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La duda - por Piloska

La duda
La despertó el rumor de la calle. Estiró su cuerpo con indolencia y tras cambiar varias veces de posición se decidió, por fin, a salir del solitario nido. Abrió la ventana, el cielo estaba limpio, el sol brillante, la calle llena de gente y el olor de la cafetería próxima lo invadía todo. Aquello era la vida.
La noche ya había pasado y con ella la película de terror que se repetía todas ellas: su vida. El sueño no acudía y cuando lo hacía solo los momentos negros aparecían en aquella pantalla imaginaria aún más oscura que la vida misma. Su marcha “a por tabaco” le dolió pero aún más su falta de sinceridad. Que el amor nace y muere lo aceptaba, aunque le costaba, pero no la cobardía ni el silencio. Se reprochaba el no haber sospechado de tantas noches de guardia, de su cansancio continuo que era, ahora lo sabía, indiferencia… Y con el abandono llegó la depresión, ese pozo oscuro del que no sabía cómo salir.
Notó como una ducha tibia acariciaba su cuerpo y la animaba. Preparó una taza de ese café al que ella también había abandonado y decidió volver a ser ella de nuevo. Sus vivencias y recuerdos que llenaban la casa le oprimían como una jaula.
El espejo también olvidado le devolvió una imagen peor aún que el retrato de su DNI. Unas ojeras, la flacidez impropias de su edad y ¿qué decir de la melena…? Ahora mismo -pensó- hay que hacer un recuento de “reparaciones”. Eran tantas que decidió anotarlas en el cuaderno que su psiquiatra le había regalado y que aún no había estrenado. Al recogerlo pensó en su pájaro tan solitario y como ella. Cogió la jaula y la abrió junto a la ventana. Perdona-le dijo –No podía imaginar lo que es la soledad…
El canario dudó unos instantes, movió sus alas torpemente como si hubiera olvidado hacerlo o tal vez reconociendo el lugar y se dirigió al árbol próximo.
La mañana seguía siendo espléndida y Ana sentía un ansia enorme de salir, volar como el Canario, encontrar su árbol pero tenía dudas de sus propias fuerzas, de dejar sin hacer su lista y abandonarla después, a la calle, a… miedo a todo.
Se colocó un chándal, la única prenda en que cabía, y con su bolígrafo verde escribió en su nueva libreta:
Comenzaré el día a las 9 de la mañana con sesión de Yoga en la playa.
Abandonaré los somníferos.
Buscaré trabajo.
Llamaré a mis amigos.
O quizá cambiaré el orden.
La mañana pasaba, y quería aprovecharla, cogió su sombrero más alegre, su caja de pinturas y se dispuso a caminar hasta la parte rocosa de la playa. Allí disfrutaría del sol y el color que le habían faltado estos meses. Quizá le faltaran las fuerzas, se sintiera sola pero llevaba su teléfono móvil y Marta, su amiga, nunca le fallaba.
Se dirigió a la puerta dispuesta a dar color a su vida… ¿lo haría? ¿y si se encontraba con él?

Novelda, 13 de enero de 2015

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7 comentarios

  1. 1. tavi oyarce dice:

    Piloska:
    Como consigues reflejar la depresión, la soledad sin recurrir a palabras mnalsonante. Tu cuento es como una oda a aquellos seres enredados en este mal del siglo.
    La duda, es la palabra precisa para definir ese infierno que se vivfe en vida.
    Muy lindo tu relato.
    Quisiera decirte que lo confuso lo encontré en esta oración
    “con ella la película de terror que se repetía todas ellas” pero sobrepasado ese dique, todo fluye.
    Te felicito

    Escrito el 30 enero 2015 a las 00:10
  2. 2. Adella Brac dice:

    Aunque me ha faltado conectar con la protagonista, me gusta la idea principal del relato.
    ¡Un saludo! 🙂

    Escrito el 30 enero 2015 a las 14:09
  3. 3. Piloska dice:

    Hola: Gracias por vuestros comentarios. Es la primera vez que participo en el taller y con vuestras opiniones espero mejorar.
    Seguiremos leyéndonos

    Escrito el 31 enero 2015 a las 15:29
  4. 4. Piloska dice:

    Hola Tavi Oyarce: Me alegro que hayas conectado con el personaje. Sí, creo que la frase que mencionas es un poco complicada. quizá una “coma” a tiempo la habría hecho más comprensible.
    El próximo espero hacerlo con más tiempo y releerlo antes de enviarlo.
    Un saludo

    Escrito el 2 febrero 2015 a las 15:19
  5. 5. Luis Ponce dice:

    Gris el personaje, como tiene que ser, quizá le falta un aletargamiento en el texto propio de la depresión, pero me gusta. La situación es dura, pero creo que te sobraban palabras para especificar el subconsciente. Yo también soy nuevos y estamos tratando de aprender. Creo que el taller es un muy buen camino. Mientras más leas a tus compañeros que han escrito con las mismas palabras que ti, te va servir de ejemplo y va a cambiar tus enfoques. Suerte. Te estará leyendo.
    Yo soy el del regalo de navidad (30)

    Escrito el 5 febrero 2015 a las 00:23
  6. 6. Marcelo Kisi dice:

    Piloska, me gustó tu relato, muy sensible y doloroso. La última frase da una terrible sensación de incertidumbre a pesar del horizonte que se abre, como una imposibilidad de salir libre para siempre de esa trampa que es la enfermedad de la depresión. FElicitaciones!

    Escrito el 7 febrero 2015 a las 08:46
  7. 7. Piloska dice:

    Marcelo: Precisamente esa frase final es por lo que le dí ese título ya que lo anterior hacía suponer una “curación” que no creo pudiera darse en esa mañana.
    Gracias por leerme y comentarlo

    Escrito el 8 febrero 2015 a las 21:06

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