Cuando perdimos las estrellas - por Dan D'Ors

Año 3214 de la Era Moderna. Localización: Sector W13, Cuadrante 42. Tercer Planeta del Sistema.
Informe final de la Misión de Control del Experimento 01/2015.
Saludos desde lo más profundo de la galaxia.
Como Investigador Principal de la Misión me corresponde a mí la redacción de este informe final. He de decir que, tras ciento cincuenta y ocho años destinados en este planeta, en condiciones que, en ocasiones, han resultado de una precariedad intolerable, lamento tener que confirmar las tesis que se defendieron en el último informe remitido al respecto del experimento que nos ocupa. No deja de sorprender a todo el equipo cómo, una especie tan prometedora como la que encontramos en este recóndito lugar del universo, podría terminar siendo, en un futuro no muy lejano, una de las mayores amenazas conocidas hasta la fecha para nuestra civilización.
Este experimento comenzó como un encargo personal del entonces Presidente, hace ya algo más de cuatro mil años. Distintos equipos de investigadores, cuyos nombres quedarán para siempre grabados en la historia de los pioneros en los campos de la Sociología Aplicada y la Bioingeniería, lograron llevarlo adelante hasta que, hace algo menos de dos siglos, nuestro equipo llegó aquí para comenzar lo que sería la fase final del proyecto. La situación a nuestra llegada, como ya ha sido mencionado con anterioridad, era estable. Tras un breve periodo de tiempo muy convulso, los habitantes del planeta parecían haber empezado a desarrollarse según lo establecido. Nada apuntaba a lo que viviríamos en los años venideros, si bien es cierto que las semillas estaban ahí, y tanto los que nos precedieron como nosotros mismos debimos haber previsto las consecuencias de nuestras acciones.
Las primeras actuaciones que nuestro equipo llevó a cabo, siempre con el fin último de lograr que esta especie llegara a una autosuficiencia que le permitiera convertirse en un miembro de pleno derecho de nuestra Confederación, consistieron en la introducción de aquellas novedades tecnológicas que debían impulsar, según los estudios realizados por nuestros sociólogos, una época de esplendor y bonanza que culminara en la unificación del planeta bajo un único Gobierno. Esto, junto con los adelantos tecnológicos derivados de los conocimientos que ya se habían suministrado, conllevaría una mejora de las condiciones de vida para todos los habitantes del planeta. Estudios recientes en Ingeniería Sociológica sugerían la introducción del teléfono, es decir, de la posibilidad de comunicarse con cualquier lugar del planeta, como un detonante primario de la globalización y el primer paso hacia un gobierno unitario, como así pasó en nuestro bienamado planeta.
Todo pareció ir bien durante los primeros años y una miríada de inventos y avances fueron posibles en el espacio de unas pocas décadas. Estábamos todos asombrados por la rapidez con la que esta especie era capaz de atesorar conocimiento y encontrar nuevas aplicaciones para el mismo. Lamentablemente y, como ya es sabido por el último informe, un avance tan rápido en la tecnología, sin que las reglas éticas y morales tuvieran tiempo de adaptarse, conllevó una serie de conflictos armados motivados, todos ellos, por intereses de tipo económico y político. Por un breve periodo de tiempo, incluso creímos que destruirían el planeta, pero en el último instante este hecho pudo evitarse, afortunadamente.
Sólo quedó, pues, reconstruir. Y fue algo verdaderamente bello, ya que pareció que, por fin, tras encontrarse prácticamente al borde de la aniquilación, habían aprendido que lo importante era otra cosa y no únicamente el dinero y el poder. Los distintos estados comenzaron a unirse en organizaciones supranacionales mayores, preocupadas por ser garantes de unos derechos mínimos e inviolables. Los líderes comenzaron a tener mayor conciencia de lo que significaba globalización y empezaron a trabajar para conseguirla… pero todo fue un espejismo momentáneo.
Como hemos podido comprobar, junto con su capacidad indiscutible para avanzar, está emparejada otra, aún más peligrosa, ya que convierten cualquier herramienta que, en principio debería garantizar su libertad, en una jaula que construyen a su alrededor, siempre limitando sus posibilidades, cerrando los ojos al exterior y arrojándose contra cualquiera que tenga la intención de liberarles de la misma.
Todo esto nos lleva, lamentablemente, a recomendar la cuarentena del sector, tomando las medidas necesarias para que esta especie nunca pueda abandonar su planeta de origen.
Se despide Alf, Investigador Principal y Capitán de la Nave Sombrero de Copa. Iniciamos el procedimiento de crioestasis para afrontar el viaje que nos llevará de vuelta a casa, lejos de este planeta maldito, la Tierra, donde creímos haber encontrado a nuestros iguales.