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El mapache y tú - por Lucía Cenalmor
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El autor/a de este texto es menor de edad
Era el día de Año Nuevo y estaba sola en casa cuando sonó el teléfono de mi primo, en el momento menos indicado; en medio de mi siesta. Debe ser que estar sola, era la razón por la que estoy en este entrañable y poco habitado (al menos, por gente como yo) lugar.
El teléfono comenzó a mandar esos incesantes sonidos hasta que en el último momento yo cogí el móvil para colgar de una santísima vez y volver a mi siesta; pero por casualidades del destino, acabé contestando a aquella chica con voz aguda que llamaba.
—¡Hola! ¿Eres tú Dario Gil? —dijo ella con alegría.
—No, ese es mi primo y está con su novia. Yo soy Esther Barrie.
—Vale, en un par de segundos llegará un paquete; es para ti —eso sí que no lo había entendido. No pregunté, estaba claro que en ese momento no iban a haber respuestas.
En el mismo momento en el que colgué el móvil, alguien tocó a la puerta al más puro estilo Sheldom Cupper *; lo único que solamente en el último toque, pronunció mi nombre en vez del de Dario. Y al abrir la puerta para ver quien era, apareció un chico, digamos, algo corto de estatura.
Era muy bajo, diminuto; era rubio con el pelo completamente mojado y bastante guapillo, tenía su puntito. Traía consigo una caja cuadrada de medio metro de altura más o menos y no encajaba nada en la decoración de la antigua casa de mi abuela, teniendo en cuenta que esta era antigua como el mejor de los vinos y él vestía con una mezcla de estilos que se acercaban bastante al punk.
Algo se movió dentro del paquete y solo de pensar que habría dentro me recorrió un escalofrío. Pero a pesar de todo, la curiosidad me ganó y le pregunté varias veces que había dentro de aquella caja pero continuó sin decir ni una palabra y tras dejarla sobre la mesa del salón se fue bajo mi atenta mirada, tan sigilosamente como había entrado.
Me quedé mirando la caja. Realmente parecía más grande de lo que pensaba. Empecé a abrir el paquete poco a poco, ya que las manos me temblaban y mi pulso volvió a acelerarse. Lo que me encontré dentro al principio me pareció algo sospechoso. ¿Una jaula?
Al desenvolverlo por completo me di cuenta de que no estaba sola y de que encima de esta había una tarjeta en la que ponía: Necesita compañía (el mapache y usted); cuando encuentres a la persona ideal, a su media naranja, al amor de su vida; este pequeño animal podrá desaparecer (si quieres que lo haga). Gracias.
¿Mapache? Creo que ya todos sabemos la desgracia que había dentro de mi jaula.
Claramente me quería deshacer de la mofeta esa por lo que nada más ver al extraño animal; cogí mi ordenador, un poleo menta, mi mantita y me puse manos a la obra a buscar a cualquier chico que se me presentase.
No necesitaba mucho en ese momento, y así es como acabé en un restaurante completamente femenino para mi decimocuarta cita “ya no tan online como el primer día que hablamos por esta web. Antes de que el chico en cuestión llegue, la camarera me deja una nota encima de la mesa.
Desde hace poco menos de un año no he vuelto a tener noticias sobre las hermosas personitas que me dejaron a Ron (dejemos claro; que el nombre del mapache no tiene nada, nada que ver con Harry Potter) y al fin me han llegado nuevas noticias; a lo mejor es porque ha llegado el amor (todos sabemos que no) pero la nota decía claramente: ¿Con o sin mapache? Si no lo quieres, mándaselo por correo a la persona que más necesita amor. Sino mándale un sombrero a esa persona. Nosotros nos encargamos del resto.
Digamos que lo del sombrero era muy raro pero no pregunte. Alguien lo suficientemente guapo como para eclipsar mis pensamientos abrió la puerta.
*Sheldon Cooper:personaje de la serie The Big Bang Theory que siempre llama a la puerta intercalando el nombre de la persona con un golpe en la superficie de esta.
Comentarios (2):
Adella Brac
30/01/2015 a las 13:41
Me gusta la idea principal de la historia, pero creo que necesitaría espacio para desarrollarse bien y trabajarla un poco más.
He visto que eres menor de edad, espero que sigas escribiendo y aprendiendo 😉
¡Un saludo! 🙂
beba
30/01/2015 a las 20:36
Hola, LUCÍA:
Yo comenté tu cuento, y en esa instancia no había forma de saber que eras menor de edad. De todos modos,la idea de señalar positivos y negativos excluye la de faltar el respeto a alguien.De modo que, con mucha esperanza, coincido en que es cuento que necesita trabajarse para que no se desaproveche la excelente idea central que lo anima.¡Adelante!