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Solo 750 palabras - por Jim Morvent

Grabiell, sintió la presencia de alguien a su costado. El hombre de treinta años, acostumbrado a sentarse a leer un poco de literatura, trataba de disimular la curiosidad de saber quién era la persona que lo acompañaba esa tarde.
Miro de reojo hacia abajo, descubriendo un par de piernas cruzadas meciéndose relajadamente entre los últimos rayos de sol. Era una mujer de curvas excitantes, poseía una exótica y sensual belleza. Una ligera electricidad estremeció el cuerpo del hombre, que pretendió volver al estado de concentración que estaba antes que llegara la hermosa dama, pero no pudo.
La misteriosa mujer observo a Grabiell y volviendo su mirar hacia el horizonte dijo…Disculpe, ¿Aquel sombrero es un Goorin Brothers?…Si, lo es, ¿Por qué?…respondió nervioso…mi marido tenía uno igual, siempre le gustaron los sombreros… ¿En serio? Hace muchos años lo compre en Pittsburgh…añadió el. Pareces agradable…dijo la mujer, manteniendo sus ojos fijos en el sol que poco a poco se ocultaba en la lejanía. Gracias, y dime, ¿De dónde eres?…De Pennsylvania, vine a San Francisco por trabajo…Y su marido la acompaño…La mujer sosteniendo una sonrisa que la hacía más apetecible, replico: Tuve que dejarlo todo, porque mi marido falleció…–El hombre azorado por su comentario, agrego– Lo lamento mucho, no sabía que…Descuide, siempre pasa. Lo siento tengo que irme. La encantadora dama que lucía un corto y apretado vestido rojo, fue oscilando sus curvas por los ligeros toques de luz, se despidió con un coqueto…Hasta pronto.
A la tarde siguiente el hombre llego esperanzado en poder entablar nuevamente esa acalorada charla. Se sentó, tomo entre manos su preciado libro simulando leer, con la ilusión de tener a la mujer a su diestra y así fue. Al cabo de unos minutos estaban conversando amenamente. Ahora cuéntame de ti…Bueno, mi nombre es Grabiell…supongo que un hombre interesante como tú, habrá tenido muchas amantes…no, para nada, la verdad soy un hombre solitario…y así continuaron. Antes que diera la noche, la excitante fémina se despidió, como sucedió el día anterior.
La tarde próxima retorno al lugar con la misma perspectiva. Los segundos se hicieron minutos y los minutos horas, la luz del sol disminuía, las ansias del hombre se acrecentaban, la desesperación se apoderaba de él mientras miraba una y otra vez el reloj. Al caer la noche, decepcionado huyó del lugar, tenía el ánimo debilitado y lo único que hacía era caminar reflexionando sobre su infortunio. De pronto escucho una melodiosa voz, dio media vuelta y era la mujer. Se encontraba cantando y danzando eróticamente al ritmo de jazz alrededor de un tubo. Hipnotizado por aquellos ojos azules, siguió adentrándose en el night-club, sumergido en el encanto que desbordaba la bailarina. Ella acaricio sutilmente su rostro, susurrándole…nos vemos adentro…y se alejó entre los aplausos del público masculino. El hombre tomo camino directo al camerino. Un cruce de miradas y la pasión enardeció, dos casi desconocidos esa noche hicieron el amor, él se entregó como nunca en su vida a otra mujer, para ella era otro humilde perro a su disposición.
Así días van, días vienen, el sujeto se había obsesionado con la obscena mujer. A toda hora y todos los días, sus cuerpos entrelazados, ardientes y desenfrenados, derramaban lujuria. Paso meses de esto y ella comenzó a mostrar su verdadera cara. Lo encerraba en una jaula, lo azotaba con látigos de cuero, lo en maniataba a la cama y eso a Grabiell ya no le gustaba. No podía escapar, era esclavo del propio amor que sentía por ella.
Cansado, frustrado y desesperado, abrió la jaula en la que infinitas veces la mujer lo tuvo prisionero, hambriento y sediento, llevo entre sus manos –marcadas por los cortes que esta le proporcionaba – un teléfono color carmín, igual a los labios que hoy despreciaba con el alma. Se encerró en la jaula metálica, llamo a su madre y le dijo…Madre, lamento llamarte a estas horas, solo quería que sepas cuánto te amo, cuídate mucho y perdóname por favor. Adiós. Colgó el teléfono, se ocultó en el rincón más oscuro de la prisión de acero, furiosamente corto sus venas con la navaja que estaba intencionalmente colocada allí, recordando todos los episodios felices y desgraciados de su vida, cerró los ojos y todo se ensombreció.
Los diarios, del lunes, dieron la cuenta del suceso que pasó desapercibido entre las noticias. En la nota de la página de policiales sin mayor relevancia, se informaba que otro hombre fue hallado muerto dentro de una jaula, en la habitación de una mujer con paradero desconocido.

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2 comentarios

  1. 1. DreamxAlchemist dice:

    ¡Hola Jim! Te seré sincero, tu forma de narrar me gustó bastante. Quizá tenga algo que ver que me gustan mucho las escenas de coqueteo y con eso empieza tu relato. Hay un error garrafal en cuanto a la forma de tu relato, y es que usas mal los puntos suspensivos y cuando alguien dice algo tiendes a poner: “y dijo” cuando bastaría solamente narrar las acciones del personaje y empezar un diálogo con sus respectivos guiones para las conversaciones. También abusas un poco del uso de comas, a veces no son tan necesarias o se pueden cambiar por “;” todo eso le resta belleza a tu relato. Pero tratando de omitirlo, me gustó. Hay mucho que mejorar con los signos de puntuación, pero ánimo. Enhorabuena.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 23:40
  2. 2. Jose M Quintero dice:

    Hola Jim.
    estoy de acuerdo con DreamxAlchemist en lo de los dialogos, creo que sería mejor comenzarlo con un guión.
    creo que lo demas esta bien, tiene muy buena estructura, un final muy inesperado.
    aunque si me desilucionó que no vi relación de el texto con el titulo.
    felicitaciones y sigue practicando.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 23:08

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