Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La libertad de Julia - por Irene García

El autor/a de este texto es menor de edad

Sonó el teléfono y su madre fue a cogerlo rápidamente. Podría pensar que sería alguno de sus amigos, pero ya no volvieron a llamar desde aquel fatídico día. Julia estaba sola, delante de la ventana. Miraba al exterior, mientras observaba cómo caían las hojas del árbol que había en el jardín. Aquellas hojas de tantos colores, que se depositaban lenta y delicadamente en el suelo, formando un manto de tonos rojizos y amarillos, una cama mullida donde poder dormir. ¡Lo qué daría ella por tumbarse en esa gran cama! Pero aquella silla de ruedas la retenía allí, delante de aquella ventana, anhelando poder correr, saltar… e incluso mancharse de barro su vestido nuevo, aunque su madre la regañase por ello. Toda su libertad se disipó cuando sucedió aquel accidente. Todo se fue junto con las horas de aquel día, que tan lentas pasaban. Todo, menos dos cosas: un sombrero de color rosa que le regaló su padre, el cual llevaba puesto siempre y su pequeño periquito, que la miraba desde su diminuta jaula.

Cuando todo la abandonó, aquella avecilla se había convertido en su única compañía. Aquel periquito se había convertido en todo lo que le faltaba. Se había convertido en sus pequeños ratos de diversión, en el paso de las horas, en su amigo. En su único amigo. Él era su confidente, su psicólogo. A él era al único que le podía contar sus secretos, ya que jamás se los contaría a nadie. Con él los días parecían más amenos. Pero a la pequeña Julia le preocupaba su pajarito.

Él no debía estar atado a ella. Él no debería ser un esclavo, encerrado en una jaula, como ella era una esclava sujeta a una silla de ruedas. Él debería estar volando en libertad o ir junto a su familia, no permanecer quieto en una jaula, mirando a través de la ventana cómo caían las hojas de los árboles en un otoño más frío de lo normal. La niña no sabía qué hacer. Quería que su pequeño amigo se quedase a su lado, pero a la vez no quería que corriera la misma suerte que ella durante más tiempo. A Julia se le acababa de ocurrir una gran idea.

Se acercó a la ventana. La abrió. El frío viento entró en la habitación, estremeciendo a Julia. Después, abrió la jaula del periquito y lo cogió entre sus manos. Lo sacó a la ventana y lo lanzó al aire para que volara en libertad. Mientras lo divisaba alejándose de su casa, se sentía más feliz que nunca. Julia se quedó durmiendo en su silla con el sonido del viento, hasta que su madre la despertó:

— ¡Oh no! Julia, ¡tu periquito se ha escapado! — exclamó la madre, sorprendida.
— Mamá, no se ha escapado — le explicó Julia — Lo he soltado yo.
— Pero, ¿por qué? — la madre no podía creerse lo que acababa de hacer su hija. Aquel periquito valía mucho para ella. Estaba esperando una explicación coherente:
— Porque no podía dejarlo atrapado por más tiempo.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Adella Brac dice:

    Me gusta la idea, pero creo que dándole un poco de profundidad conseguiría ser más emotiva. He visto que eres menor de edad, espero que no dejes de escribir y de aprender 🙂
    ¡Un saludo!

    Escrito el 30 enero 2015 a las 11:20
  2. 2. Margarita Graña dice:

    Pues yo lo encuentro muy emotivo y triste.
    Sabes, cuando era muy joven como tú, solía escribir cosas tan tristes como ésta que nos has dejado. Pero al pasar la vida y tener que vivir algunas, ahora ya no puedo siquiera imaginar más que historias de esperanza, y me cuesta mucho leer aquellas en las que los niños sufren.
    Mucha suerte en tu trayecto, tienes mucho coraje para contar. Saludos

    Escrito el 30 enero 2015 a las 12:26
  3. 3. Tavi Oyarce dice:

    Irene, leí tu cuento y has logrado traspasar tus sentimientos, La tristeza así como la alegría, nos acompañarán mientras se viva.
    Es verdad que hay algunos ripios en la escritura, pero comparado con los aciertos, uno los obvia, ya vendrá con la practica la solución. No sé que edad tienes, pero analizando tu escritura lo haces muy bien. Sigue escribiendo. Seré tu lector.
    Saludos

    Escrito el 30 enero 2015 a las 23:29
  4. 4. beba dice:

    Es un cuento muy triste, pero lo redime el final: ser generoso a pesar del dolor. “Dar hasta que duela”, dijo la Madre Teresa.
    Seguramente vas a tener muchos logros con tus creaciones, ya que tienes un buen manejo de la escritura. Un abrazo.

    Escrito el 7 febrero 2015 a las 23:06

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.