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El beso - por Eva

La llamó a las tres de la mañana y Susana contestó al teléfono con ese exabrupto entre somnoliento e irritado del que se cree que un borracho gilipollas no tenía otra cosa que hacer a esas horas que cargarse los sueños de los demás.
—Ven, por favor —oyó que su interloculor le decía con voz entrecortada.
Colgó de inmediato, se vistió lo más rápido que pudo y salió por la puerta como alma que lleva el diablo. Cuando llegó, el desorden y la confusión eran tal en esa jaula de grillos que nadie entendía de la misa la media. Todos gritaban, lloraban, se derrumbaban. Su amigo se había sentado en un rincón, con la cabeza entre las manos. Susana le puso la mano en el hombro y lo interrogó con la mirada.
—Ya lo sabes. Al final pasó lo que tenía que pasar —y miró hacia la puerta de la habitación de donde salían casi todos los lamentos.
Susana se incorporó como por resorte y sintió que las piernas le temblaban mientras avanzaba por el pasillo. La habitación estaba llena de mujeres llorando a moco tendido y, en el centro, tumbada en la cama, la belleza personificada reposaba en la paz más absoluta, ajena para siempre a todo ruido.
“Siempre me gustaron los clásicos, sabes? Blancanieves y la Bella Durmiente. Al final un beso es lo que trae la felicidad” le había dicho la bella Clara una vez en la puerta del colegio, cuando Susana se quejaba de las chorradas que tenían que leer para clase de literatura. Y más tarde, en el instituto, Susana le dio ese beso, pero no le trajo la felicidad a la princesa sino la amargura. Sus padres se enteraron y la cambiaron de instituto, para alejarla de las malas influencias, que ella era demasiado joven, que no entendía, que no sabía lo que le convenía. Que no diera qué hablar.
El tiempo pasó con sus caídas de hojas, nieves, flores y calores. Y en una reunión de antiguos estudiantes se volvieron a encontrar: la una reportera y dicharachera, baluarte del feminismo y merecedora de condecoraciones; la otra, madre divorciada y después viuda y, para rematar la faena, sospechosa del acecho de un mal llamado cáncer. Pero como la noche era joven e invitaba a rememorar recuerdos, tanto Susana como Clara acabaron acodadas en la barra del bar, riéndose del beso mal dado a escondidas en las escaleras del instituto.
—Mi boda fue de peineta y olé, pero si en lugar de casarme con Roberto lo hubiera hecho contigo hubiera optado por algo estilo inglés, con pamelas, que son muy elegantes —confesó Clara entre un ron con colacola y un gintonic. Y acabaron devorándose con el furor de quien se ha visto privado de caramelos durante largos años.
Susana salió del velatorio con el corazón saliéndosele por la boca y durante esa noche insomne tomó una decisión. Miradas de reprobación la taladraban mientras se habría paso entre la congregación durante el funeral al día siguiente. Los padres de Clara se miraron el uno al otro y se corroboraron el diagnóstico de loca desquiciada y endiablada que le habían clavado desde los tiempos de instituto. Pero Susana se sentó muy digna ella, en primera fila, como le corresponde al miembro de la familia más cercano a la difunta, portando un sombrero más grande que la antena parabólica de la comunidad de vecinos.

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5 comentarios

  1. Me encanta la manera como manejas estos temas con facilidades y hasta añadiéndoles frases cómicas, como las primeras oraciones y la ultima. Ademas, todo en un relato de pocas palabras. Me gustó.
    Saludos y felicidades.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 14:40
  2. 2. Gota dice:

    Me gustó mucho el estilo de tu escritura y los toques de humor. Saludos!

    Escrito el 1 febrero 2015 a las 23:11
  3. 3. David Rubio dice:

    Buen relato, Eva. El ritmo es frenético, desde el inicio la lectura se dispara sin pausa. Quizás la historia que pretendes contar tiene difícil cabida en 750 palabras. ¡Toda una vida en tan poco espacio! Como sugerencia, iniciaría el relato directamente en el velatorio. Ella llegando con ese sombrero, provocando las miradas de la que pudo ser su familia, orgullosa, digna, espectacular. Y a partir de ahí directa a sus recuerdos.
    Saludos

    Escrito el 2 febrero 2015 a las 23:46
  4. 4. Wolfdux dice:

    Hola Eva,

    me ha resultado un poco confuso, coincido con David en que quizás hubiera sido mejor iniciarlo en el velatorio. La historia es interesante pero deja esa sensación de que podía haber sido más de lo que aquí nos presentas. Aún así me quedo con la fluidez con la que nos la cuentas y el toque personal que le das. Felicidades.

    Un abrazo.

    Escrito el 4 febrero 2015 a las 10:28
  5. 5. Eva dice:

    Hola a todos!
    Muchísimas gracias por haberos pasado por aquí y por haber dejado tan buenos comentarios! tomo muy buena nota.
    Un abrazo

    Escrito el 6 febrero 2015 a las 13:29

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