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Interferencias - por Nhoa

Web: http://cuandolalunabrillaenelcielo.blogspot.com.es/

El autor/a de este texto es menor de edad

Hay una vieja habitación en un piso no muy lejos del centro de la ciudad. Si pudieras mirar dentro verías que está atestada de cosas, de ropa usada arrinconada y cajas llenas de cachivaches que nadie usa. Hay una radio antigua que parece que despotrique contra el mundo del ruido que hace cuando funciona, y está encendida, retrasmitiendo algún programa de radio de la tarde. Hay una foto gris que ya apenas se distingue colgada en un marco, las dos siluetas borrosas, el mar de fondo. Las sábanas están deshechas, arrumbadas de cualquier manera en una esquina de la cama, y aunque la ventana esté abierta hay una niebla asfixiante que se condensa dentro de la habitación y casi impide respirar.
La habitación es del viejo Gabriel, aunque claro, tú no podrías saberlo. Hace ya que su esposa se fue, dejándole solo en este mundo de desgraciados; todo cuanto le queda de ella es la silueta borrosa en una fotografía, dos cadenas de oro y plata y una vieja botella de vozka que aún destapa para oler cuando la echa mucho de menos (lo cual es a menudo, por cierto)
Hay un paquete de cigarros recién abierto, a pesar de que le han prohibido que fume. Tampoco hay manera de que lo hubieras averiguado, pero su hija, una hipocondríaca redomada, le llevó al médico a la edad de 70 porque a pesar de estar perfectamente, recién cumplidos comenzó a decirle "te veo como más flojucho, papá, ¿estás tomando las pastillas? Quizá no funcionan. Quizá deberíamos ir al médico" y con esa cantinela, al final acabó cediendo. Ojalá no lo hubiera hecho nunca, porque allí aquel matasanos insufrible le diagnosticó de más enfermedades de las que había oído hablar en la vida. Hiper no se qué, déficit de lo otro, riesgo de aquello de más allá. Él quiso irse de la consulta pero su hija no le dejó levantarse y, con aire preocupado, comenzó a hablar con aquel esperpento sobre qué debían o no hacer mientras Gabriel le decía que no era necesario, que estaba bien.
Entonces llegaron las listas.
Listas interminables. Primero fue el tabaco; nada de fumar, era malo para los pulmones. Gabriel, que llevaba la vida entera en el campo y tenía un pecho de acero, se rió. A la semana no quedaba un solo paquete a su alcance (y si compraba se lo tiraban). Se desesperó. Entonces le quitaron el café y la cerveza. Tensión muy alta, dijeron, aunque él nunca había tenido ni siquiera que comprobarse el pulso. Luego fueron sus tomates del campo, y más tarde todo lo que creciera allí. La ternera. El vino tinto. El queso fuerte. Las berenjenas. Y, por último, la radio.
Gabriel se enfureció. Llevaba desde que tenía conciencia escuchando aquel cacharro. Se la ponía todas las tardes al menos de cuatro a cinco, procurando no perderse los mejores programas. Le recordaba a sus tiempos de mozo y le ayudaba a despejarse la cabeza de una manera extraña, como un sofá viejo y usado en el que te tiras con gusto porque tienes un hueco hecho en él.
Ni siquiera supo por qué. No quiso saberlo; sabía que sería falso, una nueva excusa rastrera del matasanos. Cuatro tardes más adelante robó la radio del trastero, hurtó unos cigarrillos a su hija y se bebió entera la botella del vozka de su mujer. Sujetando la fotografía contra su pecho, la radio a todo volumen, suspiró al abrir su ventana.
-Adiós, vieja amiga- Dijo mirándola, con una ternura infinita en el rostro.
Encontraron el cuerpo del viejo tres horas más tarde reventado contra el pavimento de la acera. Sonreía. Cinco pisos más arriba, la vieja radio barboteaba el programa de la tarde. Era su emisora favorita.

