Turn Off - por Cassey Evans

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El autor/a de este texto es menor de edad

El teléfono sonó de repente, sacándolo de su aletargamiento de golpe. Volteó a un lado y al otro buscando el escurridizo aparato que tanto se le solía perder, diez segundos después cayó en cuenta de que estaba en su bolsillo.
Observo la pantalla brillante durante varios segundos, detallando cada letra del nombre, hasta que dejó de sonar. Aventó el aparato a un lado de la mesa, igual no quería escucharlo de nuevo con sus reproches. Si, ya sabía que se había equivocado pero no necesitaba que se lo estuvieran repitiendo.
El aparato volvió a sonar y de mala gana contestó.
— ¿Qué quieres?
—Estoy en tu maldita puerta, sal.
—Te he dicho mil veces que no quiero salir, no quiero ver a nadie ¡Lárgate!
Colgó de golpe y aventó el celular al otro lado de la sala, no quería volver a escucharlo.
La puerta se abrió y él se levantó para encerrarse en su cuarto.
— ¿Quieres dejar de huirme? Por lo menos escúchame.
— ¿Para que Al? ¿Me vas a decir que no fue mi culpa? ¿Qué no debería estar así?
—No Sam —agarró al muchacho del brazo y lo obligó a verlo —, lo que paso fue tu culpa, si no hubieras tomado Dany no estaría en el hospital.
— ¿A eso viniste, imbécil? ¿A echarme en cara el maldito choque?
— ¡No! Vine a decirte que no estás solo, que quiero ayudarte.
— ¿Ayudarme cómo? Me quieres meter en un centro de rehabilitación Al, en una maldita jaula.
— ¡Entiende que es eso lo que necesitas! ¡Necesitas ayuda!
— ¡No quiero tu maldita ayuda! ¡Quiero que me dejen solo!
—Bien —lentamente soltó a su amigo y comenzó a retroceder hacia la puerta. —, si quieres estar solo te dejo solo, pero piénsalo Sam, solo piénsalo.
Al se puso la chaqueta y el sombrero que había dejado tirados al entrar y salió del departamento aun tratando de hacer contacto visual con su amigo, quien continuaba evitándolo.
Cuando estuvo solo metió la mano debajo del mueble y saco una botella de vodka a medio tomar.
La observo por varios segundos y tomo un largo trago, segundos después sintió la frustración inundándolo y la botella termino hecha pedazos contra la pared.
—Esto se acabó, ya no puedo aguantar más.
Su voz fue apenas un murmullo, estaba perdiendo la fuerza. Las cosas se habían salido de control y había dejado de lastimarse solo a si mismo… y eso no es algo que pudiese aceptar.
Sin darse cuenta estaba junto a la ventana, aun podía ver a Al caminando en la calle.
“Lo siento Dany”
Cuando saltó sintió el vértigo de la caída de tres pisos y el aire golpeado su rostro.
Lo último que escucho antes de hundirse en la obscuridad fue a Al gritando su nombre.
Entonces todo se apagó.