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¿Qué es la libertad más que la jaula de ese niño? - por Oscar Sinclair

Web: http://www.facebook.com/elartenomuerehoy

El viejo se volvió a sentar en su sillón preferido junto a su amada copa de whisky y su viejo sombrero de copa colgado del perchero. Había salido de su casa pero se rindió al poco tiempo. Él culpaba a su agorafobia y al gentío que había en la plaza llena de músicos cuerdos, monjas esquizofrénicas y suicidas sentados en la terraza del psicólogo.
Su teléfono solo sonaba cuando se caía. Su corazón solo latía para transportar sangre. Su esófago solo tragaba el humo de las cartas de amor que le habían escrito en su juventud para luego repetirse a si mismo: “Tu y yo éramos el humo para el otro”.
Cada que salía a la calle le atemorizaba la gente que trataba de presentarse, el siempre repetía que era muy tímido, un antisocial, como excusa para retirarse sin decir una palabra más. El trato con la gente jamás había sido su especialidad aunque todos le dijeran que era un ejemplo a seguir y que habían logrado empatizar tanto con él que ya hasta le conocían.
Esa noche había decidido que acompañaría su whisky con un poco de tinta y música instrumental. Quería escribir un nuevo relato acerca de su agorafobia y de cómo no soportaba las multitudes llenas de borregos disfrazados de lobos que asustaban corderos. A la hora de poner su bolígrafo sobre el papel se petrificó. No sabía que era lo que quería escribir, eso le pasaba en extrañas ocasiones y esa era una.
Se recostó sobre su sofá tratando de canalizar todos sus pensamientos en forma de cuento y no salía nada, estaba en blanco. Pasaron varios minutos y seguía igual por lo que salió a ver como estaba Poe, el cuervo que había logrado capturar años atrás y que ahora servía como objeto de estudio y desahogo.
El cuervo, un ave oscura y carroñera de rostro egoísta y aires de superioridad estaba encerrado en una jaula que le habían impuesto para recordarle que jamás podría ser tan libre como lo deseaba, y para eso sirven las jaulas, para encerrar los sueños de volar.
El cuervo, al verlo, comenzó su aturdidor canto de envidia y enojo por tenerlo ahí encerrado contra su voluntad.
—Oh querido Poe, creo que al fin sé en que se parece un escritorio a un cuervo, ambos producen notas poco interesantes como las tuyas y las mías –dijo mientras le colocaba agua en su jaula —. Tú y yo no somos tan diferentes, ambos somos raros, a los que los demás miran de reojo y con miedo. Somos los locos que no se quieren adaptar aunque la evolución lo pida.
Sonrió para sí mismo. Volvió a pensar en su escrito cuando lo invadió un escalofrió justo antes de entrar a su salón. Regresó con el cuervo con la mirada agachada y los ojos bien abiertos, como quien ha resuelto un misterio que no debía de haber encontrado.
—Oh querido Poe, no somos tan diferentes, ambos hemos sido confinados de la libertad por alguien más, tu por mí y yo por mis miedos. Ahora comprendo que la libertad no es más que la jaula de ese niño y de éste adulto. Vivo pensando en que tengo la libertad de hacer lo que quiera pero si me decido a no comer moriré de hambre, por lo tanto debo hacerlo. La libertad no es más que una paradoja que nos dice que podemos hacer lo que queramos pero cumpliendo reglas, vaya patraña.
Su voz se fue debilitando mientras hablaba hasta acabar en un susurro. Miró al pájaro unos segundos y abrió su jaula permitiendo que el cuervo escapara. Hasta ese momento se dio cuenta de que era más libre el cuervo en la jaula que él en su realidad.
Volvió a su salón donde escribió un relato acerca de una chica hermosa, querida por todos pero que nunca llegó a querer a nadie porque creía que todos la buscaban por su belleza. En realidad era una biografía suya en otro cuerpo, todos le querían por empatizar con sus escritos, sin embargo el jamás llegó a querer a nadie porque creía que solo buscaban algo de él.
Tomó su sombrero de copa del perchero y salió de su jaula para no volver jamás.

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5 comentarios

  1. 1. beba dice:

    Hola, Oscar:
    Me encantó la historia; está hecha de vida interior en medio de la soledad y frente a una sociedad “ovina”: desilusiones, miedos, reflexiones. Todo muy logrado con un buen uso de imágenes apropiadas,como el emblemático cuervo.
    Me encantó esta humorada: Su esófago solo tragaba el humo de las cartas de amor que le habían escrito en su juventud para luego repetirse a si mismo: “Tu y yo éramos el humo para el otro”.
    Felicitaciones.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 15:20
  2. 2. Silvyt dice:

    Hola!!!
    Un comentario rápido porque fui una de tus comentaristas:
    Enhorabuena por la originalidad y suerte en la búsqueda de tu estilo, seguiré leyéndote.

    Escrito el 31 enero 2015 a las 19:52
  3. 3. Adella Brac dice:

    “para eso sirven las jaulas, para encerrar los sueños de volar.”
    Detrás de la historia hay mucho más de lo que se cuenta, ¡buen trabajo!
    Un saludo 🙂

    Escrito el 1 febrero 2015 a las 20:20
  4. 4. Gota dice:

    Me gustó mucho tu historia! Muy acertado el nombre del cuervo. Interesante relato sobre la libertad del ser humano. Saludos!

    Escrito el 1 febrero 2015 a las 22:23
  5. Muchas gracias a todos por sus comentarios me alegra que les haya gustado, igualmente si tienen alguna sugerencia para seguir mejorando seria estupendo.
    Un saludo 😉

    Escrito el 26 febrero 2015 a las 00:38

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