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The walking cabalgata - por Abr

Estoy sumergido en el bullicio cuando llega a mis oídos una frase que todo el mundo debería escuchar al menos una vez en la vida: están tirando sugus.
Esos caramelos, capaces de desatar la furia de niños y adultos por igual, están comenzando a llover y tan pronto tocan el suelo puedo ver decenas de chavales alborotados lanzando sus zarpas sobre la de los demás para recoger tan preciada golosina.
Tomar el poder de dicha chuchería a la ligera puede acarrear graves consecuencias. Lo sé porque he visto a un anciano, que usaba su sombrero del revés para cazar los sugus al vuelo, sucumbir a una piara de niños desbocados. Ya ni se le ve entre la maraña de cabezas. Me estremezco solo con imaginar lo que quedará de él cuando se disipe la nube de monstruos de manos demasiado largas y consideración demasiado corta.
¿Alguien recuerda la escena de The Walking Dead en la que un puñado de zombis hambrientos, perdonen la redundancia, se merienda un caballo? Pues cambien los zombis por niños y el caballo por un anciano y sabrán el espectáculo dantesco y sobrecogedor que presencio en estos momentos. Al menos no hay sangre ni tripas. Solo caos.
Si hay una cosa que supere el poderío de un sugus en una cabalgata, amén de una cantidad mayor de estos, es lo que acaba de ocurrir en la acera de enfrente.
La bolsa rebosante de caramelos que una madre le sostenía a su hija se ha resquebrajado y su contenido se está desparramando por el suelo a una velocidad vertiginosa. Absolutamente todos los niños a diez metros a la redonda han levantado sus cabezas al unísono como velocirraptores, juraría que incluso he oído el movimiento de sus cuellos, y se han abalanzado sobre la masa uniforme de estos manjares. La madre ha sido lo bastante inteligente para apartarse del vórtice destructivo, en tanto su hija llora desconsolada mientras los ladronzuelos le roban su preciado tesoro.
Y es que la mayoría tiende a pensar que no es nada, niños recogiendo caramelos. Qué monada. Lo cierto es que estos producen en ellos un efecto similar al que un maletín con dinero produce en el yerno de un rey. No importa cuántos tengan, siempre querrán más.
Gracias a Dios, la crisis está causando estragos incluso en esto de las cabalgatas y eso de lanzar peluches parece cosa del pasado. Todavía me persigue el recuerdo de aquel maldito teletabi que me cayó en la cabeza un año y sobre el que se lanzaron varias personas, sin consideración alguna por el asustado niño que había debajo. Algunas noches de invierno aún puedo sentir aquellas manos convencidas de que mi pelo formaba parte del peluche.
Pero no puedo culparlos. Creo que es una característica intrínseca de nuestra naturaleza. Somos jodidamente egoístas y cabrones y ya está, desde pequeños.
¿Quién no ha cometido el error de mirar a los ojos a uno de esos demonios con caras angelicales que reparten los caramelos en las carrozas y ha recibido un señor caramelazo en toda la frente en consecuencia? A mí me pasa todos los años y nunca aprendo. Son como perros infernales, hambrientos y deseando escapar de su jaula para hincarte el diente. Es más, estoy convencido de que los griegos no conocían el poder de un grupo de niños armados con caramelos cuando inventaron a Cerbero. La entrada al inframundo habría sido un lugar mucho más seguro, siempre y cuando a Hades no se le ocurriera lanzar algún sugus.
Baste una mirada de estas bestias pardas y penetrarán tu alma, encontrarán tus temores, los aprovecharán para atraparte y, entonces, cuando estés desarmado, te azotarán con el proyectil y se reirán en tu cara. «En todo el careto», le gritará con sarna a su compañero. Pequeño hijo de la gran…
No solo a mí me ocurre y eso me consuela. Acaba de pasar una niña de ojos azules, no más de cuatro años, con un saco rojo. De él ha sacado el puño cargado de caramelos, se ha acercado con amabilidad a una señora en silla de ruedas y, cuando esta le ha tendido la mano para que le diera algunos, se los ha lanzado a bocajarro. Todos a mi alrededor se están descojonando. Yo incluido.
¡Qué demonios! Si es nuestra naturaleza, quién soy yo para luchar contra ella. Eso sí, el año que viene desconecto el teléfono y que nadie me busque. Estaremos solos yo y mi botella de anís.

