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La Isla de los Nilagros - por Trébol Dorado

“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro”, resonaba en mi cabeza como si se tratase de un eco lejano. En mi mente, mil rostros de todas las formas y colores acompañaban la meditación, como corolario de muy inquietantes sensaciones. Atardecía ya, el hermosísimo espectro que forma el sol en el ocaso, completaba el escenario que sólo vivía en mi imaginación.

Tres años atrás, entre el miedo y la confusión, y con muy poca esperanza, le conduje a mi hijo a la pequeña isla, atraído por la fama del lugar, pues contaban de un sinnúmero de sanaciones milagrosas. Con todas las fuerzas de mi alma buscaba la solución a sus problemas.
–Déjalo sobre la roca plana, –me indicó el enorme anciano, negro de piel como el carbón–.
Obediente acomodé en una especie de altar, lo más suave que pude el cuerpecito desmadejado de mi Samuel.
–Si no tienes fe no funcionará, –me increpó el noble hombre observando mi semblante–.
–Compréndame por favor, –le dije con un tono de ruego, –Es que de donde yo vengo, todos los médicos lo han desahuciado; ¡usted es mi última esperanza!.
–¡Cuidado con lo que dice, uno solamente es instrumento del Ser Supremo! –contestó–.
Mi fe se había desvanecido; aunque soy un creyente convencido, lo que viví día a día con mi hijo por más de siete años, me la hizo perder. Sin embargo, no sé si por los ritos que hizo, o por las terapias que el hombre exigió, lo cierto es que mi muchacho lentamente comenzó a recuperarse, ahora corre de aquí para allá como que nada había pasado.

Gruesas gotas de lágrimas resbalaban por mi rostro. Lloraba no de impotencia esta vez, sino de emoción. Samuel ya de trece, compartía muy alegre con los niños de la isla, ajeno a la conversación de los mayores.
La hora de cumplir con el voto había llegado. La condición con la que me comprometió don Anselmo el negro curandero, era que si mi hijo se recuperaba, yo tendría que introducirme al mar abierto sin nada más que una cantimplora de agua en una pequeña canoa.
Sentenció él: “Si en el lapso de veinte y cuatro horas tu no regresas, será señal de que el dios del mar se ha cobrado el precio por la sanidad de tu hijo. Por el contrario si regresas, Samuel habrá de padecer unos años más por su dolencia.”
Yo era un manojo de nervios. Perdí el recipiente de agua apenas me subí a la canoa. Nadie a parte del viejo y yo, estábamos en el lugar; pero era como si cientos de ojos atestiguaran el extraño acontecimiento.
Fueron como mil intentos de vencer a las olas tratando de salir al mar desde la playa. Cada vez que me recuperaba e iba por otro, el hombre se reía agarrándose la barriga, al verme unas veces patas arriba, otras rodando como pelota en la playa, por el efecto de las olas que cada vez eran más violentas.
La verdad es que sentí que entre el mar y la arena me habían dado una horrenda paliza. Tenía raspones por todas partes, por lo menos tres chichones en mi cabeza y mi autoestima por los suelos. Estaba yo muy humillado.

Cuando pensé que las fuerzas se me habían acabado, pues ya no podía ni pararme; en ese preciso momento cayó una terrible tempestad, que hasta al gran hombre negro asustó. “Es que en época de verano jamás había ocurrido algo semejante”, decían luego los curiosos que al igual que el temporal, de la nada salieron.
Creyendo él que yo había hecho algún conjuro, salió corriendo mientras gritaba: “¡te libero, te libero, pero márchate y no vuelvas por aquí!”.
Cuando se detuvo a unos quinientos metros, se arrodilló y alzando los ojos al cielo con una voz llena de angustia y reverencia clamó:
“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro”.

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3 comentarios

  1. 1. Ryan Ralkins dice:

    Todo tu relato esta bueno pero me encantó ese final. El curandero burlándose del hombre y termina el asustado por la tormenta. Ese toque algo divertido hizo que la historia fuera mejor en mi opinión pues es como un vaivén de tristeza y alegría debido a la sanación.
    En resumen es un buen relato.
    Saludos y nos leeremos.

    Escrito el 29 diciembre 2014 a las 20:08
  2. 2. BRILLO DE LUNA dice:

    Me gustó mucho el relato, produce distintas emociones por el toque de drama y comedia sutilmente entrelazados.Buen trabajo.

    Escrito el 31 diciembre 2014 a las 15:06
  3. 3. David Rubio dice:

    Buen relato, sí señor. Termina arriba con ese final que nadie espera y que le da un tono desenfadado muy de agradecer. Como sugerencia el guión final de las intervenciones del diálogo es incorrecto.
    Por ejemplo:
    –¡Cuidado con lo que dice, uno solamente es instrumento del Ser Supremo! –contestó-. (sobra el guión tras contestó, solo el punto es necesario.
    Por lo demás buen trabajo

    Escrito el 11 enero 2015 a las 22:35

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