue escasa y comenzó a notar el hambre.
Pero pronto, encontró la forma de hacerlo mejor y pudo satisfacer su apetito.
Solucionado lo más perentorio, era cuestión de ofrecer señales de su presencia en la isla, así que decidió, que debía subir a los más alto del acantilado, para hacer un fuego que pudiera ser visto por cualquier nave, que pasara cerca de la costa.
"Bien pensado se dijo" Provisto de su cuchillo, subió a la parte más alta de las rocas y cortando ramas secas, las puso sobre una zona de piedras. Encendió el fuego con el pedernal y estuvo un rato observando el horizonte. Las piedras protegerían las llamas del viento.
Durante días subió a lo alto del acantilado, hasta que una mañana mientras encendía el fuego, avistó como en el horizonte se recortaba la imagen de un bergantín. Atizó el fuego con tanta intensidad, que él mismo lo apagó. Sin embargo, una hilera de humo continuó ascendiendo hacia el cielo.
Con el catalejo observó, como la embarcación ya próxima a la costa, arriaba un bote y como varios hombres subían a él. Su cuerpo tembló al ver el estandarte que llevaba la nave. ¡Eran piratas!
Terminó de apagar el fuego de manera, que no quedase la menor huella de él y emprendió el camino a su escondite. Debía pasar desapercibido.
Los piratas al llegar a la playa, descendieron del bote y se dirigieron a unos cocoteros, que había en las cercanías. Todo parecía indicar, que no se habían percatado de su presencia.
La noche cayó sobre la playa y John vencido por el cansancio entró en un extraño sueño. A media noche sintió un ruido en las cercanías de su cobertizo.
Al asomarse, vio como los piratas se acercaban. El grito de unos de ellos al descubrirle, le dejó temblando. Pronto lo tuvieron rodeado y John muerto de miedo les pedía, que por piedad lo dejaran vivir.
Las carcajadas de los piratas ante tal súplica, encendieron al joven que armándose de valor, les amenazó con su cuchillo. Entonces, todos cayeron sobre él y lo desarmaron.
Atado a un cocotero, presenció como aquellos hombres se emborrachaban. Parecía que su desembarco, era debido a la espera de algún acontecimiento y por eso no marchaban.
Al amanecer el sol brillaba sobre las finas arenas de aquella playa. John al despertar vio a los piratas, que aun dormían el más dulce de sus sueños. Sin embargo, fueron despertados por los cañonazos de un navío, que atacaba el bergantín.
A pesar de la resaca que éstos sufrían, tomaron sus cosas para regresar al barco. Pero un certero cañonazo del navío, dejó destrozada la cubierta de la embarcación pirata, arrastrando al mar todos los hombres que quedaban.
Los que aún permanecían en la playa, iban de un lado a otro sin saber qué hacer. Pero al observar, que de la nave atacante partían hacia la playa, dos pequeñas embarcaciones cargadas de soldados, éstos emprendieron la huida.
De pronto, John se quedó solo en la playa. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pues había estado a punto de morir en manos de aquellos piratas.
Al desembarcar los soldados, uno de ellos lo desató mientras que el resto, perseguían a los que huían, como verdaderos demonios.
Entonces la isla le pareció hermosa…
Comenzaba a disiparse la nebulosa que lo envolvía, cuando la voz de su madre y unos golpes, que de momento no supo de donde partían, le sacaron de tan angustioso sueño.
Al reconocer de inmediato, que se encontraba en su habitación, pensó que su ensoñación debía haber sido a causa, de la lectura de la novela "La invención de Morel"

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1 comentario

  1. 1. David Rubio dice:

    ¡Toda una aventura, Fernando!
    Aún así, la historia es muy tibia. Naufragio, piratas, salvación. Es demasiado plana aunque al final has querido darle ese toque de ensoñación. A mí, son opiniones, no me gustan finales de sueño: restan la verosimilitud al relato y, en ocasiones, son una salida fácil cuando la trama llega a un punto muerto.
    En cuanto a la forma he detectado que reiteras, repites palabras, bastante. (A mí me pasa también ese tic). Y sueles utilizar el pronombre cuando no es necesario. Fíjate tres ejemplos:
    (Este) fue el pensamiento que ocupó la mente de John, cuando (éste) advirtió…
    Hacía (cerca) de un año que el galeón en el que viajaba, había naufragado (cerca) de la isla…
    Tan pronto (él) tocó tierra…

    Un abrazo y feliz año!

    Escrito el 1 enero 2015 a las 12:30

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