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Los milagros no existen - por Almudena Urbina

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. Esas fueron las primeras palabras que pronunció mi abuelo cuando yo nací. La isla, donde él había vivido desde que nació, era su obsesión, hacía ya diez años que no nacía un niño allí. Mi abuelo vivió toda su vida con un único miedo, ver aquel lugar despoblado. Cuando yo nací no vivían más de sesenta personas en la isla y mi abuelo tenía razón, era una pena.
Aquella isla era un verdadero paraíso salpicado de casas blancas y bicicletas, allí no había contaminación, nadie necesitaba coches. Las playas de arena blanca servían tanto a bañistas como a pescadores, que con sus pequeñas barcas salían cada día a buscar la cena de esa noche. Cuando era pequeño solía ir a la playa por la tarde, me encantaba ir allí a observar como el mar se llenaba de barquitas. Cada verano venían turistas a la isla, y por eso todos los años yo jugaba con niños diferentes, no guardo contacto con ninguno de ellos.
Pero no todo era tan idílico, la gente joven no quería vivir allí y durante un tiempo yo tampoco quise, era un lugar precioso, pero durante el invierno era como vivir en la nada, atrás quedaba la diversión del verano. Los jóvenes teníamos edades muy diferentes como para hacer planes juntos. El ocio se resumía en un bar donde tomar una cerveza de vez en cuando. Yo pasaba los inviernos casi recluido en casa leyendo libros viejos, que releía una y otra vez.
Mis padres eran los panaderos del pueblo, y al menos tenía algo en lo que trabajar, pero repartir el pan no calmaba mis ansias de aventura y diversión, necesitaba salir de allí pero en el fondo me daba miedo, era lo único que conocía y mi abuelo se habría llevado un disgusto. Él me había dicho siempre que ver la isla llena de gente durante todo el año era su único sueño. No iba a ser yo quién tirase por la borda el sueño de mi abuelo.
Asique hace cosa de dos años me decidí a dar a conocer la isla. Sabía que todos me lo agradecerían, y me dispuse a crear una página web. Inundé la página de fotos de las playas, el bosque, las lagunas y cada rincón de la isla quedó plasmado en la red. Me dediqué en cuerpo y alma a darle publicidad al lugar que me había visto crecer y todos los vecinos estaban volcados con mi proyecto. Cada día alguien venía a proponerme alguna idea y a contarme cosas sobre el municipio que yo no sabía.
Todo aquello funcionó, muchas personas que ansiaban salir de las ciudades y vivir en un lugar tranquilo tenían decidido instalarse allí. Decían que era un sitio bien comunicado por barco y que la tranquilidad que se respiraba era lo que necesitaban. Fue la época más feliz de la vida de mi abuelo.
Pero las cosas en la vida a veces son demasiado buenas. Un día de marzo algo ocurrió, un vertido de crudo fue el causante de que la felicidad de muchos acabara. Recuerdo que me acerqué a la playa y supe que todo había acabado, la arena ya no era blanca y las barcas no volverían a salir al mar. Un instante, solo unos minutos, acabaron con muchos años de vida.
Mi abuelo estaba ya en cama. Era mayor y estaba muy enfermo, nadie quería contarle lo que había ocurrido. Nadie quería decirle que todo lo que él amaba con tantas ganas iba a desaparecer. Pero tuve que hacerlo, y su reacción fue una única lágrima, seguida de una frase que sería la última que oiríamos de su boca: Los milagros no existen.
Como es de suponer la isla quedó despoblada, aunque la gente se volcó en limpiar el petróleo nunca sería lo mismo, mi hogar nunca volvió a ser el mismo, pero mi abuelo no llevaba razón, sé que algún día, esté donde esté, verá su sueño hecho realidad.

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3 comentarios

  1. 1. Carlos dice:

    Bonito relato, sobre todo el inicio, con la descripción del pueblo y las inquietudes del protagonista. Muy logrado.
    Sin embargo,a veces la estructura de las frases no es muy clara, la colocación de las comas y algunas pausas rompen un poco el ritmo y la musicalidad del relato.
    Además, el final; con el vertido de crudo, aparece un poco “porque sí”, al no saber nada del tema hasta ese momento. La transición no resulta muy limpia.

    Por lo demás, relato inspirador y muy sentido.
    ¡Enhorabuena!

    Saludos.

    Escrito el 31 diciembre 2014 a las 13:42
  2. 2. Ryan Ralkins dice:

    Bueno, tu relato tiene mucho de cierto: en donde muchos humanos se reúnen nada vuelve a ser igual. Coincido con Carlos en que lo del crudo fue algo como que surgió de la nada aunque fue un buen desastre para la historia. Menos fantástico que un volcán o un terremoto pero adecuado que ambos.
    Buen relato.
    Saludos y felicidades.

    Escrito el 5 enero 2015 a las 00:05
  3. 3. David Rubio dice:

    Una historia agridulce. Coincido con Carlos en los usos de la coma. Por otro lado, observo que tienes tendencia a la reiteración de palabras (a mi me sucede también) A modo de ejemplo este extracto del inicio:
    …cuando yo (nací). La isla, donde él había vivido desde que (nació), era su obsesión, hacía ya diez años que no (nacía) un niño allí. Mi abuelo vivió toda su vida con un único miedo, ver aquel lugar despoblado. Cuando yo (nací)… Demasiados nacimientos en tan poco espacio.
    Saludos

    Escrito el 11 enero 2015 a las 22:24

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