Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Extrañamiento - por marisa cuñat mafé

EXTRAÑAMIENTO

Sentía el barrio extraño. Respiraba una atmósfera insólita, irreconocible tras haber vivido la mayor parte de su vida allí. Los únicos cambios urbanísticos advertidos: la rehabilitación de las fachadas modernistas y la proliferación de nuevos locales de hostelería y tiendas vintage, eran maquillaje, sin embargo, no reconocía el escenario; ni rastro de los ultramarinos de su infancia, ni de los bazares árabes ni de los locales multirraciales e interculturales de su adolescencia, ni de las tiendas de chinos ni de los okupas marginales que se instalaron en algunas zonas en la época en la que él se trasladó a otra ciudad por motivos laborales. La metamorfosis era chocante.
Entró en un bar de los de toda la vida, atraído por el anuncio de terraza jardín interior con encanto y por el cartel de una exposición donde destacaba el nombre y un perfil caricaturesco del pintor, Raúl Estornell, entre retazos de cromáticos dibujos superpuestos. Su mente hizo un click que dirigió su mirada a la mesa del ángulo de la cristalera en la que se acodaba un hombre mayor, de aspecto desenfadado, barba cana muy recortada, vaqueros con camisa de hilo y sombrero panamá.
— ¡Santi Ridaura ! ¿Regresaste?— oyó exclamar.
Y aquella voz le transportó al comedor de la casa de sus padres cuando Eva y él traducían juntos a César, resolvían ecuaciones, merendaban y contaban historias de las clases. Tan buenos colegas hasta que el guapito de la clase, el Gari, se entrometió.
— ¡Vaya manera de reencontrarnos! ¿Esto del arte? —acertó a replicar tendiendo su mano para saludar.
— El barrio, que imprime carácter…Ya ves: la estética hípster que nos invade. Quien hubiera dicho que la bodega de Salvador sería una galería de arte. Me sirve de terapia — Y señaló su silla de ruedas —María, mi mujer me trae y me lleva. Pero cuéntame, te hacía en Barcelona.

— Había una plaza vacante en el Juzgado que me venía como anillo al dedo. Era ahora o nunca así que firmé los papeles y aquí estoy. Que conste que pensaba ir a veros.
— ¡Sigues impulsivo! Con lo que lloró tu madre porque su único hijo se había tenido que ir.
— Y la paliza que os dio con lo sola que estaba…
— Y bien solos que nos dejó al poco tiempo, vaya mierda con las enfermedades. El piso lo restauró el dueño, lo cambió todo de sitio, es un loft de esos de ahora, de alto standing, está en alquiler.
— ¿Está vacío?
— Supongo…no hay movimiento. Es que lo han dejado para una persona o una pareja. Por cierto, ¿Y tu mujer?
—Ex mujer, historia pasada. Buen motivo para dejar Barcelona.
— Otro que tal, Eva y Eduardo por fin se divorciaron en Navidades. El Gari era buen chico pero no daba pie con bola y Eva se gana de sobra la vida. ¿Sabes que la han nombrado directora de su Instituto? No hay jaleo en el que no se meta, que si jornadas pedagógicas, que si la ONG, que si la integración, que si la plataforma vecinal contra la gentrificación. Es un no parar.
Un aviso WhatsApp en el teléfono le interrumpió.
— Hablando del rey, de la reina de Roma… Eva que se acerca a recogerme.
Una ráfaga de aire fresco se coló en el local. Una Eva espléndida, mochila en ristre, sonreía a los parroquianos, depositaba sus libros sobre una repisa y saludaba con un gesto al camarero que tras la barra le correspondía con un:
— ¡Marchando una caña bien fría!
Y Santi notó mariposas en el estómago. Ni se acordaba ya de la última vez que la había visto pero esta Eva no era Eva o era una Eva distinta y muy pero que muy mejorada.
Se abrazaron atónitos.
Eva resplandecía como un hada en la espesura del bosque, resuelta a abrir la puerta de la jaula de raíces flotantes y ramajes frondosos en la que Santi había estado atrapado durante años.
Ante él desfilaron imágenes futuras como si sus dedos vertiginosos avanzaran el paso de unas páginas por escribir de una confortable realidad factible y vívida.
—Esto es añadir confusión a la confusión —pensó. He de tomarme un tiempo.
—Pasaré a ver ese loft, sería una buena solución temporal. Raúl, ¿Te localizo en este número ?— dijo mostrando el folleto anunciador de las pinturas.
Y se alejó a sabiendas de que aquella escena que acababan de protagonizar no era más que un prólogo. La mirada complacida de Eva le quemaba, prendida en la espalda.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Hola, Marisa.
    A mi me gusta esta historia de reencuentros. Puede que me sienta identificada con el protagonista porque yo también estoy lejos de casa, y cada vez que vuelvo, algo ha cambiado, algo que me hace sentir un poco menos de allí; pero luego llegan mis amigas, los conocidos, la familia, y ya no te sientes tan “de fuera”.
    Muy bien construída, y arranca una sonrisilla esa vuelta del amor de juventud y la forma en que se lo ponen todo en bandeja para retomar las cosas donde las dejó, o no. Me ha parecido muy inteligente por su parte lo de tomarse las cosas con calma.
    Si he de ponerle una pega, quizá sea la longitud de los párrafos, ha habido alguno en que he echado de menos una coma o algo que nos deje respirar mientras leemos.
    Pero en general es un gran trabajo. Enhorabuena.

    Escrito el 9 febrero 2015 a las 12:05

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.