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Evolutivos - por J. Barral

– Bueno, la cosa va así: Tenemos unos trescientos tíos aquí, en este momento – TC hace una pausa-…rodeaaandonos…vampirizándonos…aspirado nuestro aire…ocupando nuestro espacio vital –me mira atentamente antes de concretar- son el enemigo.
– No, si ya… – intento apuntar.
– Te lo digo porque sé que tiendes a ser un poco blandito, un poco…como decirlo…condescendiente, ¿sabes?- me dice.

Hay algo en TC que resulta como hablar con un teléfono roto, no sabes realmente si te escucha alguien, si por un casual habrá algún ente vivo al otro lado de la línea, si alguna inteligencia desconocida estará realmente ejerciendo de interlocutor o sólo se oirá el eco de tus propios devaneos.

– Como te decía, hoy toca poner fin a esta situación a todas luces inapropiada, me atrevería a decir incluso que manifiestamente injusta, ¿no crees?- aunque lo parece, no es una pregunta; no en el sentido de que requiera una respuesta razonada o discrepante.
– Claro, TC, injusta, sin duda – respondo.
– Pues entonces esto es lo que haremos… – me preparo para el golpe – nos sobran doscientos; no cien, ni ciento cincuenta ,ni ciento noventa y nueve, nos sobran doscientos…numero redondo, resultado concreto – puntualiza.

TC sería un excelente sicario, si se diesen las circunstancias. No es cuestión de ser un psicópata lleno de depravadas desviaciones mentales, sino de actuar con frialdad y eficacia. Incluso estoy dispuesto a aceptar que, en términos estrictamente inhumanos, es un tipo admirable. En término estrictamente inhumanos, insisto.

– Verás, lo he organizado así…- me dice- aquí tienes la lista, verás que hay nombres en color rojo y otros en color negro. Los rojos están jodidos –sonríe – de esos te ocupas tú. Te los llevas a la pecera y allí concretas el procedimiento – me mira -…sin discusiones…sin palabrería…muchas gracias, estupendo, no olvide su sombrero ¿ok? –termina
La pecera es el cubículo al que llevamos siempre a los pobres tipos que caen en desgracia o que, como ahora, alguien decide que sobran. Un aséptico cuchitril de paredes acristaladas que exponen (calculadamente) al individuo en cuestión a la vergüenza de las miradas exteriores, mientras permanece sentado en una horrible silla de eskay atendiendo a su cómodamente parapetado ejecutor, que se repantiga en un sillón de directivo tras la mesa. El “procedimiento” es un mero formulismo de entrega de documentos y mínimos cheques que garantizan la legalidad del crimen y que no admiten (para que engañarnos) muchas alegaciones de la otra parte.
– De acuerdo, me imagino que no habrá problema – admito, a pesar de que la cifra DOSCIENTOS asustaría al killer más avezado
– Puedes estar seguro de que no habrá problema, porque si los rojos están jodidos ni te imaginas que va a pasar con los negros, de esos me ocupo yo – me ¿tranquiliza?
No debería, ni tan siquiera tendría que importarme pero aún así, el gesto ansioso de TC es una clara invitación a que muestre interés en su próximo trabajo.
– ¿De qué se trata? – pregunto.
– Esos van a la jaula, PL. Nada para ellos.Ciao y no vuelvan. No sabían lo que firmaban, claro, ¿qué le vamos a hacer?- a estas alturas la sonrisa de tiburón de TC adquiere proporciones hollywoodenses.
Si la pecera tiene ese aspecto de desinfección inminente, la jaula es decididamente sórdida. No hay cristales, solo paredes de aglomerado con diez centímetros de aislante sónico intermedio. Podrías matar a un cerdo dentro y nadie oiría nada. Dos sillas, una mesa (lo bastante ancha para que tus brazos estén apartados del cuello de tu asesino) un ficus moribundo en una esquina y un guardia de seguridad en la otra. Frialdad y eficacia, ese es nuestro lema. La Mafia calabresa estaría de acuerdo.
– Sonríe, PL – me anima – hoy va a ser un gran día. Más aire para los supervivientes, ¿entiendes? Es una cuestión profiláctica, en el fondo. Todos salimos beneficiados, hasta esos pobres tipos. ¿Que iban a hacer aquí? Tendrán nuevas y mejores oportunidades.
– Seguro, TC, o ellos o nosotros, ¿no se trata de eso? –admito.
– Puedes estar seguro. La selección natural, ¿crees en ella, PL?-no espera mi respuesta, claro – Es un hecho objetivo, la supervivencia no del más fuerte, sino la del más adaptado. Nosotros arriba y ellos abajo, hay algo de poético en eso. El tonto de Darwin necesito cinco años en el Beagle para entender algo tan sencillo, ¿puedes creerlo? –concluye.
Sí, estoy seguro de que va a ser un gran día. Solo es mi trabajo, por supuesto. ¿Que más podría alegar?

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1 comentario

  1. 1. Fabián dice:

    Muy buenas J. Barral

    Poca cosa constructiva tendré para decirte, me ha gustado mucho tu relato.

    Forma:

    Muy bien ordenada, cada personaje hablando en su propio párrafo, no hay confusiones, buena puntuación, sintaxis muy cuidada para evitar repeticiones, todo muy bien ordenado.
    Lo único constructivo que tengo para decirte aquí es una tontería, y es mas bien una cuestión de gustos: yo utilizaría el guión largo — antes que el guión corto -. Ya está, ahí está todo lo que puedo aportarte jaja.

    Contenido:

    Muy original, estos son los tipos de personajes que me gustan a mi, grises, ni blancos ni negros. Derrochan personalidad, los diálogos no son nada mecánicos ni artificiales, me los creo.

    Muy buen trabajo compañero, me sorprende ver que nadie se ha pasado a comentarte.

    Escrito el 2 febrero 2015 a las 15:26

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