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Atrapar el Jilguero - por juana Medina

Amanece, Ernestina, después de haber mirado el cielo tratando de descifrar en la luz el tono del día, sale a ver sus plantas y su quinta. Este año los zapallos y las acelgas prometen, pero habrá que poner mucha atención a los tomates.
Es menuda, ya mayor, la carne se hunde entre los tendones de las manos y anda tan volátil con sus piernas ligeras como un gorrión carreteando antes de tomar vuelo. Hace unos días que no se siente muy bien; a veces le parece que se le traba algún músculo cuando corrige los tutores de las plantas o se agacha a sacar yuyos, otras, aparece una angustia que se reprocha. Hoy tiene miles de suspiros atascados en el pecho.
-Habría que podar el limonero, piensa. Pero esa ya no puede ser su tarea. Un poco más de agua a los paraísos y las retamas.
Vuelve a casa a prepararse unos mates y va pensando en Silvia, su hija. Seguramente llamará en un rato. Está en esa edad en la que se va como por una cinta transportadora infinita que no nos deja mirar ni a derecha ni a izquierda, tampoco salir de ella hasta que llega el fin de una jornada de obligaciones.
Silvia se preocupa por ella pero no sabe hallar el tiempo para recorrer los cien kilómetros de autopista que las separan, y quedarse dos días. Y Ernestina, claro, se preocupa por Silvia. ¿Tendrá algún amor, pensará en tener hijos, cómo serán sus amigos?pero no sabe cómo lograr que Silvia venga a verla sin que su pedido suene a exigencia, reproche o alarma. Suspira.
Descubre la jaula del jilguero que en seguida empieza a cantar. Se lo regaló Antonio, su marido, poco antes de morir. -Te alegrará y te hará compañía, le dijo. Y así fue.
-Buenos días, Carusso-lo saluda-Hoy será un día para poner tu jaula afuera, pero antes hay que limpiarla.
-Pensar que casi te pongo Pavarotti, tan chiquito, se ríe. Abre la jaula y saca el recipiente para el agua.
Suena la campanilla del teléfono.
-Silvia, hijita, ¿cómo estás?
-Bien, viejita linda, ¿y vos?
-Con un tiempo precioso. ¿No te animás a venir el fin de semana? Compré la carne que te gusta.
-Mamá, sabés que no puedo. Estoy en la peor época de trabajo.
-¡Carusso, Carusso se ha escapado de la jaula!
-Andá. Te llamo a la tarde.
Ernestina desespera. Descuelga la jaula y sale desalada mirando a derecha e izquierda, a los cielos y al pasto.
-Carusso no me dejes, dice entre sollozos sin saber hacia dónde correr. Respira hondo. ¿Dónde buscar un pajarito? En el jardín ya no está.
Sale a la calle. La jaula se sacude en su mano mientras ella sigue corriendo como puede, llamando a su Carusso. Llega a la plaza del pueblo, mira entre las ramas de los árboles, huele el aire como una loca.
En un banco está sentado don José, un viejo jubilado que hace de guardián honorario de la plaza para ocupar su tiempo. Don José toma sol con el sombrero a su lado. Ernestina se sienta a llorar sus desdichas. Don José señala el sombrero. Ernestina no quiere entender tan rápido. Necesita llorar un poco.
-Vamos doña, no llore. Su jilguerito está bajo el sombrero.Se acercó tan confiado que en seguida lo atrapé. A ver, ponga la jaula así ¿ve? La puertita abierta, y ahora…
El jilguero entra a la jaula como si nada hubiera pasado. Pica el alpiste y vuelve a cantar. Ernestina no sabe cómo agradecer.
-Venga a almorzar conmigo, invita.
-Vamos.
Ha cocinado la carne comprada para Silvia y ha destapado un vino de los que guardaba Antonio. Han comido y conversado. Tarde ya, don José se ha marchado. Está tan,tan cansada. Al caer el sol, va a cubrir nuevamente la jaula cuando Silvia vuelve a llamar.
-Y…¿lo recuperaste?
-Sí, hijita, sí. Don José, el guardián de la plaza, lo encontró. Lo invité a almorzar. Hemos comido y conversado mucho y ahora ya estamos por ir a dormir.
-¿Quienes "estamos"? ¿Te has vuelto loca? Salgo para allá. Esperame despierta.
Silvia no da tiempo a nada.
Ernestina se acomoda en su hamaca, mira al jilguero pero habla para sí:
-Mirá por dónde un plural mal entendido ha servido de sombrero!
Cierra los ojos. Sonríe.

