HUELLAS - por mareny blau

HUELLAS
Hoy, en esta isla ha ocurrido un milagro; por primera vez desde que llegué he visto una señal: unas huellas en la playa.
Huellas de tacones.
He seguido esas marcas preguntándome ¿Quién será la persona que vive aquí conmigo? Y ¿Por qué nunca la he visto?
Allí delante, perfectamente colocados uno al lado del otro, siendo bañadas sus puntas por el mar, se encuentran unos zapatos de salón de color rojo brillante, iguales a los que llevaba puestos en el baile del capitán ¿Cómo han llegado hasta aquí? Me los pongo con cuidado; los pies entran en ellos sin dificultad.
-Me permite – me dice el capitán ofreciéndome su mano. Yo le doy la mía encantada de ser la elegida para abrir el baile.
Recorremos el salón al compás del vals, me siento tan ligera como una pluma. El vestido negro de noche y los zapatos rojos, son perfectos. Me siento feliz, feliz mientras giro y giro y giro.
Un ruido estremecedor nos deja clavados en la pista de baile, el agua entrando por todas partes arrastra consigo objetos y personas, convirtiendo lo que era un crucero de placer en una terrorífica pesadilla.
Abro los ojos, el sabor del agua salada me produce arcadas y vómitos.
Compruebo que estoy desnuda, el vestido de fiesta negro, las joyas, los zapatos de tacón rojo brillante; todo, ha desaparecido de mi cuerpo.
Me levanto con la piel cubierta de arena y temblando de frío.
Miro a mi alrededor buscando a la gente que viajaba conmigo en el barco, pero no veo a nadie, estoy sola en esta playa.
He descubierto que es una isla, una isla pequeña, con palmeras, mucho arbusto y algunos animales que huyen de mi nada más verme, la llevo circundando muchos días o tal vez solo dos, no estoy segura del tiempo transcurrido.
Y hoy, en esta isla ha ocurrido un milagro; por primera vez desde que llegué he visto una señal: unas huellas en la playa.
Huellas de tacones.
He seguido esas marcas preguntándome ¿Quién será la persona que vive aquí conmigo? Y ¿Por qué nunca la he visto?
Allí delante, perfectamente colocados uno al lado del otro, mirando sus puntas hacía la puesta de sol, se encuentran unos zapatos de salón de color rojo brillante, iguales a los que llevaba puestos en el baile del capitán ¿Cómo han llegado hasta aquí? Me los pongo con cuidado; los pies entran en ellos sin dificultad.
-Me permite– me dice el capitán ofreciéndome su mano yo le doy la mía encantada de ser la elegida para abrir el baile.
Recorremos el salón al compás del vals, me siento tan ligera como una pluma. El vestido negro de noche y los zapatos rojos, son perfectos. Me siento feliz, feliz mientras giro y giro y giro.
Un ruido estremecedor nos deja clavados en la pista de baile, el agua entrando por todas partes arrastra consigo objetos y personas, convirtiendo lo que era un viaje placentero en una autentica pesadilla.
Abro los ojos, el sabor del agua salada me produce arcadas y vómitos.
El vestido negro de fiesta hecho jirones, es lo único que me queda encima, todo lo demás, mis queridos zapatos de salón rojo brillante y mis joyas han desaparecido.
Miro a mi alrededor preguntándome donde estoy, me levanto y llamo a gritos con la esperanza de que algunos de los pasajeros del barco, hayan llegado hasta la orilla; pero no contesta nadie.
Creo que me quedaré sentada junto al mar por si vienen a buscarme.
La curiosidad hace que me ponga en pie e indague donde me encuentro. Con el tiempo ( le llamo tiempo, porque no se nombrar de otra forma a cómo pasan las horas aquí) compruebo que me hallo en una isla con palmeras y arbustos y que soy la única persona que habita en ella.
Pero hoy, en esta isla ha ocurrido un milagro; por primera vez desde que llegué he visto una señal: unas huellas en la playa…