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Presos - por Pato

Lizzy vive en una jaula, de la peor forma posible, ignorándolo.
Así que de momento es imposible que salga de ella porque no sabe que esta dentro, o no quiere saberlo, aunque sabe que algo no va bien y duda si es ella la que no entiende al mundo o es el mundo el que no la entiende a ella. Pero tampoco se mata para averiguarlo, porque le da miedo lo que pueda encontrar.
Siempre es la ultima vez, aunque ya nadie le crea, quizás decir nadie sea exagerado por que muy poca gente conoce su adicción o eso cree ella, la esconde para que pueda sobrevivir, sabe que si su gente se entera sería el fin.
Tiene cuarenta y pocos, es guapa, aunque empieza a dejar de serlo parte por la edad y parte por la angustia en la que vive. Ojerosa de desvelos y luchas imposibles, tiene el pelo negro, liso, apenas le llega a los hombros y con alguna cana que empieza a asomar. Delgada de mal comer y fumar mucho, el tabaco es su segunda adicción, menos dramática que la primera al fin y al cabo de cáncer puede morir cualquiera sin sentirse culpable.
Sentada en una mesa rodeada de gente que no conoce aunque la ha visto muchas veces, la mayoría son como ella. Eso la hace odiarlos y comprenderlos al mismo tiempo. La bola rueda y dentro de ella el destino, el golpe de suerte buscado casi hasta la extenuación. Tiene dos hijos de siete y nueve años, son chicos buenos y fuertes a base de necesidad, un marido que suple su falta de determinación con bondad. Tenia que haberla dejado hace tiempo, llevarse a los niños y empezar de nuevo, pero la ama, sin razón, por lo menos ahora, en la juventud se enamoraron y el sigue enganchado a ella como ella a lo suyo los dos con la misma intensidad, lo que cambia es el objeto del deseo, el de él ella, el de ella…al final se hundirán juntos. Lizzy mira al teléfono, no suena, lo tiene en silencio, pero brilla y ella ve el nombre en la pantalla que la señala y le pregunta: ¿Dónde estás? Decide quedarse en la mesa porque la siguiente es la buena, la última y pone el teléfono boca abajo para no verlo. La bola cae. No es la suya, parece que nunca lo será y se desespera de esperar. Mañana es otro día, es tarde y no le queda más remedio que marcharse la espera el remordimiento, el propósito de enmienda y decidir que se acabó, que nunca más, sabiendo que es mentira, ignorando que la jaula está cerrada por fuera y que ella no tiene la llave, ni la culpa.
Se levanta, frágil, cansada, coge su sombrero, otro de sus interminables amuletos, este pertenece a su hijo mayor vestigio de su ultima fiesta del colegio, de disfraces, le queda fatal y la delata como ella no se puede imaginar, pero es una de las cosas que la mantiene en contacto con el mundo real, tan lejano e incomprensible.
Miguel su marido la recibe en casa sin saber que hacer para ayudarla pero decidido a intentarlo una vez más, ella es su adicción, su jaula, tan invisible para el como lo es la suya para ella.

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6 comentarios

  1. 1. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Pato, excelente forma de manejar los bericuetos de la mente. Construyes al hacerlo, una historia paralela llena de amor y compensión.felicidades. Veo en tu texto el principio de una historia de una profundiad sin limite y de enseñanzas sin par. Enhorabuena

    Escrito el 29 enero 2015 a las 01:20
  2. 2. Wolfdux dice:

    Me gusta tanto lo que se muestra como lo que no, con un enfoque muy original. Felicidades, Pato. Un texto muy bien escrito.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 16:44
  3. 3. Job Peró dice:

    Pato, me encantó tu texto en cuanto empecé a leerlo. Me tocó comentarlo y tampoco pude señalar demasiadas cosas. Está muy bien escrito y transmites muy bien las angustias y justificaciones de la protagonista. Me hubiera gustado más que la adicción de él la hicieras más evidente al final, tal y como ya lo haces, sin presentarla tan evidentemente hacia la mitad de la historia. Pero es sólo una apreciación personal. Felicidades.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 14:22
  4. 4. marazul dice:

    Qué buena narración. La he leído de un tirón porque fluye natural, sin tropiezos innecesarios que impidan llegar al final.El tema de las adicciones, muy adecuado para introducir la palabra “jaula”. La descripción del físico de Lizzy, de su sicología…..Pero aún más que la forma me ha enganchado el fondo. Una historia real, humana y también de amor….del de verdad.
    Me ha gustado mucho Pato
    Un saludo. Marazul

    Escrito el 30 enero 2015 a las 15:20
  5. Como el otro pato de la página quise leer tu texto:

    – Me ha gustado la narración, uno logra imaginar aquellos elementos que no están de forma explícita.

    – El único pero sería algunas comas en donde debe ir punto, algunos puntos en donde debería ir coma, y unas comas que no deberían estar.

    Muchos saludos y nos leemos.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 17:14
  6. 6. Maureen dice:

    Bueno, me has enganchado a la historia desde el principio, me ha gustado mucho. Es dura en el fondo pero a la vez resulta fácil de leer, y en mi opinión las frases largas acompañan muy bien a lo que estás contando, ya que provocan que el lector se enganche al texto.

    Me encanta la expresión “Ojerosa de desvelos y luchas imposibles” 🙂

    Falta algún signo de puntuación. Que yo haya visto, los siguientes:

    “…menos dramática que la primera; al fin y al cabo de cáncer puede morir cualquiera sin sentirse culpable.”

    “…él sigue enganchado a ella como ella a lo suyo, los dos con la misma intensidad”

    “…no le queda más remedio que marcharse. La espera el remordimiento”

    “Miguel, su marido, la recibe en casa”

    Muy buena historia, dura y bonita. Y en parte esperanzadora, gracias a ese marido que está ahí para ella. Enhorabuena.

    Escrito el 3 febrero 2015 a las 14:36

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