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Un milagro de los dioses - por Abr

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. Después, sobrevino el desastre. Todo comenzó con una patata.
Ahora que conozco las truculencias que aquel tubérculo desató, no puedo sino sentir pavor ante tamaño ejercicio de estupidez que todo mi poblado ha venido ejerciendo las últimas horas, en las que he llegado a considerarme un extraño muy a pesar de haber convivido con esta gente desde tan temprano como mi memoria se atreve a recordar y hoy quisiera olvidar.
Yo había salido antes que el sol a cazar jabalíes. Cuando regresé a medio día, una multitud extasiada danzaba alrededor de las llamas de una gran hoguera, las cuales solo son encendidas por dos motivos: alguien importante ha muerto o alguien importante ha nacido. Nadie salía de cuentas en estos días, eso lo tenía claro. Tampoco podía ver el cadáver de nadie. Lo que sí conseguí vislumbrar entre la hilera de zoquetes fue la patata que, por antojo de la naturaleza, asemejaba su forma a la de un rostro humano.
—¿Qué ocurre? —le pregunté al primer adulto que creí haber encontrado.
—Los Dioses, eso es lo que ocurre.
No es rara la ocasión en la que me cuesta asimilar la dejadez de algunas personas en la ardua pero tan necesaria tarea de madurar. La tendencia de algunas personas a inventar quimeras con motivos religiosos sobrepasa las barreras de la razón y el buen entendimiento hasta dejarlas reducidas a cascarones vacíos de toda lógica e inteligencia. Miro de nuevo a la muchedumbre y pienso en que, cuando la estupidez trabaja en grupo, se convierte en un verdadero peligro.
Decidí probar suerte con una niña que pasaba por allí.
—Una patata idiota, eso es lo que ocurre —fue la respuesta que obtuve.
—¿No quieres decir los Dioses? —tenté a la chica.
—Los Dioses también, pero la patata lo es más.
—¿Y los que bailan alrededor?
—Idiotas. No me hacen de comer y tengo hambre.
Entonces, la niña se abalanzó sobre el tubérculo y le arrancó un enorme bocado. La danza se detuvo y todos la miraron con receloso asombro. Yo me temía lo peor, hasta que alguien afirmó, a gritos, que los Dioses que operaban sobre la patata habían elegido a la niña, aunque no precisó para qué.
Todos alabaron el nuevo milagro, coronaron a la cría con flores y la sentaron en un improvisado trono con coronas y ramos de flores. Su primera orden: el almuerzo.
No hubieron terminado los preparativos del banquete, cuando apareció un extraño hombre barbudo que aseguraba haber llegado a la isla en una maltrecha canoa que hacía aguas. No pudo explicarse más. A alguien le pareció que el hombre tenía la misma cara que la patata y enseguida se formaron tres facciones en la isla: los que estaban a favor de la niña, los que estaban a favor del extraño hombre barbudo y los que no terminaban de comprender lo que ocurría, entre los que paradójicamente se incluían los iconos de los dos primeros grupos.
La desavenencia se tornó en fuerte discusión, esta pronto degeneró en una reyerta y, al cabo de dos horas, culminó en una masacre desproporcionada. A la niña le cortaron la cabeza tan pronto obró en poder de sus desquiciados detractores, mientras que el barbudo, si bien salvó la vida, dejó de estar completo. Yo, por mi parte, presencié con ojos incrédulos, desde una distancia prudencial, el devenir de la carnicería. Mi poblado se exterminó a sí mismo en base a la creencia de unos dioses cuya existencia no solo no se puede demostrar cierta sino que, desde un prisma ciertamente más riguroso a la hora de explicar fenómenos naturales, jamás habrían tenido cabida entre nosotros en un principio y yo no me vería ahora caminando por la jungla a la deriva.
Visto el milagro acaecido hoy en esta isla, no puedo sino fantasear con la existencia de un lugar tranquilo, alejado de la insensatez humana, donde vivir en paz el resto de mis días.

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2 comentarios

  1. 1. DreamxAlchemist dice:

    Hola Abr, tu relato me pareció muy interesante. Creo que es una muy buena forma de sátira hacia todo lo que involucre fanatismo religioso. A mis ojos llegó como una comedia, que obviamente por su naturaleza me dejó pensando en cuán tonta puede llegar a ser la gente cuando se sumerge en la ignorancia. Soy Cristiano, pero eso de andar involucrando a Dios en cada tontería no me agrada. ¡Gran relato! y… ¡Que viva la patata! ^_^

    Escrito el 29 diciembre 2014 a las 15:35
  2. 2. Ángel Gabriel dice:

    Me gusto el relato, es bastante bueno, sin tocar temas profundos, de religión, es una crítica a las creencias cerradas, y sin sentido, de tanta gente que va por el mundo queriendo creer en milagros ajenos, a la palabra, como los brujos, o los magos, o las cartas, las predicciones, tantas sectas de toda clase, que atraen a todo ese mundo de gente que no encuentra porque no quiere ver, a un Dios presente y vivo. ¡¡¡¡¡Muy buen relato!!!!!!!
    Lee el mío es es 106 Los BALSEROS.

    Escrito el 5 enero 2015 a las 05:55

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