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Un pequeño bote en el horizonte. - por Markusz Schezard

-Hoy, en la isla, ha ocurrido un milagro -susurro Gisel para si misma mientras un par de lágrimas recorrían sus mejillas para terminar dejando un sabor salado en sus labios.

Había pasado todo este tiempo, casi seis días, junto a la ventana en espera de su amado hermano Bruno, tenia la esperanza de poder ver desde allí el regreso del pequeño bote, todo lo que había visto en esos días era el vaivén grisáceo de las olas del mar, pero, esa mañana, desde la choza de madera cercana a la playa en la que Bruno y ella pasaron su infancia y ahora vivían su juventud, pudo ver como ese bote que tanto añoraba ver se acercaba al pequeño muelle de madera del pueblo.

El viaje de Bruno, junto con un grupo pequeño de amigos, estaba planeado para un par de días en el mar, tal vez tres, así que para el quinto día en que Bruno no aparecía en el horizonte con su pequeño barco y sus amigos, Gisel ya se encontraba abstraída e intranquila.

<< ¿Y si no regresa? >>pensaba involuntariamente << Le paso algo malo >>no podía apartar esos pensamientos de su mente. Su estomago se contraía cada vez que se descubría a si misma pensando en que algún infortunio le pudiera haber pasado al bote en que su querido hermano viajaba.

Los primeros rayos del sol comenzaron a filtrarse entre las cortinas, comenzó a sentirse un poco mas cálido el clima dentro de la cabaña, eso era una buena señal considerando que el ultimo par de días una tormenta toco tierra en el pequeño poblado junto al mar, pudo haber pasado casi desapercibida ya que no causo realmente daños al pequeño poblado, sin embargo para Gisel esa tormenta era una calamidad.

-Tal vez la tormenta solo los retraso -se decía a si misma <<¿ Y si la tormenta daño el bote? >> perforaba su corazón este pensamiento que no sabia de donde venia, parecía como si su mente la quisiera ver intranquila, le aturdían este tipo de pensamientos cada vez que trataba de darse ánimos. La mujer se incorporo de su cama y con talante cabizbajo se dirigió a la alacena en el pequeño comedor, estaba casi bacía, extendió su delgada mano hasta alcanzar una bolsa con hierbas y tomo un puñado de hojas que coloco dentro de una tetera un tanto vieja y con abolladuras, encendió la hornilla de carbón y coloco la tetera en el fuego hasta que esta comenzó a hervir. En una taza se sirvió un poco del brebaje que prometía calmara su angustia, se dirigió a la silla que se encontraba junto a la ventana y se sentó a la espera del regreso de su hermano mientras se preguntaba por que no insistió en que aplazara el viaje.

-No te preocupes por el clima -sentencio Bruno sin dejar de preparar sus cosas cuando Gisel le expreso su inquietud por no posponer el viaje de pesca.

-Te lo digo Bruno, se acerca una tormenta -insistió Gisel -Solo mira las nubes.
Bruno, inmutado por los comentarios de su hermana siguió empacando.

-No tienes por que hacer esto -continuo Gisel -Estoy segura que si se lo pides, el Señor Fuentes te dará empleo en la mina y podremos…

-¿ Y pasar todo el día bajo tierra, sin siquiera ver la luz del sol? -exploto Bruno interrumpiéndola -¿ y para que?, ¿por unas monedas que no alcanzaran para nada?, no, ese tipo es un abusador.

Gisel aparto la vista de Bruno mientras continuaba con su empresa.

-Los chicos y yo hemos planeado este viaje por semanas Gisel -traba de justificarse -Además ya pagamos la renta del bote e hicimos el trato con Bastian de que todo el pescado que traigamos lo venderá el en su tienda a cambio de una comisión -Bruno comenzó a sonreír mientras hablaba -Ya veras Gisel, nos ira bien, nos ira bien.

Una taza rota se encontraba en el piso a un lado de una silla junto a la ventana, por ella se podía ver la figura de una mujer corriendo en dirección al puerto del pequeño poblado de la isla, corría sin detenerse, a la velocidad que sus, ahora, débiles piernas se lo permitían, corría afligida pero, también esperanzada, esperanzada en poder encontrar en ese pequeño bote a quien con tanto fervor esperaba, esperanzada en poder estrecharlo entre sus brazos, esperanzada en poder verlo a los ojos y decir -Hoy, en la isla, ha ocurrido un milagro.

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2 comentarios

  1. 1. Anoide dice:

    ¡Hola, Markusz! Yo fui una de las comentaristas de tu texto. Quería decirte que fue un placer leerlo y comentarlo, y que espero que mis apuntes te hayan servido de ayuda.

    Un saludo y feliz año nuevo 😀

    Escrito el 1 enero 2015 a las 23:31
  2. 2. David Rubio dice:

    Bastante bien. Transmites la angustia de esa madre esperando a su hijo. Imagino que los comentaristas te habrán mostrado las faltas, sobre todo, acentos y alguna frase a mejorar.
    Pero, en general, demuestras un buen pulso narrativo.
    Saludos

    Escrito el 13 enero 2015 a las 23:46

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