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La arena bajo los pies - por Trescatorce

Web: http://www.trescatorcedreams.blogspot.com

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. Me levanté por la mañana y fui a correr a la playa, como siempre. Soy el único loco que se atreve a seguir haciendo deporte, pero me niego a resignarme a la triste vida que nos quieren obligar a tener. La arena estaba igual de blanca que siempre, las máquinas aún trabajaban para removerla, con el fin de minimizar el rastro de miles de turistas que abandonan la basura más insospechada todos los días, y que los que vengan hoy se la encuentren inmaculada, como si nada hubiera pasado. Como si fuera así de verdad. Esta es la única hora en que un civil sin dinero, como yo, puede permitirse el lujo de pisar la arena.
La música atronaba mis oídos a través de los cascos, es la forma que tengo de aislarme del mundo. Me encantaría escuchar el sonido de las olas, pero resulta imposible por el ruido de las máquinas limpiadoras, los gritos de los operarios, el de la ciudad que despierta tras las dunas de la playa, y el de las fábricas, que no descansan ni de noche ni de día.. Por eso prefiero llevar la música. Algunos días escucho rock, otros música clásica, y algunos, los peores, me pongo el sonido grabado de las olas, el ruido enlatado de la naturaleza que tengo enfrente. Esos días son los más depresivos, sólo me lo permito cuando estoy hundido, y las lágrimas caen a la arena mientras corro, porque me apena tener el mar enfrente y tener que recurrir a la tecnología para escucharlo. Hoy estaba de buen humor, llevamos varios días con el nivel de polución más bajo del año, y mis pulmones me lo han agradecido respondiendo bien. Hoy tocaba rock.
Aprovechando el ambiente menos sucio he querido hacer más kilómetros, pero la carbonilla acumulada en mis pulmones no me deja llegar hasta donde quisiera. Atrás quedaron los años buenos, los del cielo azul y la lluvia inofensiva en los que podía correr hasta diez y quince kilómetros. Hoy me conformo con ocho, y a costa de toser.
Pero en el kilómetro cinco ocurrió el milagro. El cielo, sin aviso previo, se ha oscurecido en un eclipse total de sol. No había ninguna notificación de ello en el panel gigante que se ve desde toda la isla. Me he parado a admirar el cielo y ha sido cuando me he dado cuenta. El silencio.
El verdadero milagro no ha sido el eclipse, sino las enormes fábricas silenciadas. Todas ellas. Las del interior de la isla, y las que estropean el paisaje marítimo a lo lejos. Nada de ruido, nada de humo saliendo por las chimeneas. El sol apagado ha debido fundir las turbinas solares. Me he parado en mitad de la playa. Me he descalzado y me he permitido el lujo de sentir la arena fina entre los dedos de los pies.
Mirando al cielo, azul oscuro casi negro, con la gran estrella apenas dibujada en él, he deseado que se quedara así todo. No importa la luz, si de la luz al final obtenemos la muerte. Es esa luz la que hace funcionar las grandes fábricas, energía barata y limpia para resultados caros y sucios. La población enferma por la polución, la esperanza de vida limitada a la mitad que nuestros abuelos. No es igual para todos, como siempre ha pasado, el dinero compra la salud. En esta isla tan solo los hoteles son lugares salubres, y algunas playas, como en la que estoy yo ahora, pero el resto es pasto de la contaminación.
Sigo mirando al cielo. Parece que se aclara el día de nuevo y maldigo por lo bajo. No quiero que acabe el milagro, que las fábricas vuelvan a su actividad y que la luz del sol ilumine la gran boina negra que cubre la ciudad. Deseo que no vuelva a lucir el sol y que nos extingamos como especie para que la Tierra resurja de nuevo en su esplendor.
Ahora se ve como si amaneciera. Hay luz, pero sigue sin escucharse un ruido. Tal vez, solo tal vez, mis súplicas hayan sido escuchadas y el milagro haya sucedido.

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3 comentarios

  1. 1. ILLARGUIA dice:

    Me encanta tu forma de escribir, fresca y natural, pero perdóname si me atrevo a corregirte, en la línea 13 (ese gran número) sobra el segundo “algunos”, por lo que podría quedar así: y los peores, los días más depresivos…
    Pero no me quiero limitar a la forma, en cuanto al contenido, no termino de creer en la isla que has construido:
    Un paraíso con kilómetros de arena blanca, las dunas no me dejan ver el panel, hay que tener buena vista para leer las indicaciones, ¿no?
    Pero no entiendo por qué has puesto fábricas, polución, y un deseo apocalíptico.
    En esa mezcla de Benidorm-Bilbao-Maspalomas, la única isla que veo es la del pobre civil que se “aísla del mundo”, ese era el regalo envenenado que nos lanzaba Literautas, el de crear una isla, y el del milagro.
    Por cierto, 3Ktorce, me encanta tu blog.

    Escrito el 29 diciembre 2014 a las 21:17
  2. 2. Trescatorce dice:

    ¡Gracias Illarguia! Por tus comentarios sobre mi texto, y sobre mi blog…
    Todo me ayuda a mejorar, tomo nota de tus impresiones. La verdad es que este mes andaba algo perdida, al final encontré la idea que quería, pero sé que hay mucho que pulir en esa isla extraña. Mi idea era una playa acotada, y el resto fábricas y polución. El milagro era que las fábricas dejaban de funcionar. Lo que pasa que el protagonista era un poco tremendista…
    Desde aquí quiero agradecer también a los que han comentado mi texto anónimamente, los tres me han ayudado mucho, pero sobre todo uno, pues ha puesto ejemplos de todo lo que opinaba y cómo podría quedar mejor, según su opinión. Me ha ayudado mucho.
    Con esos comentarios y con el tuyo, Illarguia, creo que le daré otra vuelta al texto.
    Y, de nuevo, gracias.
    ¡Saludos!

    Escrito el 30 diciembre 2014 a las 20:44
  3. 3. David Rubio dice:

    Comparto el comentario de Illarguia. El relato gira alrededor de un personaje resentido y del que no observamos otra acción que la de pasearse por la playa y desear la extinción, sin que se aventure por qué. Por ello, a nivel de tratamiento de personaje y de historia deberías replantearlo.
    No he entendido esa parte de que un civil sin dinero solo puede pisar la arena a esa hora ¿por qué? ¿Quién se lo impide?
    A nivel de forma, no apreció errores de ortografía pero piensa que no se puede escribir como se habla. Una cosa es la frescura y otra entender que son medios distintos para transmitir el lenguaje.
    Por último, hay unos días depresivos, es más adecuado deprimentes.
    Saludos y Feliz 2.015

    Escrito el 1 enero 2015 a las 12:42

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