Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

el mar de la esperanza - por eguzki

Hoy, en esta isla ha ocurrido un milagro. Jamás he sido una persona religiosa, pero que palabra le puedes poner a lo que mis ojos veían. No, milagro ya está bien, sin duda.
Desde el balcón se veían millones de personas en las calles, tantas que se perdían en el horizonte, tantas que me hicieron tener esperanza. ¡Qué calor tan reconfortante! Ni el frío de los Guardianes de la Isla podía entrar. Apoyado en la baranda del balcón no me percaté de que Lucía estaba justo detrás de mí.
-Por fin lo han logrado. Han encontrado la fuerza para salir. Y pensar que casi no lo veo…- mi sonrisa se escondió, pero mi voz sonó aun fuerte, aun durante ese segunndo al recordar el frío.
Lucía se acercó y agarrándome fuerte, me ayudó a entrar. Por un momento estuve a punto de decirle que me dejase fuera, que no pasaría nada… Pero dejé que me llevara de nuevo a mi sillón que conservaba el olor del mar. Pero entonces recordé. Los recuerdos, algunos tan brillandes y dulces se marchitan y se los lleva la brisa del mar pero los más oscuros y aterradores se quedan. En mi caso, una realidad justa, en aquellos pobres a los que impuse tal castigo, un crimen atroz. Debería haberlos arrojado al mar, hubiese sido más piadoso… En mi sillón, me volví a ver, sumido en el oscuro pasado, las salas de olvido donde a tantos traidores les borré la felicidad, los castigos ejemplares, las medidas de persuasión, el muro que nos quitó el mar, al lider gritándome el día de mi dimisión, la muerte de Julia. Su sonrisa, sus ojos, las flores encima de su ataúd. Lucía era lo único que me quedaba. Ella seguía fuera observando. Oí como decía:- ¡van a tirar el muro abajo!
Por fin el futuro cambiaba ese muro de color gris por el azul del mar. Sin duda era eso, esperanza. El milagro de la esperanza, de color azul como sus ojos, asomaba otra vez. Al menos había sobrevivido para ver aquello. Había valido la pena.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.