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La sombra del náufrago - por Rey Mono

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. He podido ver algo más allá del negro de sus ojos. Me ha mirado y me ha parecido adivinar en el fondo, muy hondo, una gota de vida.
Día 6.
En algunos momentos he estado a punto de perder la cordura, pero mi cabeza está funcionando mejor que los primeros días. Los pequeños logros de los días tercero y cuarto, que están relatados en las páginas anteriores de este diario, han conseguido que mantenga cierta estabilidad mental a pesar de la soledad que he sentido todo este tiempo. Como he ido contando estos días desde que todo empezó, por fin he aprendido a pescar y prender fuego. La sensación de incapacidad total hizo de mí un hombre sin ningún futuro, un más que seguro alimento de los cangrejos que me saludan todas las mañanas. Algo, supongo que una especie de instinto de supervivencia, hizo que volviera a mi ser y sacara de mí recuerdos de los campamentos de niño. Quién iba pensar que todo aquello algún día me sería útil.
Hoy es buen día para escribir un poco más, para detenerme a reflexionar sobre lo que nos ha ocurrido estos días. No he tenido tiempo para hacerlo porque he dedicado todo mi esfuerzo a satisfacer nuestras necesidades y, como el lector habrá podido observar, las notas anteriores a hoy son meras listas de mis progresos en ese sentido: he conseguido hacer fuego, ya pesco con más facilidad, me he montado un techo bastante seguro, la cama es realmente cómoda…
Es el momento de contar qué estamos haciendo aquí. Llegamos como supervivientes de un naufragio. Todo sucedió muy rápido. Estábamos de luna de miel en Filipinas y teníamos programada por la agencia de viajes una excursión en barco. A mí al principio no me entusiasmaba la idea de juntarme con un montón de turistas, recién casados, familias con niños llorones con mocos y abuelos disfrutando del regalo de sus nietos. Pero Elisa se empeñó. El plan, la verdad, también tenía su punto fuerte: un suelo de cristal permitía ver el fondo marino, que era, por cierto, espectacular.
Aún no he conseguido ordenar en mi memoria todo lo ocurrido, así que dejaré ese episodio para más adelante, para cuando consiga centrarme un poco más. Lo que sí es seguro es que desperté sobre una tabla de madera, bajo un sol que quemaba y con los párpados pegados por la sal y las legañas. Mi último recuerdo antes de eso es un pequeño tiburón bajo mis pies. Cuando conseguí desperezarme y fui consciente de mi situación, decidí ponerme a nadar. Me pareció ver unas palmeras ondeando al viento, así que me animé. Cuando llegué a la playa no tuve fuerzas para levantarme y acabé durmiendo sobre la arena.
Al día siguiente tuve arrebatos de locura, de desesperación, alternados por siestas muy poco profundas con sueños muy extraños.
El segundo día la vi. Siempre conmigo, siempre a mi lado. Pero nunca me ha hablado. Le he dado de comer todos los días y no ha querido nada. Su ración ha sido siempre alimento de los cangrejos y las gaviotas. No parece importarle. De hecho, hasta hoy, ni siquiera parecía tener vida. Lo que no me explicaba era cómo conseguía tener la misma actividad que yo y, por la noche, sin que yo me diera cuenta, desaparecer. No sé quién es ni qué hace de noche, ni qué espera de mí, pero espero conseguir hablar con ella hoy, cuando por fin he visto algo en su interior.

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4 comentarios

  1. 1. Job Peró dice:

    Hola, Rey Mono. Soy uno de tus “comentaristas”. Tienes que decirnos quién es ella!!!
    Felicidades de nuevo por tu relato.

    Escrito el 28 diciembre 2014 a las 20:35
  2. 2. Ángel Gabriel dice:

    Para mi, un relato un tanto confuso, primero dice que ella es su pareja, quien lo convenció para hacer el viaje, por último dice que no come nada, y que desaparece por la noche. Preguntas: ¿La pareja que lo convencio para el viaje, es la misma Elisa que esta con él en la isla? ¡¡¡¡¡¡BUEN TRABAJO!!!!!!!!!!!!!
    sI TIENES TIEMPO LEE EL MIO ES EL 106 LOS BALSEROS.

    Escrito el 5 enero 2015 a las 05:12
  3. 3. Wolfdux dice:

    Me gusta como nos presentas el relato, haciendo referencias a otras partes del diario que no conocemos. El ritmo es perfecto, pero me flaquea un poco el final, y no porque no sea bueno o este mal escrito, simplemente por que me quedo con las ganas de saber qué o quién es ella.

    Por lo demás, perfecto. Un abrazo.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 17 enero 2015 a las 13:56
  4. 4. Rey Mono dice:

    Muchas gracias por vuestros comentarios. Y a los que lo criticaron, gracias de veras; fueron unas críticas muy constructivas y, sobre todo, acertadas.
    Yo no estoy muy contento con el relato; no conseguí expresar con él la historia que yo tenía en mente. La idea era presentar a un náufrago que empieza a enloquecer nada más abre los ojos después de llegar a la isla arrastrado por la marea. Lo que se narra en esta hora del diario es el momento en que enloquece del todo: cuando consigue ver algo de vida en sus ojos, cuando ya espera poder entablar una conversación con “ella”.
    ¿Y quién es “ella”? Es su sombra. Si no lo habéis entendido es porque hay al menos una frase en el relato que confunde. Digo “al menos una” porque no estoy seguro de que solo sea una frase la que confunde. Tendría que haber revisado más el texto, para que esa historia que yo tenía en mente se expresase con total claridad, pero no tuve suficiente tiempo.
    Siento haberos confundido, la verdad, sobre todo porque pensabais que era un relato bueno y… sí, tiene sus cosas buenas, pero viendo vuestros comentarios no puedo estar muy contento con él, porque no he conseguido expresar lo que yo quería.
    Muchas gracias a los que os tocó criticarlo y gracias a los comentaristas, porque sin vosotros no lo habría releído ni me habría dado cuenta del tremendo error que cometí confundiendo a los lectores.
    Toca revisar más a fondo el próximo relato.
    Un abrazo.

    Escrito el 5 febrero 2015 a las 21:18

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