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DEMASIADO FÁCIL - por AitorMB

-Hay un dicho que dice: “cuando el sabio señala a la luna, el tonto se queda mirando el dedo” – dijo en voz alta el inspector Valdivia antes de arrojar el cigarrillo por la ventana- en este caso, todos hemos estado mirando a la luna, cuando deberíamos haber visto el dedo.

-¿Cómo dice?- preguntó su ayudante, quién parecía acabar de darse cuenta de que le habían estado hablando.

-Voy a hacerle una visita a la viuda de Puigmoltó.

-¿Le acompaño, inspector?

-No, no hará falta.

Valdivia se puso la gabardina y el sombrero y salió del despacho. Una hora más tarde esperaba en la biblioteca de la mansión Puigmoltó, perteneciente a un importante empresario de la seda que había sido hallado en su despacho semanas atrás con un abrecartas clavado en el corazón.

-La señora está atendiendo invitados y no tardará en recibirle- le dijo el mayordomo antes de desaparecer tras las puertas de la sala. El inspector se entretuvo curioseando los libros de los estantes. Muchos de ellos estaban en francés.

-Tal y como sospechaba- se dijo así mismo antes de que las puertas volvieran a abrirse. La viuda, vestida con un elegante traje de lentejuelas, se acercó hacia él alargándole la mano derecha.

-Que sorpresa, inspector. No esperaba verle por aquí esta noche. Estoy reunida con unos amigos.

-No le quitaré mucho tiempo, señora.

-Me alegra escuchar eso. Usted dirá, inspector.

-Hay algo en todo este asunto que me confunde. ¿Por qué iba a asesinar una humilde costurera al señor Puigmoltó? ¿Qué ganaba con eso más que una condena a muerte?

La viuda arrugó el rostro terso, aquella pregunta le incomodaba.

-Ya se lo expliqué, mi marido se había estado divirtiendo con ella y se hartó. Ella lo asesinó por despecho.

-Sin embargo…

-Sin embargo, ¿qué?- se esforzaba por mantener una tranquilidad que se le iba escapando sin remedio.

-Yo creo que el señor Puigmoltó fue drogado momentos antes de ser asesinado – el inspector se interrumpió para observar algunos libros de la estantería- Es usted licenciada en químicas por la Sorbona. ¿Me equivoco?
-Sí, y ¿qué tiene eso que ver? ¿Qué más da si fue drogado o no? Fue asesinado.

-Lástima que en este país no se permita ejercer a las mujeres en este campo, quién sabe las cosas grandes que usted habría logrado.

-No me gusta su tono de voz, inspector.
-Le seré sincero. He venido aquí porque sospecho que su marido fue drogado y luego apuñalado pero no por su amante. Ella es una cabeza de turco en todo este asunto.

-Mis invitados están aguardando. Si no le importa, el mayordomo lo acompañará hasta la puerta.

-Usted planeó y ejecutó la muerte de su marido y luego le echó el muerto a la modista.

-No diga tonterías, por favor- Ella se esforzaba por mantener el tono de voz bajo y temía que alguien pudiese escuchar la grave voz del inspector.

-Usted conocía su romance y lo planeó todo. Fingió irse a un balneario para que se pensasen solos en casa, de manera que no le fue difícil drogarlos con la bebida para dejarles en estado de enajenación. Luego usted misma apuñaló a su marido con el abrecartas y aprovechó la turbación de la modista para hacerle creer que había sido ella. Parecía todo tan obvio que me precipité al encontrar un culpable. La modista asegura que vio a alguien más en la sala y ahora me encaja.

-Eso es una infamia, inspector. Yo amaba a mi marido.

-Pero él la engañaba con otra.

-Era puro divertimento.

-La he estado investigando. La mayor parte de la fortuna del señor Puigmoltó le pertenecía a su difunto padre y pasó a su marido al casarse. Todo su patrimonio manejado por un patán picaflor mientras que todo su potencial se desperdiciaba en cenas y reuniones. Que injusto, ¿verdad? La única manera de recuperar el dinero era quedarse viuda. Pobre niña rica, condenada a vivir en una jaula de oro.

-Espero que tenga pruebas de lo que está diciendo.

-No se preocupe por mí, preocúpese por usted.

-Váyase, por favor- La viuda estalló en lágrimas.

-Está bien. Solamente quería advertirla.

Cuando se fue, la habitación quedó en un silencio. Sus lágrimas se secaron y se dirigió inmediatamente hacia el teléfono. Al otro lado le contestó una voz masculina.

-Es muy tarde, ¿qué quieres?

-Ha estado ese maldito inspector por aquí metiendo las narices. Tienes que deshacerte de él, invéntate algo, un accidente, un atraco, me da igual. Tiene que desaparecer esta misma noche.

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1 comentario

  1. 1. Aitor dice:

    Quiero dar las gracias a los que comentaron mi relato y ya que no puedo comunicarme con ellos, espero que lo lean. Las 750 palabras no daban para mucho más.

    Escrito el 29 enero 2015 a las 00:29

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