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13 comentarios

  1. 1. Fabián dice:

    Muy buenas Abr, yo fui uno de tus tres comentaristas.

    Volver a analizar tu relato seria repetirme un poco yo creo, así que intentare no dejarte un tocho aquí. Pero bueno, esta escrito con mucha soltura, es ingenioso y tiene gracia que es lo mas importante.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 12:08
  2. 2. tavi oyarce dice:

    Aunque no he visto The Walking Dead, me bastó con tu descripción. Capté la ironía que deslisas y tu mensaje.
    Enhorabuena, te felicito

    Escrito el 29 enero 2015 a las 23:37
  3. 3. Margarita Graña dice:

    Bien la ironía, el humor y también la calidez para contar esta historia. Te digo que hay algo similar en el comportamiento de las ancianitas que apenas caminan cuando se sirve la mesa de postres de autoservice en una boda. Si esperas a que ellas se sirvan, no te dejarán nada y no verás a ninguna rengueando, jajaja.
    Está muy bien escrito, ágil, muy buenas metáforas, la verdad. Te felicito

    Escrito el 30 enero 2015 a las 03:48
  4. 4. Adella Brac dice:

    ¡Muy divertido! Me ha gustado mucho el tono y el lenguaje que utilizas para hablar de ese comportamiento salvaje.
    Lo peor, es que la escena no está demasiado exagerada, yo también he recibido algún caramelazo alguna vez xD Hace años, ahora procuro evitar cualquier evento multitudinario 😀
    ¡Buen trabajo! 😉

    Escrito el 30 enero 2015 a las 10:02
  5. 5. Montse dice:

    Un humor muy inteligente, felicitarte porque hacerme reir es muy difícil. He podido visualizar las escenas con mucha claridad.
    Felicitaciones!!

    Escrito el 30 enero 2015 a las 16:03
  6. Me reí un montón con tu relato. Muy original.

    La descripción de The walking dead me recordó cuando veo a niños disfrazados para halloween o cuando trato de escapar de los testigos de jehová.

    Saludos.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 22:06
  7. 7. KMarce dice:

    Saludos Abr, permiteme felicitarte por tu relato, ha sido muy ameno, de fácil lectura y muy humoristico. Me ha gustado la perspectiva del protagonista/narrador, su visión de un asumo “tradición” de su comunidad, a través de una prisma bastante jocoso.
    Me lo he leído de corrido y sin analizarlo, de tan entretenido que estaba. Lo leí doble y lo encontré francamente bien estructurado, ortograficamente correcto, solo una coma faltaría, para darle un respiro a la oración, pero es una minimidad.
    Tengo terrible obsesión por tener conocimiento, y la palabra “sagus” me dejó pensando de que se trataba, asumí que es una especie de dulce, como lo mencionarías en otro párrafo. En fín, no tengo afición por las cosas dulces, pero soy visual y no quise traicionar pensando en un caramelo oscuro envuelto en un papel enmantecado, así que al finalizar de leer, teclée “sagus” en Google imagénes…
    ¡Vaya sorpresa, han aparecido tremendas calaveras, especifícamente cráneos!
    Te invito a que me leas si lo deseas, mi relato es el 180-Azaleas y Vainilla. Solo déjame advertirte que no vas a reirte, como tú lo has hecho conmigo.
    Saludos!

    Escrito el 31 enero 2015 a las 19:41
  8. 8. KMarce dice:

    Abr, errata mía, que tan entusiasmada estaba que he leído “sagus”, ahora he vuelto a leerte por tercera vez, y leo que es “SUGUS”… Sip, esos caramelitos medio ácidillos que me gustan por no ser tan dulzones. Ahora, si… Yo también me aventaría a por ellos.