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7 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Me gusta el estilo, va con el tema. No muy afinado, hasta ríspido a veces pero calza con el carácter del protagonista.El destino puede ser modificado por extraños y los que más facilidad tienen para ello son los hipocondríacos.
    Te seguiré leyendo.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 17:38
  2. 2. Nhoa dice:

    ¡Muchas gracias! Valoro muchísimo estos comentarios. La verdad es que yo
    tengo la sensación de que podría haberlo pulido, pero me daba miedo perder la identidad del relato. No sé, pero me gusta así. Vuelvo a darte las gracias por pasarte y, si quieres leerme más, siempre tienes mi blog. ¡Saludos!

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 23:26
  3. 3. grace05 dice:

    Hola Nhoa. Me gustó mucho tu relato. Muy buena la idea y presentas muy bien, tanto la imágenes ambientales como las sensaciones y sentimientos del protagonista. Pensé en el final que le diste pero me gustó que me hayas desconcertado en la última frase. Imaginé que el pobre hombre tiraba la radio y moría en su cama. Me sorprendiste.
    ¡Buen trabajo!!!!! ¡te felicito!!
    Te invito a comentar 114

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 23:29
  4. 4. beba dice:

    Hola, Nhoa:
    ¿Cuán menor de edad eres? Un relato excelente. Un manejo impecable del lenguaje.
    Felicitaciones y adelante.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 01:14
  5. 5. -migo dice:

    Casualidades en el título, relatos cercanos en el número, y coincidimos en usar una palabra que no se suele usar mucho: “cantinela”.
    Un relato cargado de imágenes. Primero nos presentas la habitación y sus circunstancias como si estuviéramos mirando un cuadro; luego las sensaciones del viejo Gabriel, poco a poco te absorbe su sufrimiento, su agonía de la vida que le va quedando…; y el final, muy adecuado, aunque la expresión “el cuerpo reventado contra el pavimento” es demasiado cruda para el tono del relato.

    Pondría algo más de cuidado en la puntuación y en la elaboración de los párrafos, pero si has preferido conservar la rudeza del personaje es una cosa que me parece adecuada.

    Nos leemos!

    Escrito el 1 abril 2015 a las 23:36
  6. 6. Nhoa dice:

    Ante todo, muchísimas gracias a todos los que se toman la molestia de comentar, porque por esto merece la pena compartir, y mucho.

    ¡Hola, grace05! Alguien me dijo una vez que la gente lee para que les sorprendan. Supongo que es cierto. ¡Muchas gracias! Me alegra muchísimo que lo que escribo le llegue a alguien y que además valoren el estilo. Un saludo y ¡nos leemos!

    ¡Hola, beba! Tengo quince años, aunque siempre me he dicho que eso no debería ser excusa para exigirme menos. ¡Muchas gracias por tus ánimos!

    ¡Hola, -migo! Lo cierto es que hasta pensé que había habido un error en el título o nombre cuando vi tu relato, pero no. Fue curioso ver cómo el título coincidía siendo el contenido totalmente distinto. Me alegra que te gustase, me fue tan fácil describir la atmósfera y escribir en general que temía que fuera una chapuza y no lo estuviera viendo. Me enorgullece ver que te fijaste en esa frase concreta; la escribí así a propósito, me gusta romper de vez en cuando la ‘monotonía’ del relato y me pareció adecuada. En cuanto a la puntuación, ya son varios comentarios sobre ella… la revisaré la próxima vez. ¡Muchas gracias por leerme y comentar!

    Escrito el 4 abril 2015 a las 00:40
  7. 7. Darkristal dice:

    Es triste, se que a los viejos(abuelos, antiguos o como prefieran llamarles) se enferman progresivamente si se les quita lo que les da las razones de vivir.
    muchas veces tan solo sacarles de sus casas asegura que se mueran.
    Creo que es un buen relato, muy realista sobre los ultimos momentos del pobre viejo.
    Esto de tratar de ser bueno sin oír al objeto de la bondad tiene su doble filo.

    Escrito el 6 abril 2015 a las 21:34

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