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5 comentarios

  1. 1. tavi oyarce dice:

    Un cuento muy suave, liviano, me entretuve leyendo tu narración. Solo quisiera hacerte un alcance, no sé si estarás de acuerdo conmigo, al usar la palabra “tan”, ( el primero) uno espera una consecuencia no una comparación como sucede en el cuento, sino es preferible obviarlo. Te seguiré leyendo Juana.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 21:50
  2. 2. Marcelo Kisi dice:

    Hola Juana!
    Yo también te tengo en mi lista, y bien vale la pena! Qué profunda tu comprensión de lo terriblemente dramático que puede ser para un anciano un acontecimiento aparentemente nimio! Es igual que con un chico que olvida su muñeco en algún lado, y hay que volver a buscarlo porque en eso se le va la vida! Me conmoviste en serio, hermosísimo relato, que casualmente lo leí tomando mate :-).

    Un par de aportes: tendrás que trabajar con el tema de los guiones y puntuación en los diálogos (yo también ando teniendo problemas, parece que es endémico…)

    Otro: incurrís en un cambio de tiempo verbal poco conveniente después del “-Vamos.”, del presente al pasado. Y después volvés al presente. Emparejalo todo en presente, es mejor.

    Y un último: el uso de ese pasado (creo que se llama presente perfecto) es poco argentino, entonces suena rimbombante o forzado, poco realista. Más que “¿Te has vuelto loca?”, nosotros les decimos a nuestras madres que tiran la chancleta, simplemente: “¿Te volviste loca?” El “han comido, han conversado”, suena muy bien en España (allí dirán que es el único correcto), pero no pega con el voseo de todo el relato.

    Fuera de eso, disfruté cada renglón. Brindo por Ernestina y don José, esperando que muy pronto sí se “vayan” a dormir!

    Nos leemos!

    Escrito el 30 enero 2015 a las 01:29
  3. 3. Juana Medina dice:

    Gracias tavi, gracias Marcelo y gracias a mis tres lectores. Es verdad, la puntuación descuidada es todo un tema para mí. Los aportes serán debidamente tenidos en cuenta.
    Marcelo: las formas de tiempo perfecto no son muy argentinas es cierto, sí tienen que ver con mi formación y me cuesta renunciar a ellas porque algunas veces me parece que me ayudan al ritmo del lenguaje, o al tono general.
    Alguno de mis lectores me preguntó si tenía algún blog. Aún no. Soy una informático-ignorante absoluta y siempre dependo de algún amigo que quiera venir a darme una mano. En cuanto eso ocurra, lo tendré.
    Otr@ encontró que al final le faltaba fuerza. No he querido (otra vez el tiempo perfecto) un final rotundo. Cuando terminé de escribir el relato me sobraban cerca de cien palabras. Elegí sacar aquellas que daban más datos sobre los malestares físicos de Ernestina, y algunas que subrayaban su necesidad de un especial abrazo de parte de Silvia, porque llevaban ( o así me pareció) casi inevitablemente a suponer la muerte de Ernestina en la frase final. Me pareció injusto hacia ella. Quise dejarle la posibilidad de un abrazo más, pero al mismo tiempo también quería que quedara levemente indefinido, algo como una pluma de gorrión que no se sabe dónde la llevará el viento; quizá como sugiere Marcelo, Ernestina y D. José vayan juntos a dormir.
    Resumen: valoro muchísimo todos los aportes, los agradezco y los espero.
    Sigo leyendo y seguiré comentando. Saludos

    Escrito el 30 enero 2015 a las 01:57
  4. 4. Nélida Sarduy Castellanos dice:

    Que suerte de venir aquí y leerte, tanta como la que tuvo Ernestina con Don José y su oportuno sombrero. Es tierno ese relato, sufrí con tu personaje el abandono de Silvia y la huída de su jilguero, me gusta el final y el “plural mal entendido”. Seguro que algo habrás hecho mal, pero yo no me he dado cuenta ¿Sabes todo eso sobre plantasy cultivos? Yo para escribir de este tema tendría que irme a investigar primero, lo que alguna vez estudié de botánica lo tengo bien olvidado. Gracias por leerme y comentarme.

    Escrito el 30 enero 2015 a las 03:13
  5. 5. Denise dice:

    Qué relato más lindo! Aunque debo confesar que el primer renglón no me resultó demasiado interesante que digamos… Te recomendaría que después de “Amanece” pusieras un punto seguido. Fuera de eso, tiene buen ritmo y un tono dulce que va muy bien con la historia.

    En cuanto al uso del pretérito perfecto compuesto, coincido con Marcelo en que, al menos en porteño, suena como raro, pero en el relato me parece que queda bien, me hace acordar un poco a las peliculas argentinas de antes.

    Y por cierto, mi tía tenía un canario llamado Carusso… definitivamente es mejor que Pavarotti XD

    Escrito el 6 febrero 2015 a las 03:41

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