    Escrito el 31 enero 2015 a las 19:45
  9. 9. Ratopin Johnson dice:

    Muy bueno Abr, se lee de un tirón. He pensado que podría ser un monólogo. Te imaginaba delante del público, en una sala no muy grande, micrófono en mano.

    Escrito el 2 febrero 2015 a las 22:02
  10. 10. Luis Ponce dice:

    Lo escribes con mucha propiedad, sabes de lo que hablas y utilizas el lenguaje adecuado. Es muy ágil, fácil de leer y fastidioso a ratos cuando te imaginas que estás ahí.
    Puede ser que estos desfogues ocasionales de la niñez permitan que cuando lleguen a viejos ya están cansados y se olviden de las guerras. Me ha gustado el sonido de los cuellos y el maletín con el dinero.
    Te felicito.

    Escrito el 5 febrero 2015 a las 00:51
  11. 11. Cesar A. Martin dice:

    Hola Abr, muy buena reflexión con forma de relato. Gran trabajo, lenguaje preciso y expresivo, con imágenes muy ilustrativas. Tienes la mirada del escritor poniendo el foco sobre detalles que suelen pasar desapercibidos y además lo acompañas con oficio.
    Enhorabuena y un saludo

    Escrito el 5 febrero 2015 a las 15:30
  12. 12. Marcelo Kisi dice:

    Hola Abr!

    Me divertí con tu monólogo sobre la naturaleza humana alrededor de los viejos y queridos Sugus! Además escribís impecablemente y con un humor muy fino.

    Lo único que quiero observarte, ya que los compañeros aquí no lo han hecho, es el tema del género. Un cuento corto consiste en una trama, con una intro, un desarrollo y un desenlace.

    Por eso no comparto tanto la definición de César en el comentario anterior, de “reflexión en forma de relato”, porque lo que me falta ver aquí es la forma del relato.

    En cambio, creo que se acerca más Ratopin Johnson, cuando dice que es un monólogo que podrías decir tranquilamente micrófono en mano. Es decir que lo que estás dominando aquí, incluso con maestría, es el género del stand-up comedy.

    Desde el punto de vista del cuento corto, toda la acción se resume en: en cierto lugar -no sabemos dónde- reparten sugus -no sabemos quién ni por qué- y se arma un lío tremendo.

    Pero eso es todo, no hay más acción, no hay resolución. Sólo reflexiones por cierto agudas sobre el egoísmo humano y algunas escenas que ve el narrador para ejemplificar el principio que quiere demostrar: que somos egoístas.

    Cuento es otra cosa, me parece. Quizás haya opiniones más autorizadas que me desmientan, por ejemplo si tomamos la última frase sobre la decisión del narrador para el año que viene como resolución de una trama. Pero yo no identifico aquí “trama”, sino reflexión humorística con escenas que le dan fundamento.

    Te comento esto porque escribís excelentemente bien, y quizás viniste a un taller de cuentos queriendo escribirlos. Entonces mi comentario quizás te sirva para meterte en el género cuento si eso es lo que querés aprender a hacer. Por tu manera de escribir, podés hacerlo tranquilamente.

    Porque como quiera que sea, tu texto es excelente igual, más allá de las definiciones de género. Podría ser un brillante monólogo de stand up, o una columna en una revista juvenil.

    FElicitaciones!

    Escrito el 7 febrero 2015 a las 21:05
  13. 13. Ernesto Fuegos dice:

    Interesante critica de Marcelo. No habia pensado en que habria que considerar como “cuento”, a estos escritos estructurados como el describe. Ni pense en ello. Pero claro, si nos ponemos estricos, este escrito cabria dentro de algun genero de relato, monologo o algo parecido que haya sido clasificado como cuento.

    Escrito el 8 febrero 2015 a las 14:45

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