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Todo a la vez - por Ismael Tomas Perez

Web: http://gigantedealgodon.blogspot.com.es

Cuando Arturo llegó a casa, a mitad tarde de aquel Sábado de finales de Diciembre encontró a Marta, su esposa con un enorme disgusto, medio llorando y muy nerviosa acompañada por la vecina de rellano. Este se asustó bastante al verla así. Marta había empezado a limpiar la jaula de sus cuatro periquitos, tarea que casi siempre hacía ese día de la semana después de la siesta cuando, al mismo tiempo, sonó el timbre de la puerta y el teléfono. Un poco sorprendida decidió mientras atendía el teléfono, aprovechando que este era inalámbrico, ir a abrir la puerta. En esta se encontraba su vecina de rellano, angustiada porque no podía ver bien la televisión. En esos días había que resintonizar los canales, ya que habían cambiado la mayoría de las plataformas de emisión. Mientras invitaba a entrar en casa a la vecina le dijo que la disculpara pues estaba atendiendo el teléfono. Al otro lado de la línea telefónica se encontraba su madre, Araceli, mujer de avanzada edad, que ya contaba sus ochenta y dos años y vivía independiente en un pequeño piso a dos calles de su hija Marta. La llamada era, también, para comunicar a su hija que no podía ver bien la televisión, ya que ni había tenido conocimiento de que había que resintonizarla ni por supuesto sabía como hacerlo. Evidentemente no era ninguna experta en manejar los ajustes de la televisión por lo que, cada vez que tenía un pequeño problema llamaba a su hija.
Marta estaba perpleja, ¿Cómo podía ser que acudieran en su ayuda las dos a la vez?, las dos con el mismo problema.
De pronto, se dio cuenta de que había dejado la jaula de los periquitos abierta. Obviamente estos habían aprovechado para salir de la jaula y desperdigarse por la casa, incluso uno de ellos saliendo al rellano de la escalera, aprovechando que la puerta estaba abierta.
Aturdida por la escapada del pajarito, Marta le dijo a su madre que mas tarde la llamaría y se pasaría por su casa, a lo que esta le contestó que eso no podía ser, porque en diez minutos empezaba su programa favorito de los sábados y era preciso poder verlo.
Su vecina, no obstante, que ya se encontraba dentro de casa, se brindó a ayudar a Marta a recuperar los periquitos que se habían escapado. Trabajo infructuoso que lo único que consiguió fue poner más nerviosa a Marta.
La llegada de Arturo fue prodigiosa, este después de enterarse del desaguisado, y claro, de reírse un poco después del susto se puso manos a la obra en la recuperación de los pájaros. Tanto el del rellano de la escalera como los que había sueltos dentro de casa fueron uno a uno capturados con precisión gracias al sombrero de Arturo, no sin antes haber derribado algún objeto de la casa y de haber llenado de plumas parte del salón.
Por fin, y con todos ellos en la jaula de nuevo, plantearon para lo que quedaba de tarde los ajuste de las televisiones de su vecina y de la madre de Marta.

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2 comentarios

  1. 1. Adella Brac dice:

    Una escena cotidiana bien narrada, pero me ha faltado un poco de magia 🙂
    ¡Un saludo! 🙂

    Escrito el 30 enero 2015 a las 13:45
  2. 2. beba dice:

    Hola, Ismael:
    Me gusta tu cuento; pero -si me permites- creo que necesita más elaboración; más tensión; más suspenso.Creo que podría lograrse presentando algunos detalles, (como el apuro de la mamá de Marta por ver tele), en forma de diálogo.Tampoco estaría de más sacar algunos datos que pesan en el ritmo; como ser, cada cuanto limpiaba las jaulas, o dónde vivía la mamá. E intercalar acciones desopilantes como resbalones, choques de personas; aire burlón de los periquitos…
    Por lo demás el relato es correcto desde el punto de vista de la forma. Adelante. Puedes lograr mejorarlo.

    Escrito el 10 febrero 2015 a las 03:35

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